jueves, 31 de mayo de 2012

DopeBody (Natural History, 2012)

Para los que nos gusta el rock siempre es una buena noticia que surjan grupos como los DopeBody, y que haya discográficas que apuesten por ellos. Son unos dignos herederos del mejor sonido de los setenta, ochenta y noventa. Su rango de influencia va desde Pere Ubu a Nirvana, pasando por Sonic Youth, los Ramones o Soundgarden. Sería fácil etiquetarlos como una banda neo punk, pero tienen una gran capacidad de pasar de un estilo a otro. Sin embargo que nadie piense que son unos imitadores, pues son capaces de darle un estilo muy personal a todo lo que hacen. Destaca su capacidad para crear paisajes sonoros, y todo ello al viejo estilo, sin electrónica. Con voz, bajo, guitarra y batería. Como en otras bandas del nuevo siglo la percusión alcanza un protagonismo desconocido en décadas anteriores. Ahora es ella la que sostiene las canciones, como antes lo era la guitarra, mientras que ésta queda como el elemento libre, experimental e impredecible que aumenta la textura compositiva de la canción. La voz es un elemento más, casi nunca el dominante: una banda que mira al pasado para innovar. 
               El álbum se abre con Shook, una pieza en la tradición del rock duro de los 90, que recuerda a los Nirvana o alos Soungarden, pero sin estribillo ni riff , sino con un desarrollo lineal y una guitarra caótica y distorsionada: una especie de lamento fúnebre sostenido por una soberbia percusión. El comienzo tribal de Road Dog deja paso al espíritu de los Ramones, en una magnífica revisión del estilo punk, pero el inconfundible de guitarra marca de la casa no deja dudas de que estamos ante un trabajo del siglo XXI. Beat parece compuesta por un resucitado Henry Rollins; una batería guerrera mantiene una canción que antes de nada parece un canto de lucha maorí, con la guitarra actuando como tambor. Twice the life tiene cierto aire de calipso, amorfo y absurdo, con interludios de "speed metal", que va subiendo en intensidad hasta un final que parece tocado por los Megadeth. Lo divertídisima Powder que comienza de una manera cómica e infantil retoma el estilo punk, pero esta vez de una manera más convencional, siendo esa cantinela de guardería la que le da su personalidad. A mitad de canción esta se parte y la inconfundible guitarra del grupo aparece para desembocar en una especie de orgía "heavy metal". Out of my mind es una composición genial, que parece acompañada por el croar de unas ranas. Recuerda al punk absurdo y surrealista de los enormes Pere Ubu (y pocas inspiraciones hay mejores), sólo que con la contundencia metalera de la banda. High way es una canción de carretera que empieza punk y acaba al estilo de los velvet más experimentales. En Weird mirror, las ranas vuelven a aparecer como introducción al punk más ortodoxo, que a partir de la segunda mitad de la canción se va deformando. Los tambores tribales de introducen Lazy Slave, la canción más inclasificable del album, con la potencia de henry Rollins, la velocidad de los Megadeth y el surrealismo de los Pere Ubu, para teminar de forma casi gótica. Pero aquí no termina el disco, los DopeBody guardan un último cartucho en la recámara, que si os pilla desprevenidos os puede dejar fuera de combate.Sólo os pido que no paréis el disco cuando deje de sonar. 
             Hay una cosa que no había dicho. Se trata del disco más divertido que he oído en mucho tiempo. Se nota que se divirtieron haciéndolo y eso se trasmite a la audiencia. Muchas veces me descubrí con una sonrisa al oírlo.

martes, 29 de mayo de 2012

Los olvidados (Luis Buñuel, 1951)

No decimos nada nuevo al afirmar que Luis Buñuel es uno de los grandes maestros de la historia del cine. Y, sin embargo, siempre tengo la sensación de quedarme corto. Cineasta prodigioso y gran intelectual, su obra es tan extensa y de tanta calidad que pocos directores se le pueden comparar. Desgraciadamente, para el gran público es un gran desconocido, incluso en España, su país natal. Casi todos han oído hablar de él y saben que es "muy bueno", pero pocos, fuera del ámbito muy cinéfilo, han visto sus películas. Y es una pena porque es un cine realmente universal, atractivo para todos, y que plantea profundas reflexiones sobre el hombre.
         Los olvidados es una película que pertenece a la llamada "etapa mejicana" del autor. En general, los críticos suelen valorar más las películas posteriores, las de la "etapa francesa", más experimentales e intelectuales. Yo, en cambio, siento debilidad por las películas que rodó en Méjico, por su carácter directo, rotundo y por la lucidez con las que plantea los problemas sociales.
       Hablando propiamente de este film, diremos que Los olvidados es una película demoledora, un auténtico puñetazo al estómago del espectador, un crudo retrato de la miseria en todas sus dimensiones, social, material y moral. Una especie de cuadro goyesco en movimiento en el que los personajes y el espectador quedan atrapados en una espiral de ira, avaricia y lujuria; en el que domina la fatalidad que, como una especie de tela de araña, envuelve y atrapa a los protagonistas, frustrando sus intentos de alcanzar algo de luz.
       Como en otras obras del mismo autor la variedad de personajes representa el arco de posibilidades del ser humano: la inocencia, el conocimiento, el esfuerzo, el odio... No obstante, en este retrato sombrío la oscuridad vence a la luz: hasta los personajes más bondadosos tienen impulsos homicidas, el amor maternal se cuestiona y los mejores seres humanos son los ilustrados movidos por buenas intenciones; lo que en el fondo viene a significar que de los hombres esto es lo máximo que podemos esperar... creer en el amor sería de ilusos.
       Pero la película no retrata sólo la miseria, sino que indaga en sus causas. Es entonces cuando el autor se pone de parte de los olvidados, y acusa a toda la sociedad al afirmar que es la marginación social y la pobreza la que engendra la violencia. Pues, si un niño se cría como un animal, ¿qué podemos esperar de él? Y no somos quién para condenarlo, ya que todos somos corresponsables de la injusticias. Los olvidados es el mayor alegato (y probablemente el primero) a favor de la protección de la infancia y de la educación que ha planteado el cine, por lo que no es casual que la UNESCO considerara a esta película de primer interés.
       Es lo que tienen los grandes artistas, que son inagotables y con ellos puedes discurrir sobre profundidades filosóficas que nos implican a todos... casi te permiten hacer una tesis doctoral.
      Y, ¿qué decir de Buñuel como director? Es tan bueno, que cualquier cosa se quedaría corta. No sé si una imagen puede valer más que una palabra... pero, ¿hay representación más concisa, directa y patética de la indefensión y de la miseria de un niño que un plano (ni siquiera secuencia) en la que mama de una burra?
      Nadie debe dejar de verla. Imprescindible desde cualquier ángulo.

domingo, 27 de mayo de 2012

Memories of murder (Bong Joon-ho, 2003)

