jueves, 28 de febrero de 2013

Skyfall (Sam Mendes, 2012)

Nunca he sido un fan de James Bond, ni del personaje ni de sus películas. Incluso puedo decir que no me gustan las pelis porque no me gusta su protagonista. Soy el primero en reconocer el carisma y la presencia de Sean Connery en pantalla, pero nunca me han gustado sus películas como 007. Me parecían frivolas y una auténtica fantasmada, por no decir que su protagonista era un pijo insoportable, mujeriego y superficial, capaz de acostarse con la chica de turno mientras desarmaba una bomba atómica. Roger Moore y Timothy Dalton sencillamente no me gustaban.
           El panorama cambió cuando la franquicia se refundó con Daniel Craig como el nuevo 007, para mi el mejor Bond por mucho que les pese a los nostálgicos. El tono de la película, y sobre todo del personaje cambió. Se volvió mas hosco, atormentado... más letal y contundente. De pronto las películas y, sobre todo, el personaje empezaron a interesarme. 
           Soy de los que piensan que esta revisión de James Bond fue causada por la excelente trilogía de espionaje sobre Jason Bourne (otro J.B., lo que no creo que sea casualidad). En efecto, el amnésico espía estadounidense resultaba mucho más convincente que el británico... mientras que éste era un dandy que salvaba el mundo casi por diversión, el norteamericano era una compleja y conflictiva máquina de matar muy a pesar suyo.
         A pesar del acertado cambio de rumbo, había algo que fallaba en el nuevo James Bond. Resultaba una especie de híbrido, y la influencia de su modelo americano era demasiado evidente, tanto en sus rasgos psíquicos, como en los físicos. Casino Royal no era una película perfecta, pero fue la primera de toda la saga que me interesó. De Quantum of Solace recuerdo algunos buenos momentos, pero en general me aburrió y me resultó absurda.
             Me estoy extendiendo mucho para decir que después de tanto tiempo, parece que 007 ha encontrado su sitio. En Skyfall, la influencia de Jason Bourne está mucho más matizada, por no decir que no existe. James Bond reaparece como héroe crepuscular, casi un antihéroe. No es un personaje complejo o conflictivo, simplemente un hombre cansado y desilusionado. En esta película el agente británico se somete a un completo proceso de deconstrucción... el glamour, el lujo, la seducción se han reducido al mínimo. Asimismo la historia se ha simplificado... casi se reduce a la lucha por la supervivencia. Skyfall se parece más a Sólo Ante el Peligro o a Único Testigo que a las demás películas de Bond. 
       Otro de los aciertos es el villano, un magnífico Javier Bardem, un personaje destructivo y autodestructivo, que sólo se mueve por el odio personal. En las antípodas del rebuscadísimo villano de diseño, con un plan inverosímil para destruir el mundo, este sólo busca venganza.
     La cura de adelgazamiento le ha sentado muy bien a la película. Todos sus elementos personajes, trama se benefician del principio de que menos es más.
            No es una película perfecta... En mi opinión le sobra media hora, algo que ya es un lugar común en el actual (¡cómo hecho de menos las pelis de hora y media!). Pero no hay duda de que es muy interesante, entretenida, visualmente brillante, y, sobre todo, muestra que Bond ha encontrado su camino en el cine actual. Sólo espero que se mantenga en esta línea, y no vuelva a lugares ya probados, y que en mi opinión no funcionan. Si la saga quiere seguir diciendo algo a la audiencia de hoy tiene que arriesgarse a probar cosas nuevas y a ser diferente a sí misma. Sólo pido a los productores que primen el criterio artístico sobre el comercial, y que respeten la inteligencia del público.

lunes, 25 de febrero de 2013

Silencio de Hielo (Baran Bo Odar, 2010)


