miércoles, 18 de diciembre de 2013

Guerra Mundial Z (Marc Foster, 2013)



No soy precisamente aficionado a la películas de “zombies”. Ni siquiera sé muy bien por qué La Noche de los Muertos Vivientes tiene tanto predicamento entre tantos círculos cinéfilos, haciendo de ella una película de culto. Muy a pesar de George A. Romero, el padre del subgénero, que nunca ha entendido esta nueva hornada de “caminantes” hiperactivos y ágiles, este tipo de películas ha vivido una segunda juventud desde el estreno de la interesante y muy británica 28 Días Después. Soy de la opinión de que el cine de ciencia ficción (y en sentido amplio, los zombies entran dentro de esta categoría) reflejan los miedos y neurosis de su tiempo y lugar. Si en los años 60, esta variante del apocalipsis se debía a misteriosos accidentes atómicos, hoy día la causa suele ser una infección vírica, que más que muertos vivientes genera individuos rabiosos, en el sentido más estricto de la palabra.
    Me resulta curioso que el venerable Romero critique la nueva visión con la excusa de la poca coherencia científica, como si esto fuera posible con estas películas. En este sentido, Guerra Mundial Z, un título, por cierto, mucho mas atractivo en sus siglas originales, WWZ, recoge la nueva sensibilidad y la lleva incluso un poco más allá, con unos infectados campeones de atletismo y con la capacidad destructiva de una marabunta elevada a su enésima potencia.
     Pero aunque espectacular, no es en las grandes escenas donde WWZ más brilla. Marc Foster es un gran cineasta, de estilo sobrio, potente y efectivo, aunque no siempre elija guiones a la altura de su talento. Los mejores momentos son los previos a a tormenta, aquellos en lo que la amenaza se intuye sin que se sepa por donde va romper.
     Sin ser una gran película, WWZ es una entretenida e interesante revisión del género, que introduce un original e inteligente contenido de política internacional en su trama, y cuyo guión en los aspectos “científicos” no es ridículo (lo que ya es mucho decir) y que no desprecia los componentes más humanos de la historia.
    En opinión de un humilde servidor, la mejor peli de muertos vivientes, por más que los puristas y mitómanos se puedan rasgar las vestiduras, y otro logro más en la carrera de Brad Pitt, que en los últimos años está mostrando una capacidad exquisita para involucrarse en proyectos estimables... En este caso, además como productor.

Elysium (Neill Blomkamp, 2013)

El sudafricano Neill Blomkamp ya demostró su talento en la magnífica Distrito 9, una de las películas de ciencia ficción más entretenidas y originales de los últimos años. Elysium sigue una línea parecida. Blomkamp sigue siendo deslumbrante en las  escenas de acción, y su capacidad para mezclar lo poético con lo bizarro continúa intacta, demostrando que puede ser al mismo tiempo Schubert y Metallica.
    Al igual que su anterior película, Elysium contiene una fuerte crítica social... un alegato contra la discriminación que incluye la denuncia profética y evangélica de que los últimos serán los primeros y los primeros los últimos. 
    La nueva película de Blomkamp no es perfecta. Sigue las líneas maestras de su anterior obra, por lo que la originalidad, una de las grandes bazas, se pierde. Sin embargo, aunque acusa de ciertos tópicos, el autor sudafricano (también escritor y coproducto del film), logra salir airoso de ellos, y si lo que vemos nos resulta familiar, la honestidad y profundidad con la que se cuenta logre que  lo perdonemos. Sin ninguna duda, la película elude el mayor peligro de este tipo de películas: optar por un sentimentalismo facilón y empalagoso.
     Elysium no será una obra maestra, pero sí una muy digna película de ciencia ficción, correcta en su planteamiento y soberbia en su ejecución. Con ella, Blomkamp sigue demostrando que tiene mucho que decir en el cine, tanto creando de historias, como contándolas. Sólo me atrevo a darle un pequeño consejo: que se busque un buen coguionista, que le ayude a darle otra perspectiva y riqueza a sus ya buenas historias, pues en general todos los escritores-guionistas, por capaces que sean, pecan en lo mismo: sus películas acaban por parecerse demasiado.

viernes, 29 de noviembre de 2013

Collateral (Michael Mann, 2004)

Aunque algo irregular, Michael Mann es un muy buen director, especialmente de películas de acción o suspense. Su película que más me gusta es la grandiosa y épica Heat, de alguna manera El Padrino de los 90. De elegir una segunda película, no albergo ninguna duda, pues dejando a un lado la mediocre Corrupción en Miami, y las estimables aunque algo fallidas Enemigos Públicos y El Dilema, este honor le corresponde claramente a Collateral.
    No es casualidad que las dos mejores películas de Mann estén ambientadas en Los Angeles. El director tiene una capacidad única para retratar la ciudad, convirtiéndola, más que en el marco de la acción, en otro personaje de la historia, con carácter propio y total protagonismo. Uno tiene la sensación de que, literalmente, Mann lo lleva a la ciudad, y, lo que es más difícil, que ha captado por completo su pulso y carácter y lo trasmite con toda fidelidad.
    En Mann, la enorme ciudad californiana representa la concreción en su máximo exponente de la cultura capitalista occidental: desmesurada, hipnotizante, solitaria, anuladora del individuo y rival de la naturaleza, sobre todo de noche, cuando su iluminación artificial sustituye a la natural ... como si fuera entonces cuando muestra su verdadera cara, sin un sol que las matice. Lo nocturno no sólo es una cuestión de tiempo o de estética, sino también moral. El ambiente de las fuerzas invisibles y oscuras que realmente nos rigen: el poder, el dinero, el crimen,...
    Como Heat, Collateral no es sólo una película de cine negro (y de las mejores que se han hecho), sino un retrato exagerado, pero no por eso menos veraz, de nuestra sociedad. Si la obra maestra de Mann es una monumental película coral, como una gran tragedia griega contemporánea, en Collateral, se opta por el minimalismo: la "sencilla" historia de un taxista secuestrado por un sicario, obligado a llevarlo de un sitio a otro para que lleve a cabo despiadada misión. 
    Pero no es la acción lo mejor de la película, y eso teniendo en cuenta que probablemente Mann sea el mejor director de secuencias de este tipo, con el permiso de nuestro querido Winding Refn, sino la relación y la tensión que se establece entre los dos protagonistas, un estupendo Tom Cruise,  como el villano, y un, más estupendo aún, Jamie Foxx como el sufrido taxista.
    Collateral es una de las películas emblemáticas del primer decenio de nuestro siglo. Dura, seca, hermosa y, a ratos, hasta mística (el coyote que cruza la calle es una imagen que equivale a todo un ensayo sobre nuestra relación con nosotros mismos y con la naturaleza), es de obligada visión.

martes, 26 de noviembre de 2013

La Mejor Oferta (Giuseppe Tornatore, 2013)

La Mejor Oferta es una película que empieza magistralmente, se desarrolla con creciente torpeza y acaba resultando realmente enojosa. Sin ser una mala, no deja de ser del montón, algo perdonable en otras, pero no en un film con tantas pretensiones artísticas. 
    A veces me cuesta entender el criterio de la mayoría de los expertos. Aclamada en el festival de Berlin y festejada por el cada vez más incomprensible crítico Carlos Boyero (a partir de ahora veré lo contrario de lo que recomienda) como lo mejor del cine de estos años y (¡con espíritu profético!) de los venideros, me resulta un clarísimo ejemplo de como tener talento visual no es suficiente para ser un buen director.
    Y, ¡sí! estoy enfadado con Giuseppe Tornatore por hacer maravillosamente lo más difícil y meter la pata hasta el fondo en lo más fácil. Tornatore es un esteta puro (y lo digo en el buen sentido de la palabra), y alguien con una destreza innata  para comunicar con imágenes. Le bastan quince minutos sin apenas diálogos para crear un personaje, una atmósfera y una historia tan inquietantes como apasionantes. En este tiempo tenemos la sensación de que vamos a asistir a una obra maestra, algo parecido a lo que sintieron los primeros espectadores de Vértigo o Psicosis (la referencia a Hitchcock no es gratuita, pues me sorprendí pensando que Tornatore se aunaban el maestro inglés y Visconti). Sin embargo, ¡ay!, mi emoción se fue disipando conforme pasaban los minutos.
    Al director italiano le faltan inteligencia o valor para narrar. No pudo evitar andar por senderos ya muy trillados, pues prometiendo  ser distinta, la película acaba siendo igual a una de tantas... Podría haber alcanzado fácilmente la excelencia si hubiera evitado que todo fuera tan predecible (falta de inteligencia narrativa), o bien siendo más honesto y descarnado al describir los sentimientos de los personajes (falta de valor)... mejor aún, haciendo las dos cosas.
    Creo que a Tornatore le pasa como a Spielberg. Ambos son buenos directores, pero parecen tener un miedo enfermizo a desagradar al respetable y una insoportable tendencia a lo empalagoso y políticamente correcto: cuando son valientes y toman decisiones arriesgadas, reculan, y, queriendo contentar a todo el mundo, no contentan a nadie. Desde luego, esto es un decir, porque habida cuenta de lo bien que se recibió en Berlín y de la puntuación tan alta y las críticas tan buenas que he encontrado en IMDb, no puedo sostener lo último.
    A mí desde luego, no me ha gustado. 
    Curiosamente, la mejor expresión que se me ocurre para describir esta película que trata sobre el arte, sus falsificaciones, etc, es la de bisutería de lujo.
    Destacar la maravillosa interpretación de Geoffrey Rush, durante toda la película, y la de Sylvia Hoeks, mientras sólo nos muestra a su personaje telefónicamente. Si la hubiera visto doblada ni siquiera me quedaría este consuelo.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Repeater (Fugazi, 1990)