Injustamente desconocida, como casi todo el cine que nos viene de Asia, Memories of murder, es una excelente película comparable a la aclamada Zodiac (David Fincher, 2007), con la que tiene muchas cosas en común. Y siendo cuatro años anterior no descartaría que la película coreana hubiera influido en la norteamericana, lo que haría aún más imperdonable el olvido.
        Como Zodiac, Memories of murder está inspirada en una serie de crímenes, en este caso de índole claramente sexual, llevados a cabo por un asesino en serie en la Corea del Sur de finales de los 80. Es decir poco antes del final de la dictadura. Y como en la película norteamericana, el caso quedó sin resolver, siendo un misterio sin solución hasta el día de hoy.
         Ciertamente Joon-ho no tiene el talento de Fincher, el nuevo gran prodigio del cine americano y hombre de infinitos recursos estilísticos. Pero no puede decirse que la coreana sea inferior. Zodiac era una película tremendamente cerebral, en la que el gran acontecimiento era que nunca terminaba por acontecer nada. En definitiva una película sobre el tedio, voluntariamente tediosa.
       Sin embargo, donde Zodiac utiliza el cerebro, Memories of murder se sirve de las entrañas. Lo que cuenta lo hace con tanta intensidad y con tanta implicación en lo que sucede que es imposible que uno no se sienta también implicado. Aquí el sentimiento dominante no es el tedio, sino la frustración. En seguida genera empatía, algo fundamental a la hora de ver una película.
       Narrada con sensibilidad y huyendo de todo lo que pueda resultar grotesco, pese a la naturaleza de lo que se cuenta, esta película posee un lirismo muy personal. También, a pesar de su argumento, hay momentos realmente divertidos y cómicos. Es muy interesante la evolución de los personajes, y como al final de la película los dos protagonistas casi llegan a intercambiar los papeles. Una clara muestra de que no hay película buena sin personajes bien construidos.
       Conocí está película leyendo un artículo sobre el nuevo cine de acción coreano. Personalmente no estoy de acuerdo. Memories no es una película de acción, ni siquiera es una film policiaco (Zodiac lo era a su manera). Es una película sobre la fatalidad y la injusticia de la vida. Sobre como el esforzarse mucho no nos asegura resolver un problema, sobre lo difícil que es estar seguro de algo, y la distancia que separa el saber del poder probar. Es decir desmonta uno por uno todos los tópicos del cine policiaco.
       Desde luego no puedo hacer otra cosa que recomendar que la veáis, porque estoy casi seguro de que os va a encantar. 

sábado, 26 de mayo de 2012

Un profeta (Jacques Audiard, 2009)

El gran Roberto Saviano, autor del ensayo Gomorra, estremecedora obra sobre la Camorra napolitana, se quejaba de que a los mafiosos reales les gustaba ver las películas sobre la mafia, porque los representaban idealizados, elegantes, interesantes, con un código de honor propio..., cuando en realidad eran vulgares asesinos crueles e incultos. No le falta razón a Saviano, y es que el cine de gangsters siempre de una manera u otra los ha idealizado.
        Siempre que veo una película sobre la mafia o el crimen organizado, pienso que opinaría de ella Saviano. Evidentemente, no influye en mi valoración artística del film, pero es como un Pepito Grillo que me acompaña desde que hace un par de años leí su libro, y ayer me volvió hablar.
       Un profeta  es una magnífica película sobre el mundo del crimen y una magnífico film carcelario... una magnífica película a secas. No es muy exagerado decir que estamos ante una obra que se convertirá en un clásico, tan buena que roza la perfección. De dos horas y media de duración, en ningún momento se hace larga. De trama complejísima en ningún momento te pierdes y deja de sorprendente.
       Digna de compararse con El padrino (a la que por poco alcanza) y Con unos de los nuestros (a la que supera), no tiene ese carácter de tragedia de shakespeariana de la primera ni es tan irónica, y, por momentos frívola, como la segunda. Ahonda como pocas películas en los aspectos psíquicos, sociales e incluso étnicos que dan lugar a un criminal.
       Saviano podría criticar que también hay ciertos elementos que estilizan y dan interés e incluso categoría al mundo del crimen. Pero en el fondo este es un problema de todo el cine negro, y, salvo que queramos negarlo como género, tendremos que perdonarlo. Salvado este escollo, la película es un prodigio de tensión, de ritmo y de buen hacer. Las secuencias de acción, de estilo claramente norteamericano, son buenísimas. 
       Pero es el argumento el verdadero punto fuerte de esta película y, dentro de éste, la evolución del protagonista: un personaje complejo, poliédrico y del que es muy difícil evaluar su calidad moral. Cuenta de manera realista, profunda y sin ningún tipo de simplificaciones los cambios que su carácter experimenta, cómo es una persona al comienzo de la película y cómo es otra al final. A veces su retrato se traza con una sutileza, sencillez y profundidad exquisitas, como la secuencia en la que prefiere quedarse sólo en la playa sintiendo la arena en sus pies a irse con prostitutas como el resto de sus compañeros. 
      Según muchos es la mejor película europea de la década, y aunque me parece muy complicado afirmar algo así, no es ni mucho menos descabellado. Otra muestra más del excelente estado de salud del cine francés, que se atreve con todos los géneros y todos los domina.
       Antes he obviado un tanto, el discurso moral de la película. Y es que además lo tiene. No es difícil ver en ella una crítica al sistema penitenciario y a la sociedad en general. Evidentemente, poner a todos los que han cometido un delito juntos, independientemente de cual ha sido, no parece una idea muy buena para la reinserción. La película muestra la cárcel como una selva en la que impera la ley del más fuerte, y en la que o pisas o te pisan. Muchas de los actos del protagonista los hace por pura supervivencia, en contra de su voluntad. No conozco el sistema penitenciario y no me gusta opinar de cosas tan serias sin suficiente base. Pero si lo que se cuenta en Un profeta es así, habría que replantarse muchas cosas. Por otro lado se habla de la situación de los inmigrantes de segunda generación, que son depreciados por los "puros" de una y otra etnia, y como este desprecio conduce al odio y al crimen.
      En definitiva, una película redonda que nadie debe perderse.  

jueves, 24 de mayo de 2012

Obake (Mismo título, 2012)

Uno de los fenómenos más curiosos del rock actual es la importancia que han cobrado las bandas de metal, especialmente las del llamado "doom metal", un subgénero que busca la contundencia en los ritmos lentos e implacables, similares a una colada de lava que avanza despacio e inexorable. Es como si con ello quisieran mostrar el aciago carácter del destino. Refuerzan está sensación con unas voces que no cantan sino gruñen y con una instrumentación en la que dominan los tonos bajos. 
           Un género tan peculiar evidentemente no es muy vendible, y su base es una audiencia fiel y a la que no la asustan los retos. Es posible que este colchón de seguridad haya favorecido la proliferación de grupos sin miedo a innovar y liberados de la esclavitud de los mercados, lo que ha permitido una auténtica eclosión de talento. No es exagerado decir que casi la mitad del rock de calidad de hoy en día pertenece al "doom metal". Claro que no todo dentro de este género es oro, y hay muchos que con la excusa de hacer este tipo de música se limitan a gritar y a hacer ruido sin sentido alguno. Pero no es el caso de Obake ("fantasma" en japonés). Si algo caracteriza a esta banda es la elegancia y el buen gusto. Hacen una música de auténtica calidad. Incluso considerarlos un grupo de "doom" sería una simplificación, pues como veremos sus intereses y capacidades van mucho más allá, lo que impide encasillarlos. Lo más sorprendente es que se trata de un álbum de debut y en él la banda muestra una personalidad, seguridad, dominio técnico y talento sorprendentes.
            Human genome project comienza con un riff demoledor, acompañado de una guitarra disonante, entra en una espiral descendente para luego subir... se detiene, prácticamente quedando en un susurro y retoma el tema principal, terminando en una verdadera apoteosis. Dog star ritual es una pieza casi religiosa, que parece entonada por un coro de monjes malditos con un gutural y pagano maestro de ceremonias, y que intercala en sus contundente estructura, momentos de una belleza mística. The end of it all comienza con un sentido lamento oriental, respondido por unos magníficos bajos y percusión que se desarrollan lentamente, hasta terminar en una cacofonía de furia y ruido. Szechenyi es una pieza puramente instrumental, conducida por una delicada guitarra que puede considerarse un ejemplo de "free jazz", aunque las ocasionales tormentas eléctricas y la percusión tribal nos recuerden que estamos oyendo un disco de Obake. La fantasmal y etérea Letters to ghosts ahonda en la vertiente jazzística de la banda, pero ahora se trata de un jazz suave y elegante: los salvajes cruzados del ruido se han transformado en una agradable orquesta. Como si tras dos excursiones estilísticas, los Obake quisieran reivindicarse no propone Ponerology, la composición más "doom" del album, con su cadencia lenta e implacable que suena a destino y maldición, las voces guturales vuelven con fiereza redoblada y el ruido vuelve a hacerse el dueño de la función. The omega point probablemente sea la pista más emblemática del album, y la que mejor da la medida del talento compositivo de la banad. De libérrima estructura esta pequeña joya tiene influencias de la psicodelia y del post-rock, y deja bien claro que estamos ante un grupo sin miedo a innovar. El poderío metálico vuelve con Destruccion of the tower, una obsesiva pista en la que destacan sus distorsiones y sus coros paganos. El tono vuelve a cambiar en Endocrine pineal gland, una hermosa, delicada y cristalina composición instrumental, de carácter mistico-religioso, que muy bien podrían haber firmado Hash jar tempo o Dirty three. Lo imprevisible vuelve con Grandmother spider, a ratos jazz casi improvisado, a ratos música étnica, siempre sobre un amenazante estrato eléctrico, que viene a mostrar de nuevo que los intereses y las capacidades de Obake van mucho más allá de las de la típica banda de "metal".
         Que no os asuste la etiqueta de "doom metal". Es música de primera que puede gustar a todos.