En los países mediterráneos sentimos una gran admiración e, incluso, una cierta envidia por los desarrollados países del Norte como Alemania, Holanda, Austria, Suecia, etc. Admiramos su estupendo nivel de vida, su magnífico estado del bienestar, el mimo que sienten hacia la educación, la ciencia y la cultura. Pero, como el dios romano Jano, me temo que todo tiene una doble cara, y creo que la gran laca de estos estados es la soledad y la incomunicación.
       Silencio de Hielo es un maravilloso título para una estupenda película, una más que muestra el excelente estado de forma en que se se encuentra el cine alemán. Se trata de un tristísima historia sobre un crimen, pero sería un error calificarla como una película policiaca.
      Silencio de hielo es una negra parábola sobre las funestas consecuencias de la soledad. Una historia cuyos protagonistas son víctimas, de la culpa, la incomunicación, la irreprabilidad de la peŕdida de un ser querido.... personajes marcados, de una u otra manera, de por vida. Una implacable radiografía de los demonios internos y su gran aliado: el silencio, ya que sólo la comunicación, el sentirse querido y comprendido logra excorcisarlos... pero ¡ay, la vergüenza nos impide hacerlo!
Como toda buena película, Silencio de Hielo bebe de buenas fuentes. De la obra maestra M toma la continua amenaza que se cierne sobre los niños, la herida profundísima y que nunca cicatriza que deja su falta, y la imposibilidad de protegerlos. Como Fargo deconstruye el género policiaco, mostrando agentes que por debilidad unos y por mediocridad otros son incapaces de ir al fondo del caso. Y, al igual que Memories of Murder, tiene ese ritmo lento, frustrante en el que la historia parece no avanzar y girar una y otra vez sobre sobre el mismo eje. Y, como en las tres citadas, su gran acierto es utilizar el crimen como un motivo de reflexión sobre la condición humana, y no una mera excusa para mantener en vilo al respetable. 
        Lo mismo que la fisiología debe mucho a la patología, ya que muchas veces se ha comprendido el funcionamiento del cuerpo sano por comparación con el enfermo...la reflexión profunda y honesta sobre la mente crminal puede arrojar luz sobre quienes somos, aunque puede que luz no sea la mejor palabra. Evidentemente no somos lo que queremos... lo que deberíamos ser, pero el reconocimiento de nuestra enfermedad es el primer paso para curarnos. Si algo he aprendido de esta película es que debemos aceptar nuestros demonios y también que debemos contárselo a los otros. Aunque no nos entiendan, es mejor ser un incomprendido que un solitario.
      La película tiene muchas más aristas, y perfectamente podría servir de base para un taller de psicología. Todo ello sin dejar de ser una adictiva y angustiosa película de intriga.
    Una última reflexión como decía anteriormente hay algo profundamente alemán en esta historia. Una película redonda, buenísima y, además, accesible para todo público. Decir que es recomendable es quedarse corto.

jueves, 21 de febrero de 2013

Un Hombre Lobo Americano en Londres (John Landis, 1981)

Tras este curioso título se esconde una de las mejores películas de terror rodada en los años ochenta, e incluso me aventuraría a decir queuna de las mejores películas de terror de cualquier éoca.
Un Hombre Lobo Americano en Londres tiene muchas virtudes, entre las cuales destaca su frescura. Se trata de una peli de miedo muy original. Pese a la tragedia que narra, hace gala de un agudísimo y negrísimo sentido del humor. No digo que el ponerse en plan existencial perjudique al género, pero se agradece que una película de miedo ante todo busque divertir.
             Un Hombre Lobo Americano en Londres es ante todo una desconstrucción de este tipo de películas. No se plantea ningún conflicto entre lo moral y lo instintivo. Se narra con una sencillez extrema la historia de un chico joven y bueno que durante las noches de luna llena se transforma en un terrible monstruo sanguinario.
             Viendo la película de Landis no pude evitar sentirme un poco nostálgico ante unos tiempos en los que el cine de evasión buscaba básicamente eso: divertir. El cine de hoy día, incluso el más comercial, y puede que, sobre todo, el más comercial adolece de un exceso de gravedad y de una necesidad excesiva de explicarse.
            Un Hombre Lobo Americano en Londres es todo lo contrario. Ante todo busca asustar y divertir, y lo hace de una manera totalmente natural, sin las costuras que tanto se le ven a Tim Burton. Reniega de cualquier recurso gótico y su estilo visual bien podría ser el de una comedia de universitarios de la época. Precisamente, el contraste entre lo oscuro de su contenido y lo luminoso de su estilo es una de sus grandes virtudes. La película en ningún momento intenta explicarse... sabe bien que parte de un historia absurda y precisamente lo que busca es sorprender y enganchar al espectador en ese sin sentido de todo lo que ocurre. En cierta manera es un viaje caótico y psicodélico. La sencillez con la que se plantean las situaciones más surrealistas, terroríficas y divertidas es absolutamente genial.
           Pese a ser una obra sin ninguna pretensión, en Un Hombre Lobo Americano en Londres brillan innumerables virtudes. Sin ninguna duda es una de las películas más originales y divertidas que podemos ver. 
         No he visto el clásico de Bela Lugosi sobre el hombre-lobo. Sin embargo, comparada con otras del mismo tema creo que la película de John Landis es muy superior   (y no me olvido ni de En Compañia de Lobos (Neil Jordan) ni de Aullidos (Joe Dante)), y con el mérito añadido de ser infinitamente más divertida.
         Un Hombre Lobo Americano en Londres es una película direrente: impredecible, aterradora, divertidísma, caótica... Por cierto, pese al gran avance en los efectos especiales no creo que haya una transformación de hombre a lobo comparable a la de esta peli. No en vano, Michael Jackson eligió a John Landis como director de Thriller.
            Hoy día se puede decir lo que hace mucho tiempo se intuía: Un Hombre Lobo Americano en Londres es todo un clásico.  
              