Es evidente que si se os nombra grupos como los Nirvana, Soundgarden o Rage Against the Machine, casi todos, por no decir todos, no tardáis en situarlos y caer en la cuenta de quiénes son. Sin embargo, estas famosas bandas le deben mucho a una bastante menos conocida: los Fugazi, un cuarteto formado a finales de los 80 en Washington D. C. 
    Aunque en un principio enclavados en el género punk, su creatividad y fuerza pronto los llevó a romper las convenciones musicales y crear un estilo propio que sentaría las bases de gran parte de la música de los noventa. En ellos destaca un tratamiento de la sección rítmica nunca visto, donde la batería y, especialmente, el bajo adquieren un protagonismo sin precedentes. 
    Repeater, su primer LP, marcó un antes y un después en la música Rock. Se que esto se dice con demasiada frecuencia, pero en el caso de este disco creo que es la única manera de hacerle verdadera justicia. Desde mi punto de vista supuso un salto creativo de unos 10 años, y marca uno de los puntos de inflexión claves entre la música de los 80 y el de los 90. Su influencia es evidente en grupos como Nirvana, Slint o System of a Down y, de una manera especial, en Rage Against the Machine... toda la energía, potencia y rabia de la banda angelina ya aparece en este álbum. Al igual que los RAGM, los Fugazi, también utiliza la música como medio de protesta, pero si la música de los californianos es visceral, la de los Fugazi supone un equilibro perfecto entre rabia e inteligencia.
    A continuación hablamos un poco de cada una de las pistas de este magnífico disco.
    Se abre con Turnover, que en un gran disco brilla de una manera especial. Impecable en su planteamiento y en su ejecución, con momentos serenos y otros explosivos, sienta las bases de lo que será el resto del disco.
    Repeater la sigue sin solución de continuidad. En ella es más evidente aún el papel nuevo que va jugar la sección rítmica. El salto adelante de una dedada respecto a la música anterior es evidente, sobre todo en sus "interludios".
    Brendan #1 es un intermedio puramente musical, donde destacan la batería y, especialmente, un soberbio bajo.
   Merchandize es, de alguna manera, la canción más convencional, en la que con más facilidad se ven sus precedentes punk.
    La crítica contra el consumismo Blueprint, un poco más baja de revoluciones, muestra que la banda puede mantener diferentes grados de intensidad sin perder nunca su potencia intrínseca, y que su genialidad les permite prefigurar, como quien no quiere la cosa, a los futuros Nirvana.
    Sieve-Fisted Find tal vez sea uno de los mejores ejemplos de la inteligencia con la que plantean sus temas y la garra con la que los ejecutan. De nuevo dominada por los elementos rítmicos, oscila entre el muy rápido y el más rápido aún.
    La sencilla Greed más que una canción es un grito de rabia, justo la preparación ideal para... 
    ... Two Beats Off, sin duda una de las cimas creativas del álbum, en la que se con claridad los nuevos caminos descubiertos y explorados por la banda, sobre todo en el uso de la voz y del bajo. Los RAGM se profetizan claramente.
    Styrofoam sorprende por sus influencias del folklore de Europa del Este, adelantándose 15 años a los System of a Down.
    Reprovisional es una pista menos desafiante que las otras. De alguna manera sirve de moraleja o recapitulación de todo el disco. Todo eso porque...
    ... Shut the Door es la menos convencional de todas... Un tema que recoge el espíritu simbólico y nihilista de los Doors más psicodélicos para indicar el camino a los futuros Slint. El grupo rompe con todas las reglas y adelanta el post-rock. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

Prisioneros (Denis Villeneuve, 2013)

Prisioneros ha sido la gran sorpresa del año, una película de la que no había oído hasta que prácticamente llegó a los cines. La primera noticia que tuve de ella, fue la de la estancia de su protagonista en el festival de San Sebastián, donde ganó el premio al mejor actor, cosa, por otro lado, no muy habitual para el protagonista de un film de intriga (intentaré evitar la palabra "thriller" en la medida de lo posible.
    No puedo decir prácticamente nada de su director, en mi caso un perfecto desconocido. Incluso repasando sus películas en IMDb, no encuentro ninguna que haya vista, o de la que al menos tenga noticias. No importa, Prisioneros es una magnífica y deslumbrante película de intriga, que yo situaría inmediatamente en El Olimpo del género, un cruce de caminos entre Mystic River, El Silencio de los Corderos y Zodiac, tan descarnada como la primera, aterradora como la segunda y exasperante como la tercera. 
    Lo primero que llama la atención de esta película es su duración, casi dos horas y media. Eso la hace tres cuartos de horas más larga de lo que lo suelen ser estas películas. Curiosamente la acerca a Zodiac, que es con la que guarda mayores similitudes narrativas. Estos 45 minutos extra fueron una apuesta muy arriesgada, ya que la relativamente sencilla trama podía resolverse en bastante menos tiempo... pero han acabado siendo la gran virtud del film, y lo que la diferencia del resto de pelis del género.
     Prisioneros se centra más en los aspectos internos que externos de la historia. Más que los acontecimientos, investigaciones, pistas, la película el eje de la historia es el padre, su angustia, impotencia, rabia, conflictos morales... Prisioneros es una película que plantea muchas preguntas y pocas responde, dejándole ese privilegio al espectador. 
     Un film de estas características sólo puede sostenerse gracias a grandes interpretaciones, y en Prisioneros todos sus actores están estupendos, especialmente sus protagonistas Jake Gyllenhaal y Hugh Jackman. Pero es el actor australiano el que se adueña de la función... Dueño y señor de cada fotograba en el que aparece, Jackman nos regala una interpretación portentosa, de una intensidad pocas veces vista. Es prácticamente imposible no hacer tuyos cada uno de los sentimientos de su personaje, y en un conjunto tan logrado su imponente presencia brilla de un modo especial.
     No quiero decir mucho más para no desvelar demasiadas cosas de la trama. Sólo decir que Prisioneros es una película de dos horas y media, que me parecieron la mitad. En ningún momento, me revolví del asiento o aparté la vista. Cada minuto me tuvo pegado a la pantalla... desde el primer fotograba al último todos están llenos de sentido.
    Por favor, no os la perdáis.

lunes, 28 de octubre de 2013

La Señora sin Camelias (Michelangelo Antonioni, 1953)

Prácticamente no se nada sobre el cine de Antonioni. Sé que era uno de los directores favoritos de Andrei Tarkovsky, y si bien éste se decepcionó cuando el italiano se pasó al cine de color, no por ello dejó de admirar como referentes y obras maestras las anteriores películas del maestro italiano.
         Cualquiera que me haya seguido un poco sabrá que siento una debilidad especial por el director ruso, aunque no comparta todas sus opiniones. Creo que nadie ha tenido tan claro que el cine debía liberarse del teatro y de la novela y encontrar un lenguaje propio. Por tanto, si el sentía admiración por Antonioni, es porque este fue un director profundamente personal y comprometido con dignificar el cine, aparte de su indudable talento.
         No se puede decir que La Señora sin Camelias sea una obra maestra. Probablemente, en la carrera de Antonioni incluso sea una obra menor. Pero no por ello deja de ser una pequeña joya. Toda la película respira una dulzura exquisita. Su historia no es un gran cosa, pero la transmite con tanta delicadeza, intensidad y sinceridad, que no podemos dejar de interesarnos por su protagonista. 
        La Señota sin Camelias es una película más interesante por lo que deja entrever que por sí misma. Detrás de ella se vislumbra, un maestro de la imagen, tan bueno que sabe disolverse en su obra, con un dominio absoluto de la puesta en imagen. En pocas películas he visto ese continuo trasiego de personajes que entran y salen, resuelto con esa habilidad, tanto más notable, cuando no se hace notar. También se percibe a un artista de una gran sensibilidad para lo humano, especialmente lo femenino, y capaz de plasmar con asombrosa facilidad todas las miserias de un tiempo y un ambiente sin por ello dejar de ser un poeta.
      Disfruté mucho viendo está película, pero sobre todo me ha abierto el apetito por este gran cineasta, que para mí era un desconocido.

jueves, 24 de octubre de 2013

Sinister (Scott Derrickson, 2012)

