viernes, 20 de abril de 2012

La pasión de Juana de Arco (Carl Theodor Dreyer, 1928)

Si  hay un cineasta que merece el título de artista, con mayúsculas, ese es el danés Carl Dreyer. Debido a su perfeccionismo, no hizo muchas películas, pero cada una de ellas es una maravilla. Al menos dos de ellas suelen aparecer en todas las listas de mejores películas de la historia: "Ordet" y la que hoy nos ocupa. El resto simplemente son soberbias.
           A veces pienso que Dreyer es el equivalente cinematográfico de Beethoven. En dos sentidos: fue un revolucionario, que hizo saltar los códigos formales de su arte en su época, y un hombre profundamente enamorado del ser humano, para el que por mucho que se dominaran los recursos estilísticos, lo importante era lo que se decía. Sus obras dicen tanto al cerebro como al corazón. Y es que, al contrario que otros grandes directores, Dreyer nunca despreció al gran público, sino que lo consideró el destinatario principal de su obra. En otras palabras, arte y artista total.
         "La pasión de Juana de Arco" es una película incomparable. Maltratada y censurada en su tiempo, se dio por perdida durante casi medio siglo. Se encontró un negativo bastante completo en una institución mental de Dinamarca. Fue restaurada por especialistas franceses en 1985. Como carecía de banda sonora, se le compuso una. Hice un esfuerzo y vi la película sin banda sonora, con serias dudas de que fuera una buena idea. Por tanto, de lo que disfruté fue de una película autenticámente muda, sin diálogos, lo que es normal y sin música, lo que no lo es. Es decir, la película se sostenía únicamente por sus imágenes.
          En estas circunstancias, cualquier otra película se hubiera derrumbado, pero cuando terminé de verla tuve la sensación de haber disfrutado de la mejor película de la historia, de asistir a una obra de arte única.
         "La pasión de Juana de Arco" narra el juicio y condena de la Santa francesa. No se dice nada de lo que sucedió antes ni de lo que sucedió después. En otras palabras, no se dice porque se ha llegado a esa situación. ¿Qué ha hecho Juana para verse juzgada? A esta pregunta no se responde, porque para Dreyer no importa. Se trata de hacer de un caso particular un modelo universal. Juana representa la humanidad en su desnudez y lo mejor de sí: la sinceridad, la convicción, la dulzura, el amor, la indefensión y la fe. Sobre ella se ceban todas las fuerzas oscuras que nos caracterizan: la mentira, el poder, los intereses políticos, las trampas legales, la crueldad, etc. La película traza muchos paralelismos entre el juicio a Juana y el juicio a Jesucristo, que sería su modelo. Asistimos a la tortura impía física y mental de una muchacha inocente y que ha nadie a hecho mal. Es el mejor estudio que jamás se ha hecho sobre la santidad (esa realidad tan alejada de  nuestros parámetros culturales) que se ha hecho en el cine y no sólo en el cine. Es imposible que esta película no nos remueva y nos cuestione como seres humanos. Juana representa lo que el ser humano está llamado a ser y casi nunca es: la misma bondad personificada.
             En el plano formal la película es prodigiosa. Trasciende todas las normas y limitaciones del cine de su época. Y es que de no ser  por el silencio y el blanco y negro podría pasar por una película de vanguardia. A menudo se dice que "Ciudadano Kane" fue la película más revolucionaria y rompedora. Tras haber visto el film de Dreyer, tengo mis serias dudas. No se parece  ninguna otra película muda. Dreyer trasciende el naturalismo, el impresionismo, el expresionismo y todas las demás escuelas de su época para crear una obra realmente atemporal.
         El centro de gravedad de la película es el rostro de Juana, que casi siempre aparece en primer plano, y que es, al mismo tiempo, el hilo conductor de la historia y el eje sobre el que giran los demás elementos. Puede que esta película sea el mejor estudio que se ha hecho nunca sobre el rostro humano y su expresividad. De ahí la importancia que tiene la interpretación de Renée Jeanne Falconetti, que lo dice casi todo con sus grandes ojos, y cuya interpretación, inaudítamente natural y actual, está a años luz del histrionismo típico de los actores de su época.
        ¿La mejor película de la historia? Antes lo afirmé, y me mantengo, a pesar de que supone mojarse mucho. Desde luego sólo es una opinión. De lo que estoy seguro es que pocas pueden hacerle sombra. Sé que es una película muy alejada técnicamente de lo que hoy en día estamos acostumbrados, pero por fortuna también lo está artísticamente, y para bien, por eso os ruego que la veáis. Cuando terminé de verla, en los informativos me enteré de que estrenaba la nueva secuela de "American pie". Sin comentarios.

1 comentario:

  1. Pedazo de crítica!No bajas el listón, cada vez es mejor! Que bueno que una película con tan pocos recursos, comparados con los que tenemos hoy día te transmita tantas sensaciones. En momentos de mi lectura me ha parecido que describias un cuadro. Preciosa manera de decir que una película es muy buena, me encanta tu blog, espero con impaciencia tu próxima crítica.

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