jueves, 14 de febrero de 2013

Hitchcock (Sacha Gervasi, 2012)

Hitchcock ha sido para mí una de las agradables sorpresas de esta temporada. Sin apenas ruido y de una manera discretísima nos ha llegado esta película de Sacha Gervasi, lejos de la pompa que ha acompañado a otros filmes, y que me han resultado auténticos fiascos.
         Hitchcock tal vez no sea una obra maestra ni una gran película, ni falta que le hace... Es una película deliciosa, muy bien dirigida, escrita e interpretada, que me interesó de principio a fin y que en ningún momento me aburrió, lo que, visto como está el patio es más que suficiente. 
        La película se centra en el la concepción y rodaje de Psicosis. A primera vista, no resulta un argumento muy atractivo para el público en general, sino para cinéfilos impenitentes, e, incluso para éstos, con ciertas reservas. Pero Hitchcock no es, principalmente, una película sobre otra película, ni siquiera sobre un director. Es el retrato humanísimo de un individuo complejo y genial... una preciosa historia de amor sobre dos personas profundamente diferentes y que estan hechas la una para la otra, pese a los continuos conflictos y contradicciones.
        Para todo el que conozca y admire la obra de Alfred Hitchcock es evidente que tras ese talento cinematográfico único, se encontraba un ser humano atormentado y problemático, acomplejado por su físico y con evidentes conflictos de tipo sexual. La película nos acerca magistralmente a esta complicada personalidad. No conozco la vida del gran director británico, ni siquiera sabía que estuviera casado. Sin embargo todo lo que veo en la pantalla me parece creíble. Hitchcock logra lo que la inflada Lincoln continuamente pretende y no consigue: acercar y humanizar a una gran figura histórica, hasta tal punto que realmente se le coge cariño. Lo hace porque, al contrario que la película de Spielberg, no tiene reparo en mostras las debilidades y puntos oscuros del retratado. Muchas veces pienso que a la gente no se la ama a pesar de sus defectos, sino que se la ama en sus defectos, y es precisamente ese Hitchcock frágil, dependiente, infantil, acomplejado, comedor compulsivo y frustrado sexual... también el que se hace querer. A su lado siempre su grandísima mujer, fuerte, comprensiva, siempre apoyándolo en la  sombra...  el contrapunto necesario su desastroso y genial marido.
        Habría que ser una especialista en la biografía de Hitchcock para saber qué de lo que se cuenta es cierto y qué no. Pero, al ver la película no es necesario: todo huele la verdad, y, si bien no tenemos la certeza de que las cosas fueron exactamente así, si la tenemos de que no pudieron ser muy distintas.
        Es cierto que Hitchcock también es una película sobre el cine y sobre el arte. Sobre un director de renombre que arriesgó todo su presitigio en una película en la que nadie creía... un artista ya mayor y que en la cima de su carrera, cuando cualquier otro ya se hubiera acomodado,  se propuso hacer algo completamente distinto e inaudito, costase lo que costase. Ciertamente, esta película es un canto a la libertad de expresión y a la necesidad de ser uno mismo aunque se vaya contra el mundo. También es un homenaje a una gran película, que dignificó un género, y que es un clásico y un referente continuo... Sin embargo, Hitchcock es, al menos para mí, un maravilloso retrato de dos seres humanos que se querían de verdad pese a todas sus imperfecciones.
        Sería una pena que esta pequeña joya pasara desapercibida, o que sólo interesara a los cinéfilos: tiene mucho que decirnos a todos.