Probablemente alguno de vosotros creáis experimentar una deja vú. No es que la mente os esté jugando una mala pasada... ya escribí sobre esta estupenda película hace algún tiempo. Sin embargo, nunca estuve contento con mi artículo. En realidad, nunca lo estoy del todo, pero en este caso acabe realmente frustrado... lo que se plasmó en pantalla no tenía apenas relación con mis pensamientos, y, sinceramente, opino que era una crítica horrible, que no decía nada. Mi intención es arreglar este entuerto y hacer algo de justicia a esta película tan buena como infravalorada, salvo honrosas excepciones, y devolverle algo de los buenos (malos) momentos que he pasado viéndola.
     Con ese título supongo que no costará demasiado darse cuenta de que esta película es de terror. Confieso mi admiración rendida por este género, que es mi favorito. Cuando adolescente me encantaban las pelis de acción, y parece que con los años me he oscurecido un tanto. Pero no quiero ser el típico fan descerebrado. Precisamente al contrario... dado que es un género que adoro, detesto verlo tan maltratado, convertido en un producto de consumo rápido, de moda, casi una caricatura de sí mismo y enfocado incomprensiblemente a adolescentes. En mi opinión no es justo: la comedia y el terror son los dos géneros más subestimados, probablemente debido a una vacía pose de intelectualidad. Es cierto  que contadísimas películas de miedo pueden considerarse grandes películas (Psicosis, El Resplandor, Rosmary's Baby, Carrie, Alien y muy pocas más). Pero ahí están, demostrando lo que el género puedey no es por negligencia y prejuicios. Recordemos el caso de Hitchcock, uno de los grandes maestros, que consagró su vida básicamente a asustar al personal, y que no me vengan con la distinción entre Thriller y Terror, que es meramente nominal.
       ¿Tiene esto algo que ver directamente con la película que nos ocupa? Pues sí, y mucho. Sinister es en primer lugar un acto de amor hacia el cine de terror. El primer gran acierto Scott Derrickon, (director y coguionista), que ya había mostrado sus buenas maneras en El Exorcismo de Emily Rose, es entender y sentir su película como un sincero homenaje a lo mejor del género. Con esa buena intención construye una sólida película que bebe de las mejores fuentes, sin dejar por ello de ser profundamente original.
      Al contrario que en la inmensa mayoría de películas de miedo, los personajes no son estereotipos, sino que se han creado con mimo, gusto e inteligencia. La clave de Sinister es que, despojada de sus elementos de género sigue siendo una magnífica película, profundamente humana. Una historia sobre la obsesión por el triunfo y el consiguiente miedo al fracaso, sobre la imposibilidad de salir de un circulo vicioso una vez se ha caído en él a pesar de ver como se destroza todo nuestro mundo. También es la historia de cómo los cantos de sirena (dinero y fama) nos puede alejar de lo más valioso (el amor, la familia, nuestra propia salud...). Ethan Hawke compone un inolvidable personaje que debería pasar a la historia del género con mucho más motivo que el Jack Torrance de El Resplandor (al fin y al cabo, este último, un estereotipo de tipo que se vuelve loco debido al aislamiento). Su Ellison Ostwald es mucho más complejo, poliédrico, real... Un individuo tan consumido por sus propios demonios que no ve otros; inteligente, irresponsable, cabezota...
        Pocas películas recuerdo que hayan reflejado el amor de una manera tan natural y tan vivida. Estamos acostumbrados a las historias románticas de chico conoce chica, en las que cuando por fin se encuentran el uno al otro, el telón se baja. Como si estuviera en una etapa adolescente, el cine se resiste a mostrar el amor como algo que se construye día a día, la vida cotidiana de una pareja y una familia que se quiere. Hay determinados momentos de la cinta en los que imposible no sentirse reflejado, sobre todo cuando, como en la película se es un hombre complicado, frágil y con terror hacia el fracaso, incapaz de disfrutar de las cosas sencillas y verdaderas de la vida, pero se tiene la infinita bendición de contar con una maravillosa mujer al lado fuerte, comprensiva y dulce, la única  persona capaz de poner algo de verdadera cordura y orden en nuestra caótica vida.
       ¿Pero es que Sinister no es una película de terror? Por supuesto, y da mucho miedo, pero no en plan ¡uuuuhhhhh!, sino de una forma mucho más profunda y terrible. Pero prefiero que eso las descubráis vosotros mismos.
          Nos encontramos un precioso pájaro raro. Una magnífica película de terror, bastante mejor que Insidious y muchísimo mejor que La Conjura (no sé lo que los críticos vieron en ella), cuya mejor escena es una discusión marital.


miércoles, 23 de octubre de 2013

Solo Dios Perdona (Nicolas Winding Refn, 2013)

Pocas películas han sido tan criticadas este año como la última del director danés Winding Refn. Presentada en Cannes, fue mayoritariamente despreciada, con algunos miembros de la audiencia llegando, incluso, a irse durante su proyección. Dos fueron, principalmente, los motivos de su rechazo: su extrema violencia y lo absurdo de su historia, si es que la había (según algunos). Sin embargo, no perdí mi interés en verla, en parte porque Drive, su anterior película, es una de mis favoritas, sino porque también me encanta su trilogía Pusher. ¿Podía este señor tan talentoso hacer un auténtico pestiño? Desde luego, no sería el primer caso de una gran director que hace un gran bodrio... no fue así.
         Pocas películas resaltan tanto la subjetividad de toda crítica de cine. El buen crítico no se caracteriza por tener un gusto infalible (ninguno lo es) sino por la calidad de sus argumentos a favor o en contra de la película. Esto no significa que todo valga... las películas de un determinado estilo pueden gustarnos más o menos, pero no se puede decir es que Scary Movie sea tan buena o mejor que La Palabra, de Dreyer.
         Dicho esto, Sólo Dios Perdona me pareció magnífica, una de las mejores, más originales y sugerentes películas que he visto en lo que llevamos de año. Cierto que no es para todos, pues no tiene una estructura narrativa clara, aunque no por ello deje de contar una historia, más insinuada que narrada, con muchos puntos confusos e incompletos. No es una negligencia de Winding-Refn (también guionista), sino algo deliberado: crear una atmósfera onírica en la que el espectador no debe esforzarse por entender, sino dejarse impregnar de su sensualidad y su extraña e intensa belleza.
         Probablemente muchos se decepcionaron, al esperar una nueva película en la estela de la magistral Drive. Sólo Dios Perdona, no es una película tan redonda, tan potente argumental como visualmente. El estilo prevalece sobre el contenido, pero no en un ejercicio vacío como Holly Motors, y compone  en un hermoso y violento poema visual, en una imposible y soberbia comunión entre Tarkovsky y Tarantino.
         A mi juicio, Sólo Dios Perdona muestra que el director danés es uno de los mejores de su generación, si no el mejor. También se revela, como el mencionado Tarantino, en un genial reinventor de géneros "menores". Si en Drive creaba una obra de arte partiendo de la base de las pelos de acción de coches y chicas de los ochenta, en Sólo Dios Perdona hace lo mismo con el cine oriental de artes marciales. 



domingo, 6 de octubre de 2013

Gravity (Alfonso Cuarón, 2013)

Muy a mi pesar, ya que fui a verla muy ilusionado, Gravity me ha dejado una sensación agridulce. Los logros visuales de la película son innegables. Nunca hasta ahora se había hecho un uso tan bueno de las 3D en el cine. En esta película, la sensación de profundidad no es un mero adorno ni un recurso facilón para sorprender a la audiencia, sino una de sus razones de ser... un elemento esencial para atrapar al espectador y llevarlo literalmente a otro mundo. En Gravity, el espacio exterior no se ve: se siente. Estamos ante una película que por méritos propios se convierte en una experiencia nunca antes vivida.
      Junto con la tercera dimensión, el propio espacio exterior es el otro gran hallazgo de la película. Nunca el vacío se había mostrado  de manera tan precisa: el ambiente más inhóspito imaginable, donde no existe ninguna de las normas que permiten la vida. Sin aire, sin fuerzas de gravedad que proporcionen puntos de apoyo, sin rozamiento que frene o altere los movimientos una vez iniciados, este infierno oscuro y mayormente frío es la mayor amenaza para la vida, un ambiente en que los seres humanos son monigotes víctimas de las implacables leyes de la naturaleza, que tan benévolamente nos tratan en nuestro planeta, pero que tan despiadadas son fuera.
    Si a esto le sumamos una historia tan sencilla como efectiva y desasosegante, esta película tenían todos los números para convertirse en un hito cinematográfico. Sin embargo aquí empiezan los peros.
   Nadie duda del talento visual de Alfonso Cuarón. Lo demostró sobradamente en su anterior película Hijos de los Hombres. Sin embargo esa tendencia tan briandepalmesca al virtuosismo, con esos planos barrocos e interminables con movimientos de cámara imposible no es lo que mejor sienta a la película. Una dirección más pausada, con planos más lejanos y fijos hubiera sido más acertado en mi opinión, ya que hubiera resaltado mucho más la fragilidad humana en medio del espacio interminable.
     Tampoco el tratamiento de los personajes es, en mi humilde opinión, el idóneo. En primer lugar, en una historia tan primitiva cómo esta, pues a pesar de todo su artefacto, trata de la lucha por sobrevivir, la sobrexplicación de los protagonistas está de más. El tanto hablar de sus pesadillas, traumas, anhelos,... Distrae al espectador de lo realmente importante: el aquí y ahora de la historia. Además, tanto detalle personal convierte en estereotipos (el aventurero valiente y simpático, la intelectual traumatizada) lo que simplemente deberían ser dos personas luchando por vivir en un entorno donde ninguna de las habilidades que usamos en nuestra vida normal nos sirven. Por otro lado, el exceso de diálogo desentona en un ambiente mucho más propicio para el silencio y la contemplación.
     Que quede claro que Gravity es una película estimable, y que, básicamente, me mantuvo pegado a la butaca. Aún así, no pude evitar cierto fastidio al ver en este film tan prometedor los mismos defectos que en la mayoría de películas contemporáneas: la predilección por el espectáculo sobre la contemplación pausada, el miedo al vacío, como si el silencio y la pausa irremediablemente aburrieran al espectador, y esa tendencia a la verborrea explicativa, como si los que la vemos no fuéramos capaces de sacar nuestras propias conclusiones. ¿No tiene más encanto lo sugerido que lo explícito? Curiosamente los mejores momentos de la película son aquellos en los que Cuarón se olvidad de la trama principal y se recrea en la inmensidad y belleza del universo, cuando su inconsciente lo separa de Brian de Palma y lo acerca a Tarkovsky.
      Una pena, porque apuntando a obra maestra indiscutible se queda en buena película.