miércoles, 23 de mayo de 2012

The yellow sea (Na Hong-jin, 2010)

Sin duda una de las grandes revoluciones en el cine de los últimos años viene de los países orientales, entre los cuales destaca el cine de Corea del Sur. Este cine se está mostrando especialmente brillante en el cine de acción. Esta revisando y redefiniendo los códigos del género, que en Hollywood habían llegado a un callejón sin salida... cada vez más ahogado por el espectáculo estridente, la violencia de diseño, las tramas inverosímiles y la ausencia total de un argumento o unos personajes mínimamente definidos, por no hablar de que parece que se repite una y otra vez la misma película, llámese Armageddon, Transformers, Independece Day o cualquiera de la misma calaña
         En oriente se ha optado por un cine de acción que se define por su carácter oscuro,retratando el mundo del crimen sin concesiones, con toda su crudeza; fatalista, realista e hiperviolento. Las películas son duras y secas... Desde luego no se trata de un cine para todos los públicos, ni siquiera para todos los estómagos.
        Yellow sea es una estupenda muestra. Excelente película, está dirigida con brío y garra; con un estilo directo, pero no exento de lirismo. Las secuencias de acción son muy físicas, y trasmiten una sensación de agonía, desesperación y cansancio, que literalmente te meten en la piel del protagonista. Se ha huido de todo artificio. Aquí no hay persecuciones de coches, sino que se huye a la carrera. No hay armas de fuego, sino que se pelea a cuchillo. Los combates no son espectaculares, son duros, secos, sangrientos y desesperados. No es una película que dulcifique la violencia, pero tampoco se regodea en ella (como pasaba en Oldboy), como muestran unas muy inteligentes elipsis que resultan más efectivas que su muestra explícita.
        El protagonista es un hombre abandonado por su mujer, lo que lo tiene obsesionado; jugador arruinado y delincuente de poca monta, que ,forzado por su situación económica, se verá obligado a aceptar un encargo que le llevará a estar en medio de una guerra entre dos poderosas y despiadadas bandas del crimen organizado rivales. A partir de ahí emprenderá una huida desesperada y violenta por escapar de las garras de las mafias, al tiempo que tratará de encontrar a su mujer.  Se convertirá en un "Robin" (samurai sin señor) contemporáneo: un hombre solo y sin apoyos en un mundo plagado de traidores, mentirosos y violentos delincuentes.
         Excelente desde cualquier punto de vista, los dos únicos defectos que podría señalar son su excesiva duración y su compleja trama. No es que se haga larga, pero tengo la sensación de que si se hubiera simplificado un poco, la película sería más efectiva. Hay veces que se tiene la sensación de que la misma secuencia la has visto varias veces. No obstante, en general es una película de una calidad excepcional, que recomiendo a todo el que se vea con vísceras para soportarla.
        Afortunadamente, los buenos modos del cine de acción coreano se están contagiando a su equivalente americano. Un buen ejemplo sería la magnífica Drive (comentada en abril en este blog), que incluso mejora sus modelos orientales, al estilizar los aspectos visuales y simplificar el argumento.

martes, 22 de mayo de 2012

Annie Hall (Woody Allen, 1977)


Lo primero que se me ocurre decir de Annie Hall (y me parece el mayor de los elogios) es que es una película divertidísima. Uno de los mejores ejemplos de humor inteligente de los que he disfrutado nunca.
            Probablemente la gran obra maestra de Woody Allen, y eso es muy significativo, tratándose de un cineasta que ha hecho tantas y, por lo general, tan buenas, creo que es de obligada revisión en las academias de cine. Allen demuestra ser un cineasta superdotado en todos los aspectos, como director y como guionista.
          Como director sus recursos son prácticamente infinitos, con una capacidad extraordinaria para romper las reglas a su antojo. Capaz de dotar a su criatura de un ritmo endiablado que no da tregua al espectador, puede hacer unas piruetas espacio- temporales que son auténticos fogonazos para el cerebro. Retrata un contexto familiar y social con apenas un plano y unas líneas de diálogo; alguien que utiliza el humor para decir cosas muy serias. Vuela por los aires todas las convenciones cinematográficas al dirigirse directamente al público, rompiendo las reglas de la ficción ¿Donde acaba el personaje y empieza el verdadero Allen? (Aunque probablemente sean lo mismo)… o cuando expresa con subtítulos lo que los personajes están pensando, que para nada se parece a lo que dicen.
      Como guionista es aún más extraordinario. Soy de la opinión que el gran punto fuerte de las películas de Allen son sus diálogos. Los personajes hablan como auténticas ametralladoras, saltan de un tema a otro como resortes. Cada frase daría que pensar para unos cuántos minutos si el autor no tuviera preparada otra para los siguientes cinco segundos y así sucesivamente. Es como si asistiéramos a la actuación de una monologista extraordinariamente brillante, que tiene la capacidad de hacernos reír y, simultáneamente, de congelarnos la sonrisa porque sabemos que lo que dice nos incumbe, a menudo más de lo que quisiéramos.
      Y es que incluso en las facultades de antropología y psicología esta película tiene cabida. Allen retrata como nadie al típico urbanita neurótico, inseguro, con una inteligencia abstracta inversamente proporcional a su inteligencia emocional, culturalmente anticultural, plagado de complejos (sobre todo, sexuales) dependiente, pero con miedo al compromiso… y con psicoanalista por supuesto. Está claro que se trata del propio Allen, y esta sinceridad tan brutal y esta capacidad de introspección le dan un valor documental absoluto. Todos nos sentiremos identificados de una manera u otra, si no en la personalidad, si en alguna situación: esas tan surrealistas en las que te planteas: “y yo, ¿que hago aquí?”
      A esto hay que añadirle que Allen es un actor divertidísimo y excepcional, de una naturalidad desarmante, y que Diane Keaton, maravillosa actriz, hace aquí el papel de su vida y es imposible que no te enamores de una manera u otra de ella, aunque en el universo de Allen, ligero a pesar de su inteligencia, más que de amor habría que hablar de relaciones.
       Una maravilla que nadie debe perderse. Tan buena como divertida. Probablemente la mejor comedia romántica que se ha hecho nunca, y que no por más imitada, se ha igualado. Una obra maestra absoluta. 

domingo, 20 de mayo de 2012

Mykki Blanco & the mutant angels (Mismo título, 2012)

