martes, 24 de abril de 2012

La pianista (Michael Haneke, 2001)

El austro-germano Michael Haneke es uno de los directores europeos más destacados de los últimos años. Perturbador e interesado en las regiones más oscuras del ser humano, especialmente en la violencia y su origen, en su filmografía destacan, además de la presente película, Funny games (1997) y La cinta blanca (2009)
         La pianista supuso el primer gran éxito de crítica de su autor y lo convirtió en uno de los más prestigiosos de nuestro continente. Ganadora de Gran Premio del Jurado y de los premios a la mejor actriz (Isabelle Huppert) y al mejor actor (Benoit Magimel), en Cannes, narra la historia de Erika, una prestigiosa intérprete y profesora de piano, cuya personalidad está profundamente desviada, sobre todo en sus aspectos sexuales, y su relación con Walter, un joven y talentoso pianista aficionado que se enamora de ella.
        La película muestra a los personajes habitando un mundo culto, elitista y formalmente rígido, bajo el cual se ocultan las más primitivas y aberrantes pulsiones. La protagonista, una mujer fría, rígida y autoritaria, hasta llegar al auténtico sadismo psicológico con sus alumnos, a los que literalmente machaca, esconde una conducta sexual muy desviada, pues su máximo anhelo es ser maltratada.  Cuando Walter se enamora de Erika, ella ve la posibilidad de hacer sus "sueños" realidad, pero pronto aprenderá que lo real difícilmente se ajusta a nuestros deseos.
      Una interesante reflexión sobre la represión sexual, la hipocresía y los bajos instintos que se camuflan en las formas exquisitas. Todo ello muy en la tradición de Freud, que hubiera aprobado fervientemente la película, como no podía ser menos de un autor medio austríaco. Es una de las películas que narra de manera más ortodoxa el conflicto entre el super-yo y el ello.
       El momento más estremecedor viene de la mano de Isabelle Huppert, cuando desnuda a su personaje. Su interpretación, maravillosa en su contención, nos muestra la fragilidad de su aberrante criatura. Y, cuando debería despertar rechazo, e incluso asco, despierta una gran piedad en el espectador. Al menos a mí me ocurrió eso.
        Una película buena e interesante, pero en mi opinión sobrevalorada, como también creo que paso con La cinta blanca. Está claro que las historias y los personajes turbadores seducen a los críticos, que suelen valorar mucho más las películas cuando muestran nuestra parte oscura que aquellas que enseñan el lado más luminoso del ser humano. 
         Aunque, no me gusta hacer comparaciones, prefiero Shame (Steve McQuenn, 2011), que trata un tema similar, pero lo hace de manera más honesta y heterodoxa, menos cerebral y más visceral, en el que el personaje no parece sacado de un tratado de psicoanálisis, sino de la vida misma.

1 comentario:

  1. Como de costumbre me ha gustado tu crítica. Y he notado que te ha gustado menos que de lo costumbre esta película, sobre todo por que has dado más detalles de ella. Normalmente no los das, para que el lector tenga curiosidad y la vea jajaja. Pero como yo también la he visto, tengo que decir que estoy deacuerdo contigo. Me gustó la peli, pero como ya te he comentado alguna vez, prefiero películas más optimistas. ;) Por cierto, esta semana se estrena los vengadores, jajaja. Aunque se que no es tu estilo, ya sabes lo que toca.

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