sábado, 5 de octubre de 2013

The Act of Killing (Joshua Oppenheimer, 2012)

Hay ciertas obras que están más allá de los criterios convencionales. Los hombres que leyeran las primeras noticias sobre los campos de exterminio nazis, ¿se pararían a juzgar el estilo literario del periodista? Evidentemente no, y es que hay veces que el contenido es tan rotundo que el estilo es una cuestión prácticamente irrelevante.
       Viendo la película de Oppenheimer me he sentido tan impactado y abrumado con lo que he he visto que poco me he detenido en pensar sobre sus aspectos estilísticos. 
       ¿De que trata este documental? ¿Del régimen de impunidad y crueldad que se instauró en Indonesia y que condujo a la muerte de más de dos millones de personas acusadas de comunistas? En principio, sí. Yo he visto más bien, una aterradora y surrealista crónica sobre la degradación humana, testimonios en primera persona de crueles verdugos presumiendo de sus torturas y ejecuciones. 
    Nos gusta llamar a estas personas monstruos, animales o psicópatas. Yo creo que son eufemismos... los monstruos no existen, los animales sólo excepcionalmente atacan a sus congéneres y los psicópatas son personas que padecen una terrible enfermedad de la que ellos son las primeras víctimas. No... los autores de esos crímenes de guerra son personas, y eso es lo que más nos asusta. Por eso queremos exorcizar nuestro miedo utilizando palabras que nos separan de ellos... pero son hombres como todos los demás. Desgraciadamente la crueldad, el sadismo son tan humanos como la compasión y el amor.
       La película es un auténtico descenso a los infiernos de la miseria humana. No encontraremos conflictos, sino una vulgaridad y una impunidad insoportables. A los "malos" le gusta verse en el cine. Los villanos de películas por lo general son sofisticados, misteriosos e inteligentes. Visten bien, están acompañados de chicas guapas, mantienen brillantes conversaciones cínicas, son carismáticos, valientes y tienen un peculiar código de honor que los asemeja con alguna extraña hermandad de guerreros. Roberto Saviano se quejaba en su extraordinario libro "Gomorra" del mal que las pelis de gángsteres habían causado, dando a los mafiosos de verdad una imagen idílica con la que identificarse. En la película basada en su libro, hay una clara intención de desmitificar a la "cosa ostra" sus "capos" son vulgares, horneras, feos, incultos, pretencioso y de un mal gusto insoportable, más dignos de un "Sálvame" que de un "Documentos TV", mas emparentados con un "culebrón" que con el cine negro.
           Todo lo que en la estupenda película italiana se entreveía, en el documental de Oppenheimer se muestra con toda su crudeza. Esos terribles verdugos, con miles de muertes y torturas sobre sí, son unas personas vulgares, jactanciosas y estúpidas, más típicas de una taberna de mala muerte que de un campo de concentración... la terrible banalidad del mal.
            Esta película no deja mucho aire al espectador, que asistirá repugnado y desconcertado a como estas personas, por puro egolatrismo, representan sus atroces crímenes (algunos difícilmente imaginables), a veces como ejecutores y otras como víctimas, creyendo que están haciendo una magnífica película de cine negro para que el resto del mundo sepa de su "valentía" y su "idealismo". Desde luego, la impunidad y el descaro con el publican sus crímenes ante sus propias víctimas, dice mucho sobre la justicia humana. Sin embargo, hay cierta esperanza de una justicia más profunda, inapelable y terrible... la de los fantasmas de sus víctimas que se aparecen en sus pesadillas, ese intento inútil de autoconvencerse de que hicieron lo necesario, para evitar unos remordimientos que no desaparecen, las arcadas al visitar los lugares de los crímenes.
        Viendo esta película sólo me queda sitio para una esperanza... la de la Justicia Divina, y que nadie piense en infiernos medievales, hablo de las pesadillas, los remordimientos, la imposibilidad de escapar de la propia conciencia, cómo el propio cuerpo se revela contra las maquinaciones de la mente, como si, a nuestro pesar, el signo divino que Dios puso en nosotros reclamara su lugar contra nuestra voluntad, recordándonos dolorosamente que fuimos creados para el bien y no para el mal. Creo que ese es el verdadero infierno, no un lugar, sino el vivir apartado del resto de tus semejantes, por la certeza de los crímenes cometidos, uno intentará evadirse con dinero, lujos, sexo... pero, como, toda embriaguez, pasa y llega la resaca, llena de miedos, soledad y dedos acusadores. 
       Puede que esto sea lo que yo quiero ver, y, sinceramente, en algunos verdugos, lo percibo. Y que conste que no lo busco por venganza, sino porque es la única forma de reclamar la dignidad humana que se me ocurre. De no ser así, de este mundo podría decirse lo que del infierno de Dante: Quien entre abandone toda esperanza.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Children (Terence Davies, 1976)

Sin ser uno de los directores más conocidos, en mi opinión, Terence Davies es sin duda alguna uno de los grandes cineastas de la historia, digno de contarse entre unos pocos elegidos, como Buñuel, Bresson, Dreyer, Bergmann o Tarkovsky, entre otros.
    Davies es una anomalía en el cine británico, de una alta calidad media, pero convencional y falto de autores realmente originales y con una perspectiva verdaderamente personal.  Gran Bretaña ha dado muchos buenos directores contadores de historias, artistas que trasmiten con eficacia, convicción e, incluso, belleza una buen argumento. Davies es algo más, y eso es lo que lo separa de sus compatriotas. Como los pertenecientes a la breve y excelsa lista que he citado, es dueño de un lenguaje propio, esencialmente cinematográfico y no traducible directamente a ningun otro arte. De estilo sobrio, sosegado, distante y cercano a un tiempo, una breve secuencia suya equivale a un parrafo de Dostoevski. Sus imágenes tienen por sí mismas, sin apenas el apoyo de las palabras, la capacidad de adentrarnos en los grandes misterios de la vida: el amor, el desamor, la soledad, la tristeza, la muerte... Davies nos transporta directamente a ellos de una forma directa, no conceptual, sin palabras, como la música. El cine Davies, y es algo que lo hace casi único, no trata de ideas, sino de sentimientos, en el sentido más profundo y verdadero de la palabra. Asimismo, este gran artista deja al espectador total libertad de interpretación. No juzga ni opina de sus personajes, los retrata. Al contrario que la nueva oleada de directores "intelectuales", como Haneke o Seidl, no es un entomólogo de la naturaleza humana. Aunque se mantenga a distancia, Davies no por eso es frío o desapasionado.
    Children es tristísimo cuento sobre la vida, pero sobre todo sobre la infancia. Normalmente pensamos en nuestra infancia como una época idílica, libre de las preocupaciones y sinsabores de la vida adulta. Sin embargo en esta pequeña joya de apenas 45 minutos, Davies me ha recordado esa otra cara de la infancia en la que casi nunca caemos. El desamparo, el miedo, la incomprensión hacia un mundo que no es el nuestro, ya que está hecho por y para los adultos, la infinita tristeza vivida a esa edad, mucho más terrible por que ni tenemos palabras para trasmitirla ni los que nos rodean nos entienden. 
    Ahora que lo escribo creo que la idea o mejor dicho vivencia que he sacado de este largometraje es que cada niño es una isla, muy delicada y con una inagotable necesidad de protección y comprensión. Queda claro que los grandes cineastas saben hacer mucho más que entretener. 

miércoles, 22 de mayo de 2013

Metallica: Some Kind of Monster/Anvil: The Story of Anvil (Joe Berlinger & Bruce Sinofsky/Sacha Gervasi, 2004/2008)

Hay algunas veces que tiene más sentido hacer una critica conjunta de dos películas que dos críticas por separado. No creo que haya mejor ocasión para hacerlo que esta. Metallica y Anvil (por abreviar los nombres) son, al mismo tiempo que películas gemelas, diametralmente diferentes. Ambas son magníficos documentales que tienen como protagonista una banda de heavy-metal, pero son el anverso y el reverso de una misma realidad: el rock (o mejor dicho, la industria discográfica)
          No es exagerado decir que el género documental está experimentando una especie de época dorada. Es frecuente que sean mucho mejores que su homólogas ficticias. La razón parece clara: quién quiere hacer un documental, generalmente, es alguien comprometido con la realidad y con una historia, mientras que muchas veces las películas de ficción solo se hacen pensando en la taquilla. Desde luego no voy a ocultar mi predilección por este género, que muchos consideran aburrido, pero que a mí pocas veces me ha decepcionado.
        Metallica y Anvil pueden parecer productos para aficionados a la música heavy y que poco tienen que decir al resto de nosotros. Nada más lejos de la realidad. Son documentales que diseccionan con una precisión quirúrgica muchos aspectos de la condición humana y de la sociedad.
       Como bien dice su título, Metallica es una especie de monstruo. Probablemente sea la banda de metal más importante de la historia, y no lo digo por sus ventas, sino por la mágnifica calidad de sus cinco primeros discos. Después de eso cayeron en una especie de depresión creativa. Metallica el documental, retrata la grabación de su úndecimo álbum, St. Anger, unos veinte años después de su época gloriosa. Su bajista acaba de abandonar el grupo, porque se siente cercenado creativamente. Lo que queda de la banda es una guerra de egos, especialmente entre el vocalista y guitarra y el batería. El proceso de grabación es poco menos que agónico y claustrofóbico. Nos agobiamos como ellos por la inspiración que no llega, asistimos al proceso de creación de unos músicos para los que la rabia es ya algo cerebral, una pose, y no una cosa que le salga de las vísceras. Ellos son consciente de ello, pero no pueden permitirse para la máquina porque es demasiado grande y mueve demasiado dinero. 
            Anvil es todo lo contrario. Una banda talentosa que sirvió de inspiración para muchas otras que triunfaron, a pesar de que ellos pasaron desapercibidos. Como no pueden dedicarse únicamente a la música, tienen otros trabajos (el vocalista es repartidor de catering). Sus problemas económicos son evidentes y viven en, cuando menos, humildes condiciones. De vez en cuando dan un concierto en algún bar local, donde asisten sus incondicionales, o les sale alguna gira por Europa, donde apenas se les anuncia o se les paga (pierden dinero con la gira). Es muy ilustrativo ver como llegan tarde a un concierto porque pierden el tren o porque no encuentran la calle del local. Sin embargo, no pierden la ilusión por la música y esperan tener la oportunidad de dedicarse a ella por entero y de que se reconozca su talento. Y realmente son buenos... no han perdido nada de sus frescura original y con cincuenta años tienen espíritu adolescente. Más que una banda de rock, son amigos y más que amigos son hermanos, en lo bueno y en lo malo.
          Como decía son documentales magníficos. Pero verlos juntos y compararlos enseña más sobre la condición humana que las obras de Shakespeare. No os los perdáis.