Mykky Blanco & the mutant angels son un trío, pero suenan con la contundencia de todo un regimiento. Este álbum, del mismo nombre que el grupo, es el primero que publican y ya en él muestran un estilo definido, poderoso y realmente prometedor. Es casi milagroso que en estos tiempos de reggetón y músicas facilonas haya bandas capaces de reivindicar el auténtico rock: ése que no es fácil de apreciar de primeras y que a menudo coquetea con el caos, pero de una sinceridad brutal porque sale de las mismas entrañas. 
        Aunque cada pista del LP tiene su propia personalidad, por lo que el disco debe entenderse como una obra unitaria, como un sistema en el que cada elemento tiene su papel, lo cual también es una reivindicación importante en esta época de consumo de canciones aisladas, encontramos una estructura homóloga en la mayoría. Las composiciones tienen tres capas básicas. La primera es una contundente guitarra de caracter industrial, casi maquinal. La segunda la soberbia percusión, virtuosa y a menudo impredecible. La tercera capa es la voz del cantante, distorsionada y que emerge casi fantasmalmente de entre ese muro de sonido. A veces se suma una segunda guitarra, suave y libre que le da una nueva dimensión, casi lirica, a la obra. 
         La introducción, From the silence of Duchamp nos muestra que no estamos ante un disco cualquiera y mucho menos ante uno comercial. Es una cantinela, casi letanía con el ruido de un motor de fondo, que al final es sustituido por un sonido eléctrico que nos prepara para el resto del disco. Head is a stone es una pista en la tradición del mejor rock duro de los 70 que recuerda a los Stooges. Con un riff realmente obsesivo, la protagonista es la percusión impredecible, libre y salvaje, que da a la composición un carácter de danza tribal de guerra.  Chinatown es una auténtica tormenta sonora, más recitada que cantada, de una manera libre, casi caótica, siguiendo la tradición de James Brown, destaca su guitarra, que le da a la pista un carácter industrial, casi como si se tratara de la alarma de un fábrica. En cierta manera, recuerda a los mejores Prodigy, sólo que más eléctricos y menos electrónicos. El desarrollo de la pieza viene determinado por una segunda guitarra, que rompe por completo su estructura y la hace desembocar en el desorden total. Avenue D es tan poderosa y revolucionaria como sus predecesoras, pero la segunda guitarra, punteada, le da un nuevo matiz, psicodélico y casi místico oriental que la suaviza. Freak Jerk probablemente sea, junto con Gay Dog, la composición más personal del disco. La primera guitarra no tiene ese sonido tan industrial y la canción es más rica en matices vocales e instrumentales. El desarrollo es más complejo y la estructura más clara, así como el estilo más propio. Es una especie de canto indio con instrumentación rock y que termina en un limbo sonoro de distorsiones eléctricas. Cum (el título es más que explícito) tiene un carácter salvajemente sexual, que recuerda, de nuevo a James Brown o a un hipotético Jim Morrison negro. El sonido industrial vuelve, lo que refuerza la sexualidad animal de la canción. Gay dog es la obra maestra del álbum. También es la pieza más larga, nueve minutos, y sobre todo la más original y experimental. se trata de una composición instrumental. La cantinela adolescente de amor, voluntariamente ridícula, sólo es un pretexto para que durante cinco minutos la percusión sea la protagonista única de la función, devolviéndonos una visión oscura y terrible de la cantinela del comienzo. La tercera parte es una clara muestra de lo que estos chicos pueden hacer simplemente con batería y ruido eléctrico. Join my militia es un rap con cierto sabor árabe, en el que la banda nos muestra su lado más político y nos invita a unirnos a su causa. 
          Un disco más que recomendable, aunque como todas las buenas obras del rock resulte un tanto complicado entrar en ella. Resulta fundamental que sigan surgiendo bandas que hagan verdadero rock. A veces pienso que es un género en vías de extinción, en gran parte debido a la propia industria, que siempre ha valorado más el éxito comercial y toda la parafernalia que la acompaña que la calidad de la música. En cualquier caso, grupos como el de estos tres salvajes nos llenan de esperanza. No todo está perdido.

Profesor Lazhar (Phillippe Falardeau, 2011)

Una mañana como cualquier otra, en un colegio de Montreal las clases están a punto de comenzar. El alumno encargado de hacer algunos de los preparativos se acerca a su aula y ve algo que le llama la atención... se asoma y ve a su maestra ahorcada en la clase. Bashir Lazhar, el profesor que la sustituirá, intentará por todos los medios que acepten y superen el suicidio de su anterior maestra.
          Con este comienzo tan contundente, Profesor Lazhar nos está avisando de que va a apostar fuerte y de que va ser una película sobre el sistema educativo crítica y sin concesiones. Inteligente y sensible está película debería ser de obligada visión en los centros educativos, pero es precisamente hay donde nunca se verá.
         ¿Qué es lo que critica del sistema educativo? Lo primero que hay que tener en cuenta es que se trata de una película canadiense, y por lo visto en la pantalla su educación debe de estar entre las primeras del mundo. No obstante, tiene unos fallos comunes a todos los sistemas educativos de los países occidentales, independientemente de que sean buenos o malos. Podemos reunirlos bajo un "pecado" capital: la asepsia. Antes el profesor era un ser humano que educaba a niños. Como ser humano que era podía equivocarse, y se asumía como parte del juego. A los niños se les trataba como tal. Se les castigaba, tiraba de las orejas o se daba una colleja llegado el caso. Y se les daba un beso o abrazaba si era necesario. Es decir, la relación en el aula era humana.
       Pero en los últimos veinte años, se supone que con la excusa de proteger a los niños, el aula se ha convertido en una especie de quirófano. El profesor es un especialista en su materia que debe limitarse a enseñar, y cualquier contacto está prohibido. Si es un castigo se interpreta como violencia. Si es afectuoso puede interpretarse como acoso sexual. Ello genera mucha frustración en los docentes, pues se ven atados de pies y manos para expresarse y dejar clara su autoridad, pero sobre todo es nocivo para los niños que son tratados como material radiactivo (como un personaje de la película dice) precisamente por aquellos con los que muchas veces pasan más horas, en ocasiones más que con sus padres, y de los que necesitan apoyo, comprensión y cariño... palabra maldita en la robótica nueva pedagogía. También se les evita hablar de cualquier tema que pueda herir sensibilidades: religión, política, enfermedades, la muerte, la injusticia... precisamente los temas más importantes y que, en definitiva, nos definen como personas.
       Además de una crítica inteligente, contada con delicadeza y buen gusto, Profesor Lazhar es una película de una humanidad y sensibilidad extraordinarias. El verdadero protagonista es Bashir Lazhar, el personaje que da título al film. Y es imposible no sentir aprecio por este personaje íntegro, trabajador, crítico, sensible y preocupado por sus alumnos. La película está hecha con tanto talento que a veces basta con un plano para caracterizarlo. También es imposible no enamorarse de los niños, cuya interpretación es magnífica. En la hora y media que dura la película los conocemos, cada uno con su personalidad y llegamos la conclusión de que por mucha asepsia que se quiera imponer, una clase no deja de ser un gran familia.
       En definitiva, una película excelente y valiente que pone la llaga en muchos aspectos de la educación. Pero además una película muy humana y de una gran sensibilidad, con momentos en los que es imposible no emocionarse.
      Termino diciendo, que una película semejante en España sería prácticamente de terror. A los problemas que se cuentan en esta película habría que sumarle la falta de medios, la negación y el descrédito del profesor (ni siquiera aparecen en las listas de profesionales), la indisciplina en el aula, las clases masificadas, el fracaso escolar, la subestimación de la cultura... y todo esto parece que va a peor, porque son la educación y la sanidad, los dos pilares más importantes de un estado justo, precisamente los que más están pagando el pato de la maldita crisis. Y aunque la profesión de médico está muy bien considerada (con razón), no se puede decir lo mismo de los profesores (que casi no cuentan para nada)... y, si me apuráis su labor es casi más importante: los primeros curan enfermos, los segundos forman personas... si los dejan.
     Pero en este país parece ser que los únicos "interesados" por la educación son los descerebrados guionistas de nocivos engendros para los adolescentes como "Física o Química".

jueves, 17 de mayo de 2012

Rango (Gore Verbinsky, 2011)

Rango fue una de las grandes sorpresas de 2011. Una película de animación auténticamente deliciosa, divertida y muy original. Para promocionar muchos filmes se utiliza el tópico de "diversión asegurada para toda la familia". En este caso no es un tópico: es la auténtica verdad.
          Rango es la clase de película de animación que yo denomino "bicapa", estilo que inauguró Pixar. Tiene dos niveles de lectura: uno para los niños y otro para los adultos. En otras palabras, aunque vean la misma película, unos y otros aprecierán elementos diferentes. Los niños verán personajes divertidos, tramas emocionantes, buenos y malos, situaciones divertidas... los mayores además verán dobles sentidos, referencias cinematográficas, crítica social, parodia, etc. En realidad son películas de adultos camufladas como películas de niños. Y en el caso de Rango, el componente adulto es mayor y más irónico y surrealista de lo que lo suele ser en las películas de Pixar.
         Rango narra historia de un camaleón quijotesco en un contexto de "spaguetti western". Con ese planteamiento la diversión está segurada, pues no faltarán los equívocos, la bravuconerías, las situaciones absurdas y las mentiras que el propio personaje llega a creerse. Los diálogos son muy buenos e ingeniosos, de una gran inteligencia. Y tiene algunos de los golpes más graciosos que recuerdo.
         Técnicamente la película es una maravilla. Realmente sorprende ver la perfección que ha alcanzado la animación por ordenador. Los colores, la luz, las texturas, el diseño de los personajes... son una delicia. Pero si hay algo que destaca es la labor de su director. Me cuesta creer que sea el mismo que ha dirigido películas tan planas y convencionales como la trilogía de Piratas del Caribe. Pero es así. Ahora bien, en Rango muestra talento de sobra, y logra evocar (no confundir con imitar) el incomparable estilo de los westerns de Sergio Leone. En este sentido es el mejor y más original homenaje que se ha rendido la trilogía del maestro italiano.
        Por tanto, os ruego que venzáis vuestros prejuicios y veáis esta maravilla. No sólo la considero una de las mejores películas de 2011, sino que también es una de las más inteligentes y divertidas que he disfrutado en los últimos años. Ni siquiera hace falta eso que dicen de sacar el niño que llevamos dentro... cómo se disfruta de verdad es como adulto, aunque si tenéis hijos también les encantará.
       Una clara demostración de que a Pixar se le puede discutir el trono del cine animado, siempre y cuando no se les imite y se haga algo diferente.

miércoles, 16 de mayo de 2012

Platoon (Oliver Stone, 1986)

Supongo que cuando Oliver Stone se planteó hacer Platoon se haría la pregunta sobre si era necesario y conveniente hacer otra película sobre la Guerra de Vietnam. Era un subgénero del que se había abusado mucho desde finales de los setenta, con muchas películas, la mayoría bastante mediocres. Además había una obra maestra absoluta y una excelente película que habían tratado el mismo tema: Apocalypse now y El cazador, respectivamente. Así que se trataba una apuesta arriesgada, con una audiencia cansada del tema. Para que saliera bien, la película tenía que ser excelente y ofrecer algo nuevo a tan manido subgénero.
           Platoon cumple con creces estas condiciones. Es una obra maestra y una de las mejores películas bélicas de la historia. Junto con la mencionada Apocalypse now y La chaqueta metálica forman lo que denomino la trilogía de oro de Vietnam. Cada una tiene su propio carácter. La de Coppola es una obra monumental, casi simbólica, una especie de opera wagneriana contemporánea. La de Kubrick  fría, despidiada y de una objetividad de entomólogo, se centra en el proceso deshumanizador de la formación militar y sus funestas consecuencias.
           En este océano de cine sobre Vietnam, Platoon es probablemente la más humana, la más directamente implicada en lo narrado. No es una reflexión sobre la guerra ni una evocación de ella. En Platoon el conflicto se cuenta en primera persona. Asistimos al funcionamiento interno de los pelotones, a sus bandos y enfrentamientos. Las batallas son siempre emboscadas y en todas ellas esta presente la muerte. 
           Los diálogos son excelentes (Stone siempre ha sido un excelente guionista) y probablemente es la película que más se preocupa por los aspectos psíquicos y sociales de los soldados. Tan bien definidos que parecen de carne y hueso.
          Otro punto fuerte es el talento visual de Stone, ya que la película es portentosa en este aspecto. La jungla, la iluminación, el sudor, el uso del montaje, de la cámara lenta, de la niebla... todo ello es manejado con maestría por Stone hasta lograr que casi vivamos personalmente lo narrado. Tiene momentos de una intensidad y de una belleza subyugadoras que se graban a fuego en la retina.
          Desgraciadamente, aunque no devaluada, esta gran película está un tanto olvidada, en gran parte por culpa del propio director, que posteriormente, con la excepción de la excelente Nacido el cuatro de julio, tomó una deriva, en el mejor de los casos, excéntrica, con lo que se ganó la animadversión de la crítica (y probablemente con razón)
         Pero ese no es motivo para olvidar esta desgarradora, sincera, directa y bella crónica del horror que es Platoon. Una película que deja muy claro que lo primero que muere en la guerra es la inocencia (cómo decía su frase promocional) y que los verdaderos y más peligrosos enemigos no son los externos, sino los internos.
        Una maravilla. Imprescindible

lunes, 14 de mayo de 2012

Los diarios del ron (Bruce Robinson, 2010)

No conozco la obra de Hunter S. Thompson, cuya novela homónima y en gran parte autobiográfica, da origen la película que vamos a comentar. Fue el creador del periodismo "gonzo", un estilo descuidado, improvisado y subjetivo, pero de una gran ferocidad y con la que arremetía contra todos los que el consideraba los "cabrones" (la palabra es suya) del mundo. De personalidad compleja, alcohólico, aficionado a las drogas y crápula impenitente, es admirado por unos y rechazado por otros con igual intensidad.
           Fue periodista y novelista. Precisamente sus experiencias en un diario deportivo de Puerto Rico, cuando apenas contaba veinte años, fuero el armazón sobre el que escribió Los diarios del ron. Otra novela suya, también en gran parte autobiográfica, que fue llevada con éxito al cine fue Miedo y asco en Las Vegas (Terry Gilliam, 1998), Curiosamente ambas películas están protagonizadas por Johnny Depp, que parece venerar a Thompson.
           Digo todo esto porque creo que es importante para comprender la película. Puedo afirmar que el título es más que adecuado, pues el alcohol está tan presente que casi se le puede considerar un personaje protagonista. 
          La película tiene un gran obstáculo que superar: lograr unidad y coherencia a pesar de lo complejo y contradictorio de la persona sobre la que trata. Efectivamente, no es fácil captar la unidad de alguien que al mismo tiempo es profundamente autodestructivo y, por otro lado, es un paladín de la justicia. Y al igual que su modelo, la película es bicéfala. Por un lado denuncia las injusticias del mundo, el poder corruptor del dinero, cómo muchos periodistas están vendidos al sistema establecido, cómo la riqueza de las naciones se construye sobre el sufrimiento de los pobres... pero reflexiones como éstas se diluyen en anécdotas disparatadas, que realmente son muy divertidos y están muy bien contados (en más de una ocasión me he reído con ganas), pero que diluyen los elementos de denuncia. Al verla tenía la sensación de no saber de que va muy bien la cosa y es que no todas las mezclas son buenas, aunque los ingredientes por separados si lo sean. En cierto modo era como ver un híbrido entre La Misión y Resacón en la Vegas, con predominio de la última.
          Está muy dirigida, con firmeza y brío, y tiene secuencias auténticamente brillantes. Sin embargo por lo que hemos comentado se ve antes como una sucesión de momentos brillantes que como una obra unitaria. Es una película de momentos.
         Los actores están muy bien, especialmente Giovanni Ribisi, que crea un personaje realmente divertido y magnético. Johnny Depp es buen actor, pero en excesivas ocasiones tengo la sensación de que hace precisamente de Johnny Depp.
       Si lo se pretendía era divertir, se ha logrado: es una buena comedia a pesar de sus defectos, y las carcajadas están aseguradas. Si se buscaba algo más (y tengo la sensación de que así era) pienso, en líneas generales, que se ha fracasado.
             

sábado, 12 de mayo de 2012

El intendente Sansho (Kenji Mizoguchi, 1954)