martes, 14 de mayo de 2013

Al Azar, Baltasar (Robert Bresson, 1966)

Son muchos los directores que se llaman artistas. Sin embargo pocos son los que realmente merecen este nombre. Bresson es una de esos dierectores excepcionales que han dignificado el cine, ni más ni menos, convirtiendolo en un arte en igualadad de condiciones respecto a las artes clásicas, al mismo tiempo, o precisamente por eso, que lo dotaba de un lenguaje propio, diferente al de la literatura o el teatro, que tradicionalmente han sido los grandes referentes del cine.
Se abusa mucho de la expresión "poeta de la imagen". Bresson si lo es, y no porque se recree en las imágenes bonitas o sugestivas en un ejercicio de virtuosismo vacío. La técnica de Bresson consiste en desnudamiento. Despoja la imagen de todo lo accesorio ya la deja solo en lo esencial. Bresson nunca nos da un fotograma de más, una secuencia de más, un adorno o diálogo de más.
       Si algo define el arte de Bresson es la esencial. Todo lo que se muestra en la película es necesario, y no puede evitarse la impresión de que no podía contarse de otra manera. De forma que el arte de Bresson llega a ser casi metafísico, en el sentido de que se basa en la necesidad.
        Precisamente gracias a esta austeridad, las películas de Bresson son inigualablemente bellas. Una belleza profundamente humana y sencilla. 
         Pero no penseís que el cine de Bresson es mero continente. Todo sus estilo está al servicio de un objetivo retratar la naturaleza humana. El ser humano de Bresson es frágil, pecador, sufriente, digno de lástima unas vecesy  de rechazo otras, pero, sobre todo una débil caña agitada por el viento. Todo esto lo saber mejor que nadie nuestro protagonista Baltasar, un asno santo, testigo y chivo expiatorio  de todas las maldades humanas, en otras palabras, otro Cristo.
         Nadie debe perderse esta joya.

lunes, 22 de abril de 2013

Berberian Sound Studio (Peter Strickland, 2012)

Berberian Sound Studio es una de las películas más desconcertantes y originales que he tenido la oportunidad de ver últimamente. Sincera como pocas, es un acto de arte puro, tanto por su calidad como por su planteamiento, sin ninguna concesión a la galería. 
    Sobre un sentido homenaje al "Giallo" (revisión italiana del género de terror típica de los años 70, sangrienta y erótica al mismo tiempo, y, por regla general de ínfima calidad), Strickland construye una obra personalísima, en las antipodas del género que quiere homenajear. 
    Berberian Sound Studio nos cuenta la historia de un apocado editor de sonido británico que es contratado por una productora italiana para crear la identidad sonora de su nueva película, una sangrienta y desagradable historia sobre espíritus, brujas, torturas y violaciones. No acostumbrado a ese tipo de cine, nuestro protagonista poco a poco se va infectando del ambiente sórdido y demente que rodea al film y a la productora.
   Strickland toma la arriesgada decisión de no decir nada y sugerirlo todo. En Berberian Sound Studio ni la historia ni los personajes avanzan, sino que más bien giran y giran sin sentido como en una especie de tiovivo zombie atraídos por la irresistible gravedad de las zonas más oscuras del alma humana. No hay imágenes explicitas... en su lugar, el sonido adquiere un protagonismo absoluto como vehículo y catalizador de lo tenebroso.
    No se trata de una película fácil, y no por su dureza, sino por lo desnudo de su propuesta. Strickland no tiene ningún interés en aclarar al espectador lo que está pasando. En lugar de ello lo atrapa en una tela de araña claustrofóbica que parece el lado oscuro del limbo.
  ¿Es Berberian Sound Studio una película de terror? No exactamente... es una pesadilla que se va cerrando progresivamente sobre el espectador, en la que no podemos diferenciar lo real de lo irreal. 
    Tomando como excusa el terro italiano, Strickland nos lleva hasta Poe. 

jueves, 18 de abril de 2013

El Increíble Hombre Menguante (Jack Arnold, 1957)

El cine no es un fenómeno separado de su sociedad y de su cultura. No es extraño que la edad de oro de la ciencias, también lo sea del cine de ciencia ficción. El Increíble Hombre Menguante forma parte de la etapa gloriosa de este género, junto con La Mosca, Ultimátum a la Tierra o El Enigma de Otro Mundo, entre otras. Películas todas ellas que tenían en común un presupuesto escaso, vivir su condición de cine marginal sin complejos, lo que las hacía muy frescas y audaces, y sobre todo un argumento tan audaz y desafiante como sólido.
         Como no podía ser de otro modo, la película en principio es un aviso sobre los peligros de la radioactividad, la verdadera obsesión de la época. Sobre esta advertencia se construye una hermosa fábula sobre la naturaleza y la dignidad humana. El Increíble Hombre Menguante es una reflexión sobre la equivalencia del macrocosmos y el microcosmos, o dicho de otra manera, como independientemente de la escala de observación, ya sean átomos o estrellas, lo real se nos muestra infinitamente complejo y maravilloso.
    Y en torno ha esta profunda reflexión física se articula el verdadero motor de la película: la vida Scott Carey, el hombre menguante. A medida que empequeñece, emprende un viaje hacia sí mismo; una viaje con etapas amargas y dulces: el sufrimiento, la mofa, la más profunda soledad, la aceptación, el encuentro de uno mismo, la contemplación de la verdad... En cierta manera, nuestro protagonista mientras se hace más pequeño como cuerpo, se va haciendo más grande como hombre.
    Y esta maravillosa odisea está contada en algo más de una hora, sin una sola palabra de más, de un modo exquisitamente sobrio y sutil. 
     Sin los alardes intelectuales del cine de ciencia-ficción posterior, grandilocuente sobre todo a partir de 2001: Una Odisea en el Espacio, El Increíble Hombre Menguante es toda una clase de Teología de la Creación, al tiempo que una maravillosa historia sobre un ser humano, y la excepcionalidad de cada vida.
     Metafísica de bolsillo y casi involuntaria. La mejor demostración de que el tamaño no importa. Preciosa.

martes, 9 de abril de 2013

The Evil Dead (Fede Álvarez, 2013)

No sé muy bien cual sería la traducción más correcta del título original. ¿Los muertos malignos? ¿Los malignamente muertos?. En cualquier caso, lo que sí está claro es que Posesión Infernal, como aquí se la ha llamado, no es una buena opción.
    Cuando supe que el clásico de Sam Raimi (1981) iba a ser revisado, mi primera reacción fue de escepticismo. The Evil Dead (la original) era una película de un frescura irrepetible, hecha con cuatro duros, y que en ningún momento se tomaba en serio a sí misma. Precisamente en ese espíritu lúdico estaba su mejor virtud. Parecía una broma entre amigos, que se lo habían pasado en grande haciéndola y que sabían trasmitir esa diversión al espectador. The Evil Dead daba miedo sí, pero ante todo era terroríficamente divertida, más cercana a los dibujos de la Warner que al cine de terror convencional.
     Evidentemente esta frescura y descaro es irreproducible, entre otras cosas porque es una de las señas de identidad del estilo Raimi, que mostró que seguía en forma con Arrástrame al Infierno. Así que el gran acierto de la revisión del uruguayo Fede Alvárez es hacer una película totalmente distinta. Lo único que tiene en común con la original es el planteamiento: unos jóvenes encerrados en una cabaña, un libro de magia negra y unos espíritus inmundos que se ceban destrozando a los pobres personajes. 
     Por lo demás la nueva The Evil Dead prescinde de todo humor y adopta un tono negrísimo, machacando a los personajes y al espectador sin ninguna consideración y sin que haya ninguna risa de alivio a la que sujetarse. Evidentemente no es la película más original del mundo... continuamente tenemos la sensación de que lo que nos están contando lo hemos visto antes. Sin embargo, es tal la fuerza y convicción con la que se narra que somos incapaces de mirar a otro lado.
     The Evil Dead es una película aterradora y muy seria, que lleva al espectador al límite de lo soportable. La secuencias de violencia son extremas (me cuesta imaginar escenas más sangrientas) y se suceden de manera continua... el gran logro es que El Mal alcanza un presencia real a través del sufrimiento físico. 
    Aunque aficionado al cine de terror, me gustan más sutiles y misteriosas (véase Sinister), pero tengo que reconocer que The Evil Dead se me clavó en la retina. Curiosamente, la secuencia que más me gustó fue la más sutil... cuando uno de los personajes estudia el libro. Habrá que seguir a Fede Alvárez, pues promete mucho... donde otro hubiera montado un festival de vísceras, él, aún con ellas, logra una obra con personalidad e incluso con presencia intelectual.
     Una muy buena película para pasarlo muy mal.