Mizoguchi es uno de los grandes maestros del cine japonés y del cine mundial. Injustamente desconocido merece un nombre junto a otros grandes como Kurosawa u Ozu. De los tres grandes maestros nipones es el más sensible y humano. Tanto las historias que cuenta como su manera de contarlas se caracterizan por la delicadeza. Sin renunciar a su carácter típicamente japonés, su obra es facilmente asimilable por la mentalidad occidental, especialmente por la universalidad de los temas que trata.
        El intendente Sansho es uno de los más hermosos cantos que el cine ha dedicado a la libertad e igualdad entre los hombres, así como una de las más duras y fuertes denuncias de todo sistema injusto, que anteponga la riqueza o cualquier otro valor material a la dignidad humana. La película narra las desventuras de una familia que por ser fieles a sus principios cae en la desgracia y su lucha por recomponerse y recuperar la dignidad y la libertad perdidas. Asimismo es un duro retrato del Japón del Siglo XII, de su sistema feudal, su esclavitud, torturas, codicia, etc. 
      Si hay algo que caracteriza a los grandes autores es el ser capaces de trascender lo particular para llegar a lo universal, y, aunque Mizoguchi nos esté hablando de un país y un tiempo muy concreto, en todo momento se nos viene a la cabeza todos aquellos regímenes que aplastan y se nutren de sus ciudadanos, todas aquellas personas que sufren simplemente por haber nacido en el tiempo o en lugar equivocado, como el subir y el bajar en la sociedad es más una cuestión de suerte que de mérito, y de qué difícil es ponerse en la piel de los que sufren y hacer algo por ellos.
      También es relato sobre el amor y la familia. Sobre la importancia del buen ejemplo y de no olvidar las buenas enseñanzas recibidas. Sobre la necesidad de mantener la esperanza y la fe en la adversidad, y de que es posible no embrutecerse aún cuando nos traten como animales.
     Como dije antes, como película de Mizoguchi que es, es sensible y delicada, pero no por ello deja de ser profundamente dura y triste. Sin embargo, la tristeza que provoca no es una tristeza estéril, sino una que conmueve y despierta la conciencia. Como en todas las obras de este director que he visto, cada plano y cada secuencia es de una belleza y sutileza exquisita; una belleza tan discreta que a menudo nos olvidamos de que está, pero que nunca falta. Y como en el resto del cine de Mizoguchi, la mujer es el corazón de la historia, y es que probablemente estemos, junto con Dreyer, ante el director que mejor ha sabido penetrar el alma femenina.
     En definitiva, una auténtica maravilla.     

viernes, 11 de mayo de 2012

El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966)

Con esta película termina la llamada "trilogía del dólar" de Sergio Leone, un auténtico "tour de force" cinematográfico, en el que el gran director italiano se esforzó por mantener la calidad y ofrecer siempre algo diferente al público. La última es la más famosa de las tres y, en general, la más valorada. Yo no acabo de estar de acuerdo. No digo que sea inferior, ni mucho menos, pero tampoco veo una clara superioridad respecto a sus antecesoras. De todas formas, más adelante tendremos la ocasión de hacer las inevitables comparaciones.
            Lo que sí es indudable que El bueno, el feo y el malo contó con unos medios de producción mucho mayores que las anteriores, y eso se nota claramente en los aspectos técnicos de la película: fotografía, escenografía, etc. También es la más ambiciosa y larga (casi tres horas, por apenas una hora y media que duraba la primera).  También es, en cierto modo, la más original. No se limita a ser una película del oeste, sino que de alguna forma son dos films en uno. El primero lo constituiría el western en sí, con sus cazadores de tesoros, alianzas forzosas, duelos y demás elementos definitorios del género. Pero sobre este armazón se cuenta una historia de mucha mayor trascendencia, la de la guerra civil norteamericana y, en definitiva, el nacimiento de los Estados Unidos como nación. Lo curioso es que los protagonistas de la primera historia son, a menudo, co-espectadores, junto con nosotros, de la segunda, por lo que tal vez sería más correcto hablar de una película en el interior de la otra. Lo que hace grande a Leone es que se desenvuelve también en un elemento como en otro. Conocíamos su dominio de los tiroteos, de la tensión sostenida, de los giros argumentales, su manera única de concebir la acción... pero es igualmente hábil en los grandes planos con muchos extras y en los códigos del cine histórico; pues le basta cuatro pinceladas para plantear su filosofía de la historia... no muy optimista, por cierto, ya que ve la violencia y la brutalidad como las principales fuerzas de la historia, probablemente porque también vea la fuerza y la codicia como las principales motivaciones humanas.
           También es la que describe mejor a los personajes. En las anteriores su carácter apenas estaba esbozado. Aquí se desarrollan mucho más. "El malo", no... es eso: malo. De "el bueno" ya se nos cuentan más cosas y aparece con rasgos más complejos; pero es sobre todo "el feo" el que de alguna forma sostiene la trama. Es el más complejo de todos. Al contrario que los otros dos es extrovertido y no deja de expresarse y explicarse. Se nos cuenta su historia, sus contradicciones, es complicado, trágico y cómico al mismo tiempo. Tal vez por eso no se le pueda definir moralmente, como a los otros dos, sino que se le tenga que definir físicamente.
         Puede que algunos os sintáis un poco decepcionados. ¿Es que esta película no tiene lo que hizo mítica a sus hermanas? Sí, como dije antes, los tiroteos, los duelos con primeros planos, las sorpresas argumentales, la música de Morricone... todo eso está ahí. Pero se han añadido otros elementos. 
        Entonces, si tiene lo mismo y además otras cosas más, y buenas,  es la mejor. Es un razonamiento lógico, pero creo que las cosas no son tan sencillas. Por un puñado de dólares parte de un planteamiento sencillo y muy efectivo, es la más concisa y fresca. Por su parte, La muerte tenía un precio es el apogeo del estilo Leone, la más "del oeste" de las tres y la que plantea con más claridad las claves estilísticas y argumentales del género. Y El bueno, el feo y el malo es la más compleja y madura. Es cuestión de matices, y hay argumentos para defender los tres puntos de vista. En cualquier caso tenéis que ver las tres, ya que probablemente se trate de la mejor trilogía de la historia del cine.
       Si queréis que me moje un poco diré que siempre he tenido debilidad por las películas concisas y sencillas, bien planteadas y resueltas. Creo que es pista suficiente, ¿no?

jueves, 10 de mayo de 2012

Pi (Darren Aronofsky, 1997)

Sorprendente como "opera prima", PI es una película soberbiamente dirigida, que muestra el sobrado talento de Aronofsky, como quedará patente en las posteriores El luchador y Cisne Negro. Contó con un presupuesto bajísimo para hacer la película, unos 60000 dólares. Pero donde escasean los medios, sobra el buen hacer. Gran parte de las secuencias están rodadas cámara en mano, de una factura casi casera, y consiguen una sensación de claustrofobia, ansiedad e irrealidad realmente sobresalientes.
            Y es que si tuviéramos que definir la película con una palabra sería encierro. Pero no el exterior, sino el peor: cuando uno es prisionero de sí mismo. Como el título claramente indica estamos ante una película sobre las matemáticas, que Aronosky enfoca de una manera muy peculiar, ya que en lugar de iluminar el mundo, en este film lo oscurecen. No quiero desvelar mucho sobre la trama de la película, pues es muy original e imprevisible. Si puedo decir que, como en el resto de películas del director, la historia gira en torno al perfeccionismo y a las obsesiones autodestructivas que generan. 
           Si la dirección es prodigiosa, el guión no le va a la zaga. Aronofsky, también autor de la historia, se maneja muy bien en un campo tan difícil como el de las matemáticas. En este punto la película no es superficial, por lo que no sonrojará a ningún especialista. Tiene momentos y diálogos de verdadero interés y profundidad científica y filosófica, sin que en ningún momento se caiga en la pedantería, por lo que podemos sumar la capacidad didáctica a las cualidades de nuestro autor. La historia y su atmósfera es claramente hija de su tiempo, los noventa, rezumando nihilismo por todos sus poros, como muy bien indica su banda sonora, muy "estilo prodigy".
         No se trata de una película perfecta. Es un tanto precipitada y en ocasiones da demasiados giros y demasiado rápidos. Además su profundo nihilismo hace difícil la empatía con los personajes. A esta visión deshumanizada contribuye también su fotografía en un blanco y negro granuloso y metálico, que ahoga y oprime al espectador tanto como a los personajes. Aronosky corregirá estos defectos en sus películas posteriores.
        En cualquier caso una película notable y muy original que realmente merece la pena ver. Una historia que presenta al cerebro como enemigo de uno mismo y a la inteligencia como frecuente antítesis de la vida. No creo que Aronosky sacralice la ignorancia... probablemente nos quiera decir que el deseo de conocimiento es bueno en su justa medida.

Twin infinitives (Royal Trux, 1990)

Royal Trux fue un banda de rock estadounidense fundada por Neil Hagerty y Jennifer Herrema. Más interesados en destruir que construir, su estilo básicamente consiste en invertir y parodiar los códigos del rock, ofreciendo una "musica" ruidosa, voluntariamente fea y caótica, aunque posteriormente optarían por una deriva más convencional y comercial.
         De su numerosa producción, su segundo álbum, Twin Infinitives, es su obra maestra. En ella demuestran su enciclopédico conocimiento del rock, pues tocan, aunque mejor sería decir destrozan, todos sus subgéneros. Serían el equivalente noventero de Captain Beefheart, por su talento, su surrealismo y su capacidad de dar la vuelta a todo lo que asimila. Como la de su antecesor en la deconstrucción musical, es un disco difícil y no todos lo oídos lo soportarán. Ahora bien, si abrís un poco la mente y estáis dispuesto a aceptar algo diferente a lo que normalmente se entiende por música, descubriréis un trabajo magnífico, divertidísimo, casi adictivo y que deja en ridículo la mayor parte de la música convencional. 
        Twin infinitives contiene cuatro pistas, de las cuales tres, a su vez estan subdivididas.
        La primera pista contiene cinco piezas. Solid gold teeth es un ejemplo de punk demencial, con videojuego de fondo, cantado por un borracho. Ice cream es la canción de amor más absurda y deforme que pueda imaginarse, con un punteo de guitarra espantoso y divertidísimo. Jet Pet suenan como los Led Zeppelin al borde del coma etílico y tocando desde el interior de una tinaja. Rtx-usa es hard rock que parece tocado por niños aporreando instrumentos, y Kool down wheels es una balada desafinada.
       La segunda pista contiene tres piezas. Chances are the comet in the future es una peculiar visión del rock espacial y del apocalipsis "cantada" a dos voces. Yin Jim versus the comet, su continuación, es una versión surrealista del estilo de los Velvet Underground. Osiris es oscura y misteriosa, pero no por ello menos hilarante
     La tercera pista solo contiene (Edge of the)Ape Dove. Es la más ambiciosa y elaborada del disco. Empieza con una mezcla de percusión africana, atonalidad, sonidos industriales y voz robótica. Después aparece una guitarra "metal" acompañada sucesivamente por una recitación casi infantil, un raga hindú, y un grito del inframundo, para desembocar en un ahogado rock duro.
      La cuarta pista se divide en cinco piezas. Florida avenue theme es puro ruido que imita el tráfico de la ciudad. Lick my boots es una versión dadaísta del country. Funky son es una composición arrítmica y amorfa, montada sobre una caja de ritmos supuestamente bailable y con cantos fantasmales. Ratcreeps es una melancólica canción con guitarra chillona y ritmos que aturden. NY avenue bridge es uno de los mejores ejemplos del inmenso talento del grupo; una contundente pieza de piano y voz que es una especie de reverso tenebroso de la música de Broadway.
      Evidentemente, es una música díficil y en la que cuesta entrar, pero si lo hacéis veréis que merece la pena...sólo requiere una mente y un oído abiertos. Se trata del trabajo de unos locos, pero unos locos geniales... Además os debéis ir preparando para Captain Beefheart.

martes, 8 de mayo de 2012

El hombre con una cámara de cine (Dziga Vertov, 1929)

La película que comento ni siquiera tiene un título en español. El que encabeza el artículo es una traducción del título en inglés que le asigno el Instituto Británico de Cine. Es una de esas raras joyas que uno encuentra a base de sumergirte en las páginas de especialistas y sitios similares. En este caso lo de "joya rara" se queda corta, pues no es rara sino rarísima, lo que si es una joya.
        Empecemos por el principio. ¿Cual es el propósito de esta película tan atípica? Yo diria que doble, uno cinematográfico, el principal, y otro extra-cinematográfico, secundario, pero muy curioso.
       Esta película es básicamente un ejercicio formal. Su director explicitamente declara que quiere hacer un experimento, que consiste en dar al cine un lenguaje propio, alejado del teatro y de la literatura. Es decir, básicamente se trata de una película no narrativa. No va a recurrir ni a guión, ni a escenarios, ni a actores: se va a limitar a filmar la vida de la ciudad. Esto que, en teoría, debería dar un tostón infumable, origina una obra divertidísima, brillante, sorprendente y asombrosa. Liberado de la narrativa, el cine demuestra todo su potencial para trabajar con el tiempo: comprimirlo, expandirlo, duplicarlo,... y con el movimiento. En el fondo la película es una gran coreografía cuyos bailarines son los elementos de la sociedad industrial de comienzos del siglo pasado. También la cámara resulta ser un testigo privilegiado de la vida cotidiana: los rostros, los gestos, el trabajo, el deporte. Con todos estos elementos el autor juega a su antojo y utiliza todos los recursos de su época: la cámara rápida, lenta, animación... Pero lo de menos es lo que Vertov toma, lo importante es lo que aporta. Esta película contiene un montón de hallazgos que marcarán la historia del cine y lo convertirán en un arte autónomo, con personalidad propia. Basicamente, estos hallazgos tienen que ver con el uso de la perspectiva y del montaje. Diréis que estoy diciendo algo evidente, pues lo que define una película es precisamente esto, pero recordad que estamos hablando del año 29, y que si esto lo sabemos es, en gran parte a esta película. En definitiva, Vertov muestra que sobre todo trabajar en el cine, es trabajar con el tiempo. El gran Tarkovsky, también soviético, continuará la idea.
      La segunda intención es glorificar la sociedad industrial y sobre todo a la Unión Soviética y sus grandes logros: la industria, la modernidad, la liberación de la mujer, el estudio y el deporte universales.... No entro a analizar esto, simplemente me limito a constatar lo que creo que es la intención del autor.
      En resumen, una película alucinante, divertida y original, de un vanguardismo absoluta, a pesar de que casi tiene un siglo. Creo que no exagero mucho si digo que probablemente haya sido una de las películas más determinantes para hacer del cine lo que hoy es... y por eso su olvido me parece incomprensible. Dado que es una obra formal, evidentemente no es para el gran público, pero es que tampoco he leído sobre ella en los sesudos críticos... En cualquier caso, cada día me parece más cuestionable eso de que Ciudadano Kane ha sido la película más original e innovadora de la historia...¡Cuánto deslumbramiento por Hollywood!
       Sólo se me ocurre una pega...¿Dónde está la naturaleza? ¡Ah!, olvidaba que las máquinas también nos deslumbran.

lunes, 7 de mayo de 2012

La muerte tenía un precio (Sergio Leone, 1965)