jueves, 4 de abril de 2013

Fargo (Joel y Ethan Coen, 1996)

Fargo se estrenó el mismo año que la terrorífica Se7en. En cierta manera, la primera siempre me ha asustado más que la segunda. Se7en es un thriller perfecto y demoledor, que arroja una sombra oscurísima sobre la naturaleza humana, y que no deja aire que respirar. Fargo es una crónica negrísima de un suceso real, que resulta incluso más terrible, precisamente por algo que caracteriza la realidad y que suele estar ausente en la obra de ficción: una crudedeza indescriptible.
     Los asesinos ficticios suelen ser inteligentes, retorcidos, crueles e implacables. Llámense Hannibal Lecter o John Doe. Me temo que en el mundo real, todo es mucho más absurdo y vulgar. No suele haber un complicado plan y un barroco modus operandi, sino un sinsentido y una estupidez absoluta, junto con un desprecio por la vida propia y ajena... Se mata como se consume telebasura, con una ausencia absoluta de moral y de inteligencia. Un especialista en la Segunda Guerra Mundial, al darse cuenta de que los grandes criminales nazis eran mediocres y grises seres humanos, llegó a horrorizarse de lo banal que podía llegar a ser el mal.
           Fargo es un magistral relato de esta banalidad. La mayoría de sus personajes son tan indignos como insectos. Idiotas, codiciosos y cobardes, son incapaces de un comportamiento minimamente constructivo y coherente. Son seres incapaces de afrontar sus verdaderos problemas y cuyo único recurso es el engaño y la violencia ejercida sobre el más débil. Con personajes así, sabemos que todo lo que pueda ir mal, irá mal. Y, en este sentido, la película no tiene consideración, pues no la tiene la realidad.
     Fargo también desmonta el sueño americano. La necesidad de triunfar y prosperar con frecuencia, si no siempre, lleva a sacar lo peor de nosotros mismos. En esta película apenas hay personas, sino consumidores y consumidos, y normalmente los dos tipos se dan en la misma persona: el pez grande se come al pequeño, pero grande y pequeño son conceptos relativos.
      En la notable carrera de los hermanos Coen, Fargo brilla de manera especial. Es su gran obra maestra, digna de pasar con letras mayúsculas a la historia del cine... Un argumento que en manos (mejor dicho, mentes) menos geniales hubiera dado para un telefilm de sobremesa, gracias a estos magos se convierte en un imprescindible tratado de Entomología Humana.
       Enmarcada en un ambiente casi polar que resalta la crudeza de la historia, la única calidez la aporta la improbable agente de la Ley, inteligente, sencilla y embarazada... Sólo ella porta vida en este reino de muerte.
        Fargo es de esas películas que todo el mundo debe ver. Vale por varios tratados de Antropología y Sociología. La gran desazón que queda tras verla proviene de la certeza de que una historia tan terrible sólo puede ser verdad.

miércoles, 3 de abril de 2013

Hamlet (Lawrence Olivier, 1948)

Hamlet, de Lawrence Olivier es una obra maestra eclipsada por el drama  en la que se basa. Hamlet, de Shakspeare es literatura tan mayúscula y rotunda que es difícil vivir a su sombra... sin duda alguna, una de las cumbres de las letras universales. Si Shakspeare es el maestro de la representación de las complejidades del alma humana, alguien digno de ser estudiado en las Facultades de Psicología, Antropología o Filosofía, en Hamlet crea uno de sus personajes mas complejos y vivos.
      Hamlet es un atormentado principe danés consciente de que su tío ha matado a su padre, ha usurpado su trono y su reina. Este poliédrico personaje, le sirve al genial escritor para elaborar un profundo retrato sobre el honor, la lealtad, la traición, la venganza y la locura. Son infinitas las lecturas que se pueden hacer de esta obra, como innumerables sus enseñanzas. Hamlet es el héroe sufrientepor antonomasia, lo que de alguna manera adelanta al antihéroe. Aunque, en principio, justo su indignación se transforma en odio, lo que deriva en crueldad. De esa manera, Shakspeare huye de todo maniqueismo y nos enseña que con frecuencia el justo, precisamente en su afán de justicia, deviene indistinguible del villano.
       Pero no estamos aquí para hablar de la obra literaria... inagotable y que, sinceramente, no me encuentro capacitado para comentar. De alguna manera quiero revindicar la película de Olivier.
     Muchos podrían pensar que con un guión tan bueno ( probablemente el mejor posible) hacer una pelicula decente no tiene ningún mérito... nada más lejos de la realidad. Precisamente la calidad de la obra de partida juega en contra del film, ya que inevitablemente será el modelo con el que se la comparará.
     La versión de Lawrence Olivier es magistral desde todos los puntos de vista. Al mismo tiempo que recuerda el origen teatral de la obra, su criatura es profundamente cinematográfica. El decorado minimalista, cambiante,frío, pétreo, junto con su iluminación barroca, que ahonda en los contrastes... Todo ello crea una sensación de irrealidad en el que el espacio y el tiempo desaparecen y el mundo parece transformarse en un continuo purgatorio en el que los personajes no avanzan, sino que dan vueltas rumiando sus destructivos sentimientos.
    Por encima de todo ello, se eleva la interpretación de Lawrence Olivier, creando un Hamlet tan real que parece que vive con nosotros, o, mejor dicho, en nosotros. Su personaje es tan frágil como fuerte, tan lúcido como loco, tan inocente como cruel, infantil y envejecido a un tiempo. Olivier huye de toda declamación y utiliza como principal recurso la sutileza: con un gesto apenas perceptible es capaz de expresar todas las oscuridades del alma. Y eso, sin olvidar su dicción, que literalmente transforma el inglés en música.
      Hamlet, de Lawrence Olivier es una obra maestra del cine, una película tan vanguardista hoy como cuando se hizo, hace casi setenta años... a la altura de su original literario (poco más se puede decir). No soy un especialista en adaptaciones cinematográfica de obras de Shakspeare... Sin embargo, algo  me dice que se trata del Hamlet cinematográfico con el que todos los demás se tienen que medir.

martes, 2 de abril de 2013

Los Sospechosos Habituales (Bryan Singer, 1995)

Cuando se estrenó esta película, Bryan Singer dejó a todo el mundo con la boca abierta con ésta originalísima, apasionante y demoledora película policiaca, contada del presente al pasado... Un prodigio de tensión narrativa, y, sin duda alguna, una de las películas emblemáticas de los años 90, aunque se la haya dejado un poco de lado.
       La película de Singer, al mismo tiempo, que un homenaje a las grandes obras del cine negro, es una deconstrucción de todos los códigos del género. Si bien no está exenta de acción, el gran duelo se produce entre las mentes de los protagonistas, en una especie de versión psicológica del juego del gato y el ratón. La mayor parte de la potencia de la película reside en sus magníficos diálogos y en sus metamórfico y proteico argumento.
    Bryan Singer, cineasta por el que siento un gran respeto, sobre todo a su loable esfuerzo por demostrar que entretenimiento y calidad no son conceptos contradictorios (es el padre de la saga cinematográfica de la Patrulla X, y del inefable Doctor House), en esta película dio lo mejor de sí mismo. Su estillo limpio, claro y clásico contrasta con el alambicado guión, siendo su complemeto perfecto, de forma que mantiene al espectador en una especie de limbo, en el que ni acaba de comprender ni termina de perderse. Su labor dirigiendo a los actores es espléndida... Sin duda una clave de Los Sospechosos Habituales, película coral como pocas,  es la elección de los intérpretes y sus respectivas actuaciones.
    Los Sospechosos Habituales es un de esas películas que más se disfrutan mientras menos se sabe. Por eso es tán difícil escribir sobre ella, pues todo lo que se diga será utilizado en contra del comentarista.
    Creo que ha llegado el momento y dejar que el espectador inocente disfrute de este gran juego de prestigitación intelectual que es la película de Singer. Al que la haya visto le recomiendo que la revise... la sorpresa no desaparece, simplemente se transforma. Al terminar la película un mantra probablemente se os haya grabado en el cerebro: Keyser Söze.
   
     

martes, 26 de marzo de 2013

Predator (John McTiernam, 1987)

Predator nunca ocupará un buena posición en la listas de películas mejor valoradas, independientemente del género o época que se considere. Son demasiados los prejuicios contra ella. Incluso, de ponerla en televisión, se la destrozará y se le pondrá la peor puntuación posible (el temible punto negro), y se dirá poco menos que el guión lo hizo un chimpancé borracho dopado con testosterona.
    En mi opinión, dichas opiniones sólo muestran los prejuicios de los que está repleta la crítica "oficial", y no creo que sea muy descabellado decir que algunos sesudos señores se sentarán a destripar esta presunta basura sin ni siquiera haberla visto. Así pues, Predator será una película únicamente aceptable para fauna de gimnasio, con más andrógenos que neuronas, fans incondicionales de Schwarzie y, en general, para todos aquellos cuya inteligencia no supere a la del presunto primate escritor.
    Yo no estoy en absoluto de acuerdo, y con este pequeño artículo quiero, entre otras cosas reivindicar esta pequeña joya, una de las mejores, si no la mejor, de su especie. 
    Predator no puede presumir de un gran guión. A su lado, el de Terminator parece una tesis doctoral en Física Teórica. Pero, muchas veces, las ideas más sencillas son las que mejor funcionan (opinión que Hitchcock defendía). Precisamente, Predator hace de la necesidad virtud, y uno de sus grandes aciertos es la ausencia total de pretensiones... sólo busca entretener y pegar a la silla al espectador durante algo más de hora y media; y eso es algo que hace maravillosamente bien, probablemente mejor que ninguna otra película de su década (en cierta manera, siempre me he tenido que esforzar para que Terminator y Aliens me entretengan... películas mucho más sesudas y bendecidas por la crítica, mientras que Predator siempre me ha atrapado desde el primer momento). Su argumento, pese a su simpleza, se desarrolla brillantemente en tres actos. Cronológicamente serían: operación paramilitar, caza al hombre y combate por la supervivencia. Los actos están muy bien diferenciados, tanto que casi casi podría hablarse de tres películas en una. Su gran virtud es que cada uno es más apasionante que el anterior. De esta forma, Predator ofrece mucho más de lo que parece. Empieza como una película de tantas para terminar siendo un viaje único y apasionante, justo lo contrario de lo que suele ocurrir.
   Otra clave es que la trama, ya de por sí sencilla, no se desarrolla haciéndose compleja, sino simplificándose y quedándose con lo más básico. Sus protagonistas van despojándose de todos los artilugios, y quedándose con lo esencial. Al final se trata de la propia lucha por sobrevivir, sin más artilugio. Es un proceso que empieza a finales del Siglo XX para acabar en una especie de Paleolítico. Evidentemente, para que algo así funcione debe prescindirse de toda pretensión intelectual.
   Había una probabilidad frente a mil de que este proyecto saliera bien. Y para ello fue esencial la presencia de John McTiernam. McTiernam no era el típico director de pelis de acción de los 80, obsesionado con las explosiones, las persecuciones y las chicas sexis. Con un estilo visual muy reconocible: primeros planos casi obsesivos, complicados travellings y un cuidado exquisito del montaje... logra coger y mejorar las líneas maestras del guión, haciendo del film una pegajosa, oscura, claustrofóbica e irrepetible experiencia, en la que la jungla es un personaje clave.
    En mi humilde opinión Predator es la mejor "peli" de acción de los 80, lo que la convierte casi automáticamente en la mejor "peli" de acción, a secas.
    No todas las películas tiene que ser grandes obras clásicas... Predator es puro "rock"... una gozada.
       
    

jueves, 7 de marzo de 2013

This Is Spinal Tap (Rob Reiner, 1984)

El director estadounidense, Rob Reiner es muy conocido por algunas de sus películas: Cuenta Conmigo, La Princesa Prometida, Misery o Algunos Hombres Buenos. El que muestre una carrera tan amplia, interesante y variada, nos indica que se trata de un artista inquieto y camaleónico. This is Spinal Tap no es una de sus películas más conocidas. Sin embargo sería una pena que este divertidísimo falso documental sobre una ficticia y descerebrada banda de glam-rock no fuera conocido por el gran público.
            Esta película tiene fama de ser la más divertida que se ha hecho jamás sobre el mundo del rock... y yo no puedo estar más de acuerdo. This is Spinal Tap es un genial despropósito de principio a fin, una carcajada tras otra. Al contrario de lo que cabría suponer, la película huye de la sal gruesa y opta por el humor inteligente y elaborado. Con una enorme sutileza, se satirizan todos los tópicos que acompañan a las estrellas del rock: las letras absurdas, las entrevistas estúpidas, su carácter de objetos sexuales, las "groupies", el choque de personalidades "creativas", los caprichos de "rock-star", la figura del "manager", las puestas en escena absurdas, la "mujer-del-lider-entrometida-controlador-desintegra-grupo", etc.
          En todo momento, a pesar de sus evidentes exageraciones (¿o no tanto?) la película nos resulta totalmente creíble, hasta el punto de que incluso por momentos llegamos a dudar de si se trata de un verdadero documental. 
           Sin ninguna duda, una de las películas más originales y divertidas que he visto... incluso al recordarla me río. No os la podéis perder. 

Argo (Ben Affleck, 2012)

Argo ha sido la gran triunfadora en la presente edición de los "Oscars", y no tengo nada que objetar. Si bien no era mi favorita, reconozco en ella suficiente virtudes como para considerarla una más que estimable película, al mismo tiempo que una buena muestra de los mejores nuevos vientos que soplan en Hollywood, en los que curiosamente el gran George Clooney juega un papel destacado... si no me equivoco, coproductor de la cinta.
            Sin ser una gran obra, Argo es una película vigorosa, entretenida, inteligente y honrada. Logra mantener el interés del espectador de principio a fin, con una trama apasionante y perfectamente desplegada, pese a que son evidentes ciertos artificios típicos de la mayoría de pelíulas de suspense.  Sin duda, una de sus grandes virtudes es huir del panfleto y de  los maniqueísmos y centrarse en la humanidad de sus protagonistas. En esta película todo huele a verdad: el terrible y diabólico régimen impuesto por el Sha de Persia, con el apoyo de los Estados Unidos, el odio antioccidental y especialmente antiamericano inoculado por el nuevo régimen iraní, los sueños de libertad frustrados de un pueblo que vio como su, más que justificada, revolución fue secuestrada por una élite teocrática, que lo primero que mutiló fue la libertad de su pueblo.
            Pero, pese a sus aciertos en los aspectos políticos, lo mejor de Argo está en la historia concreta de sus personajes: la lucha por la supervivencia, la necesidad de esconderse para vivir, la dificultad para escapar de un régimen que todo lo controla y todo lo domina, el desinterés, el valor, la nobleza, el ingenio, cómo las historias más increíbles a veces son las que mejor funcionan... Pero creo que la tesis central de la película es que pese a la maldad de los regímenes de un signo u otro, siempre hay héroes anónimos dispuestos a entregar su vida por otros.
          No se... los libros de Historia tienden a hacernos pensar que esta la escriben los reyes, presidentes, generales,... yo prefiero pensar que la escriben las madres, padres, médicos, músicos, escritores, amigos...

lunes, 4 de marzo de 2013

Joy Division (Grant Gee, 2012)

Ocurre, con especial frecuencia en los últimos años, que los documentales superan ampliamente en calidad e interés a las obras de ficción. No es descabellado decir que mientras que las películas convencionales están experimentando una clara decadencia, documentales están en una auténtica edad de oro. Han abandonado el formato meramente televisivo, para situarse, con toda justicia, como verdadero producto cinematográfico.
         Joy Division narra la historia del cuarteto británico del mismo nombre. Sin duda, uno de los grupos punteros del rock de finales de los setenta y principio de los ochenta. De ascendencia "punk", en seguida encontraron un sonido propio y único en la historia de la música, que, incluso hoy, resulta sorprendentemente contemporáneo. Su música oscura, triste, nihilista, industrial e intimista resulto ser el reverso existencial del "punk", Al contrario que los "Sex Pistols" no adoptaron la actitud de llenar el vacío interior con la destrucción de lo exterior... se limitaron a expresar con una fuerza única ese vacío en sus letras y, sobre todo, en su grandioso sonido.
       Joy Division (el documental) opta por un planteamiento sencillo. Alterna entrevistas con los miembros del grupo (todos excepto el malogrado Ian Curtis, muerto en 1980), sus productores, amigos o colaboradores... con imágenes de archivo inéditas. Sin embargo, esta estructura tan básica se muestra muy poderosa y convincente.
       Podría pensarse que una obra como ésta solo interesará a los amantes del rock. A pesar de que me incluyo entre éstos, creo que tiene mucho que decir al público en general. Es la crónica de una época en la que las injusticias sociales se combatían artísticamente, la reivindicación de una manera de hacer y entender la música que hoy no podemos ver sin nostalgia. Entonces, como hoy, el rock estaba absorbido por el mercado. Sin embargo todavía era posible encontrar auténticos artistas, para los cuales expresarse a través de la música les era tan necesario como respirar... Hoy parece que el mercado lo ha absorbido todo, y tenemos que conformarnos con tomaduras de pelo del tipo "Operación Triunfo" o el "Gangang Style" (o cómo se diga), y lo peor es que nos lo quieren hacer pasar por música.
          Sin embargo lo que más me gustó del documental es su faceta humana... el retrato del genial, complejo y atormentado Ian Curtis. Él es el continuo ausente cuya presencia llena todo el film. Gee y el guionista John Savage retratan con una delicadeza exquisita al desgraciado músico... Una persona sensible, inteligente y profunda que no supo detener su proceso autodestructivo... "El médico le dijo que tenía que dejar de beber, dormir y descansar, huir de los focos del escenario... ¿Cómo haces eso cuando eres una estrella del rock?" "En sus letras avisaba de lo que iba a hacer, pero entonces creímos que sólo se trataba de arte". "Estoy enfadado con él porque le habríamos ayudado, también con nosotros por no haberle ayudado". Esta última frase, de un miembro del grupo, esconde un mensaje demoledor.... la de un joven profundamente solo e incomprendido salvo tener el mundo a sus pies, y la de sus amigos y compañeros, también muy jóvenes, que deslumbrados por éxito no se dan cuenta o no quieren darse cuenta del infierno que atraviesa su amigo.
            ¿Que queréis que os diga? En este documental hay más humanismo que el cualquier tragedia griega. Una vez más la realidad supera la ficción.

jueves, 28 de febrero de 2013

Skyfall (Sam Mendes, 2012)

Nunca he sido un fan de James Bond, ni del personaje ni de sus películas. Incluso puedo decir que no me gustan las pelis porque no me gusta su protagonista. Soy el primero en reconocer el carisma y la presencia de Sean Connery en pantalla, pero nunca me han gustado sus películas como 007. Me parecían frivolas y una auténtica fantasmada, por no decir que su protagonista era un pijo insoportable, mujeriego y superficial, capaz de acostarse con la chica de turno mientras desarmaba una bomba atómica. Roger Moore y Timothy Dalton sencillamente no me gustaban.
           El panorama cambió cuando la franquicia se refundó con Daniel Craig como el nuevo 007, para mi el mejor Bond por mucho que les pese a los nostálgicos. El tono de la película, y sobre todo del personaje cambió. Se volvió mas hosco, atormentado... más letal y contundente. De pronto las películas y, sobre todo, el personaje empezaron a interesarme. 
           Soy de los que piensan que esta revisión de James Bond fue causada por la excelente trilogía de espionaje sobre Jason Bourne (otro J.B., lo que no creo que sea casualidad). En efecto, el amnésico espía estadounidense resultaba mucho más convincente que el británico... mientras que éste era un dandy que salvaba el mundo casi por diversión, el norteamericano era una compleja y conflictiva máquina de matar muy a pesar suyo.
         A pesar del acertado cambio de rumbo, había algo que fallaba en el nuevo James Bond. Resultaba una especie de híbrido, y la influencia de su modelo americano era demasiado evidente, tanto en sus rasgos psíquicos, como en los físicos. Casino Royal no era una película perfecta, pero fue la primera de toda la saga que me interesó. De Quantum of Solace recuerdo algunos buenos momentos, pero en general me aburrió y me resultó absurda.
             Me estoy extendiendo mucho para decir que después de tanto tiempo, parece que 007 ha encontrado su sitio. En Skyfall, la influencia de Jason Bourne está mucho más matizada, por no decir que no existe. James Bond reaparece como héroe crepuscular, casi un antihéroe. No es un personaje complejo o conflictivo, simplemente un hombre cansado y desilusionado. En esta película el agente británico se somete a un completo proceso de deconstrucción... el glamour, el lujo, la seducción se han reducido al mínimo. Asimismo la historia se ha simplificado... casi se reduce a la lucha por la supervivencia. Skyfall se parece más a Sólo Ante el Peligro o a Único Testigo que a las demás películas de Bond. 
       Otro de los aciertos es el villano, un magnífico Javier Bardem, un personaje destructivo y autodestructivo, que sólo se mueve por el odio personal. En las antípodas del rebuscadísimo villano de diseño, con un plan inverosímil para destruir el mundo, este sólo busca venganza.
     La cura de adelgazamiento le ha sentado muy bien a la película. Todos sus elementos personajes, trama se benefician del principio de que menos es más.
            No es una película perfecta... En mi opinión le sobra media hora, algo que ya es un lugar común en el actual (¡cómo hecho de menos las pelis de hora y media!). Pero no hay duda de que es muy interesante, entretenida, visualmente brillante, y, sobre todo, muestra que Bond ha encontrado su camino en el cine actual. Sólo espero que se mantenga en esta línea, y no vuelva a lugares ya probados, y que en mi opinión no funcionan. Si la saga quiere seguir diciendo algo a la audiencia de hoy tiene que arriesgarse a probar cosas nuevas y a ser diferente a sí misma. Sólo pido a los productores que primen el criterio artístico sobre el comercial, y que respeten la inteligencia del público.

lunes, 25 de febrero de 2013

Silencio de Hielo (Baran Bo Odar, 2010)


En los países mediterráneos sentimos una gran admiración e, incluso, una cierta envidia por los desarrollados países del Norte como Alemania, Holanda, Austria, Suecia, etc. Admiramos su estupendo nivel de vida, su magnífico estado del bienestar, el mimo que sienten hacia la educación, la ciencia y la cultura. Pero, como el dios romano Jano, me temo que todo tiene una doble cara, y creo que la gran laca de estos estados es la soledad y la incomunicación.
       Silencio de Hielo es un maravilloso título para una estupenda película, una más que muestra el excelente estado de forma en que se se encuentra el cine alemán. Se trata de un tristísima historia sobre un crimen, pero sería un error calificarla como una película policiaca.
      Silencio de hielo es una negra parábola sobre las funestas consecuencias de la soledad. Una historia cuyos protagonistas son víctimas, de la culpa, la incomunicación, la irreprabilidad de la peŕdida de un ser querido.... personajes marcados, de una u otra manera, de por vida. Una implacable radiografía de los demonios internos y su gran aliado: el silencio, ya que sólo la comunicación, el sentirse querido y comprendido logra excorcisarlos... pero ¡ay, la vergüenza nos impide hacerlo!
Como toda buena película, Silencio de Hielo bebe de buenas fuentes. De la obra maestra M toma la continua amenaza que se cierne sobre los niños, la herida profundísima y que nunca cicatriza que deja su falta, y la imposibilidad de protegerlos. Como Fargo deconstruye el género policiaco, mostrando agentes que por debilidad unos y por mediocridad otros son incapaces de ir al fondo del caso. Y, al igual que Memories of Murder, tiene ese ritmo lento, frustrante en el que la historia parece no avanzar y girar una y otra vez sobre sobre el mismo eje. Y, como en las tres citadas, su gran acierto es utilizar el crimen como un motivo de reflexión sobre la condición humana, y no una mera excusa para mantener en vilo al respetable. 
        Lo mismo que la fisiología debe mucho a la patología, ya que muchas veces se ha comprendido el funcionamiento del cuerpo sano por comparación con el enfermo...la reflexión profunda y honesta sobre la mente crminal puede arrojar luz sobre quienes somos, aunque puede que luz no sea la mejor palabra. Evidentemente no somos lo que queremos... lo que deberíamos ser, pero el reconocimiento de nuestra enfermedad es el primer paso para curarnos. Si algo he aprendido de esta película es que debemos aceptar nuestros demonios y también que debemos contárselo a los otros. Aunque no nos entiendan, es mejor ser un incomprendido que un solitario.
      La película tiene muchas más aristas, y perfectamente podría servir de base para un taller de psicología. Todo ello sin dejar de ser una adictiva y angustiosa película de intriga.
    Una última reflexión como decía anteriormente hay algo profundamente alemán en esta historia. Una película redonda, buenísima y, además, accesible para todo público. Decir que es recomendable es quedarse corto.

jueves, 21 de febrero de 2013

Un Hombre Lobo Americano en Londres (John Landis, 1981)

Tras este curioso título se esconde una de las mejores películas de terror rodada en los años ochenta, e incluso me aventuraría a decir queuna de las mejores películas de terror de cualquier éoca.
Un Hombre Lobo Americano en Londres tiene muchas virtudes, entre las cuales destaca su frescura. Se trata de una peli de miedo muy original. Pese a la tragedia que narra, hace gala de un agudísimo y negrísimo sentido del humor. No digo que el ponerse en plan existencial perjudique al género, pero se agradece que una película de miedo ante todo busque divertir.
             Un Hombre Lobo Americano en Londres es ante todo una desconstrucción de este tipo de películas. No se plantea ningún conflicto entre lo moral y lo instintivo. Se narra con una sencillez extrema la historia de un chico joven y bueno que durante las noches de luna llena se transforma en un terrible monstruo sanguinario.
             Viendo la película de Landis no pude evitar sentirme un poco nostálgico ante unos tiempos en los que el cine de evasión buscaba básicamente eso: divertir. El cine de hoy día, incluso el más comercial, y puede que, sobre todo, el más comercial adolece de un exceso de gravedad y de una necesidad excesiva de explicarse.
            Un Hombre Lobo Americano en Londres es todo lo contrario. Ante todo busca asustar y divertir, y lo hace de una manera totalmente natural, sin las costuras que tanto se le ven a Tim Burton. Reniega de cualquier recurso gótico y su estilo visual bien podría ser el de una comedia de universitarios de la época. Precisamente, el contraste entre lo oscuro de su contenido y lo luminoso de su estilo es una de sus grandes virtudes. La película en ningún momento intenta explicarse... sabe bien que parte de un historia absurda y precisamente lo que busca es sorprender y enganchar al espectador en ese sin sentido de todo lo que ocurre. En cierta manera es un viaje caótico y psicodélico. La sencillez con la que se plantean las situaciones más surrealistas, terroríficas y divertidas es absolutamente genial.
           Pese a ser una obra sin ninguna pretensión, en Un Hombre Lobo Americano en Londres brillan innumerables virtudes. Sin ninguna duda es una de las películas más originales y divertidas que podemos ver. 
         No he visto el clásico de Bela Lugosi sobre el hombre-lobo. Sin embargo, comparada con otras del mismo tema creo que la película de John Landis es muy superior   (y no me olvido ni de En Compañia de Lobos (Neil Jordan) ni de Aullidos (Joe Dante)), y con el mérito añadido de ser infinitamente más divertida.
         Un Hombre Lobo Americano en Londres es una película direrente: impredecible, aterradora, divertidísma, caótica... Por cierto, pese al gran avance en los efectos especiales no creo que haya una transformación de hombre a lobo comparable a la de esta peli. No en vano, Michael Jackson eligió a John Landis como director de Thriller.
            Hoy día se puede decir lo que hace mucho tiempo se intuía: Un Hombre Lobo Americano en Londres es todo un clásico.