Segunda parte de la trilogía del dolar, el gran riesgo que corrió Sergio Leone a la hora de realizar La muerte tenía un precio era volver a hacer Por un puñado de dólares. Este peligro era más que real si tenemos en cuenta que ambas películas comparten actores, escenarios y que el estilo de Sergio Leone de los más personales que se han dado en la historia del cine.
          Evidentemente, entre ambas hay un gran aire de familia, cosa que el propio director y guionista incorpora a la película, adelantándose a las posibles críticas (quien esté atento a una frase del final de la película me entenderá). Por utilizar una metáfora es el parecido que habría entre dos hermanas, siendo La muerte tenía un precio la mayor. La trama es más compleja, hay mas escenarios y es notablemente más larga. Si una de las grandes virtudes de la primera era su sencillez, la segunda es más barroca. Son continuos los giros de guión, las sorpresas, los finales que se prologan, etc. Asimismo, introduce lo que llamo "el preludio musical a la muerte", recurso imitado hasta la saciedad en posteriores films. Al contrario que en la primera, no se trata de hablar sobre un engaño, sino de alguna forma de engañar continuamente al espectador. Con este recurso, Sergio Leone está más de una vez a punto de cansarnos, pero como el gran maestro que es sabe colocar esa secuencia magistral en el momento justo para que todos nos reenganchemos de nuevo. 
        ¿Es mejor que la primera? Es difícil decirlo. Ya confesé mi debilidad por Por un puñado de dólares precisamente por su sencillez y concisión en la trama, que contrapesaba el estilo barroco de su director. En esta trama y estilo son complicadas, lo que podría ser un defecto. Pero Leone lo compensa con creces gracias a su virtuosismo. Si en la primera lo duelos eran grandiosos, aquí alcanzan la perfección, su estilo se ha depurado tanto que pueden mantenerse y mantenerse sin que el respetable se canse. Y cuando parecen que no pueden dar más de sí, lo hacen, con momentos que te ponen literalmente los bellos de punta.
       Esta película es mucho más "Leone", que la anterior, en la había una gran influencia de los elementos "Kurosawa". Es más épica y me atrevo a decir que es la película del oeste por antonomasia, y probablemente una de las más influyentes en la historia del cine: no hay más que ver cualquier película de Tarantino, por no hablar de su influencia en otras artes como el cómic o el manga. También tiene más elementos humorísticos y por momentos es muy graciosa.
      Una obra maestra que sigue hoy tan vigente como cuando se estrenó hace casi 50 años (no hay más que ver la magnífica y divertidísima Rango, de Gore Verbinsky, 2011), y que tiene algunas de las mejores secuencias que se han filmado nunca y una de las mejores partituras que se han oído en la gran pantalla.
        

sábado, 5 de mayo de 2012

Por un puñado de dolares (Sergio Leone, 1964)

No es exagerado decir que el gran Clint Eastwood tuvo que emigrar para triunfar. Sin interpretar papeles de relevancia en su país, lo contrataron en una revisión muy particular del western de producción  italo-española, que despectivamente se llamo "spaghetti western". Aunque se trate de un género execrable, que dio lugar a películas malas de solemnidad, la trilogía fundacional: Por un puñado de dolares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo, son verdaderas obras maestras, y películas que han superado lo meramente cinematográfico para convertirse en verdaderos iconos de la cultura popular.
          La primera de ellas ya marca distancias con el western norteamericano clásico. El ambiente es mucho más sucio y violento, apenas hay rastro de heroísmo, sino que sus personajes se mueven por su propio interés, y los rasgos estilísticos que hacen del cine de Leone algo único e irrepetible ya están ahí, aunque probablemente en las siguientes películas dicho estilo se acentúe.
        No estoy en condiciones de comparar cabalmente Por un puñado de dolares con sus dos sucesoras. Sin embargo, siento por ella una debilidad especial. Es la más sencilla en su historia y en su estilo. Introduce al hombre sin pasado como héroe. Alguien del que no sabremos nada, salvo pequeñas pinceladas que más que informar desconciertan, y que se caracteriza por su amoralidad, aunque sea capaz de actos virtuosos, más por recuerdo de lo que una vez fue que por quién realmente es. Habla poco y dispara mucho y su manejo del revolver es casi sobrenatural.
       La trama está inspirada en una película del gran Kurosawa, en la que nuestro protagonista sirve simultáneamente a dos bandas rivales, sembrando la confusión y la cizaña entre ellas y beneficiándose de la situación. Una historia tan efectiva como sencilla.
       Pero si algo que defina a esta película es el peculiar estilo de Leone, que difiere completamente del western clásico. Gusta de los primeros planos y del montaje vertiginoso. A menudo percibimos lo narrado a través de las miradas de los protagonistas. Donde el estilo llega a su cénit es en los duelos, verdadera marca de la casa. Son coreografías de movimientos lentos, rostros y ojos que se cruzan y retan, y que por un momento se detienen ingrávidamente, para resolverse vertiginosamente, como un acto ya consumado. Nadie ha rodado jamás duelos semejantes sin caer en el ridículo o la parodia.
      Por la tanto, la historia, los personajes y sobre todo, el modo en que se cuentan, dotan a la obra de un cierto carácter irreal y casi mítico.
      Depreciada en su época, Por un puñado de dolares y sus sucesoras ocupan hoy el lugar que les corresponde: entre las obras maestras que marcaron época.
      No me olvido de la música de Ennio Morricone, ingrediente fundamental del cocktail, que sustituye la épica por la ironía y que con su inmenso talento ha creado una obra que trasciende lo cinematográfico para convertirse en patrimonio de la humanidad

Vals con Bashir (Ari Folman, 2008)

Una noche, tras casi veinte años sin verse, un viejo amigo cuenta a Ari Folman una pesadilla recurrente. En ella se ve acosado por 26 perros que quieren destrozarlo. Sorprendido por la exactitud en el número de los perros que aparecen Ari pregunta a su amigo cómo puede estar tan seguro de que eran 26, a lo que el amigo responde que fueron los perros que tuvo que matar en la guerra de Líbano. Es entonces cuando el mismo Folman se ve cuestionado, pues no guarda absolutamente ningún recuerdo de esa guerra, en la que él también participó. Esa misma noche a Ari viene, por primera vez en dos décadas, un recuerdo de esa guerra, que el siente relacionado con las terribles matanzas de palestinos en Sabra y Shatila. Desde ese momento ni él ni su mente podrán hallar descanso hasta conocer qué paso exactamente entonces y que papel jugó el propio Ari.
          Así podría resumirse el argumento está película bella, valiente, sincera, original y necesaria. Una de las películas más valiosas realizadas en lo que llevamos de siglo. A medio camino entre muchos términos: el documental, la autobiografía, la catarsis personal y colectiva, el dibujo animado, el arte plástico,... Vals con Bashir es un auténtico prodigio que trasciende todos los géneros de los que bebe. Esta película israelí de animación ocupará un lugar destacado en la historia del cine. 
        Bellísima en su realización y llena de imágenes de una hermosura hipnótica, es una sincera profundización en primera persona en un trauma individual y social. Una reflexión sobre la capacidad de humana autoengaño y nuestra necesidad de verdad, de saber quién somos y qué hicimos.
       Aunque fuera una obra de ficción sería una obra maestra, pero siendo como es autobiográfica es un testimonio de una sinceridad y una valentía desarmantes, contada a pecho descubierto. La apuesta de Folman ha sido muy arriesgada, pero el resultado ha sido portentoso.
        De obligada visión, no sólo para los amantes del cine, sino para cualquier persona, es la hermana pequeña de Shoah... y no hay mejor alabanza que ésta.

viernes, 4 de mayo de 2012

Gilda (Charles Vidor, 1946)

El cine de lo que se ha dado en llamar la época dorada de Hollywood tiene unas ciertas características que lo hacen reconocible. Por un lado, la historia no son su punto fuerte, aunque sí los diálogos, que son rápidos, ingeniosos, contundentes e irónicos. Con matices, los personajes son estereotipos, el tipo duro de corazón roto, la mujer fatal frágil, y de corazón roto también, el malvado manipulador, el policía pesado y los camareros filósofos. También es reconocible un cierto descrédito hacia la vida y los valores que normalmente la sacralizan: la honradez, el sacrificio, la generosidad, la fidelidad, el amor... es como si fuera una versión glamurosa, pija y edulcorada de la picaresca española. No obstante, la destrucción de los valores no es total, lo que hubiera sido insoportable para la audiencia de la época. Se necesitaron 30 años más para que el cine pudiera ser realmente nihilista.
         En definitiva, viendo la mayoría de estos clásicos uno tiene la sensación de estar viendo películas de alguna forma producidas en serie y con una receta fija. Evidentemente, esto se sigue haciendo hoy en día y con mucha peor calidad artística. Y es que si ahora la base son los efectos especiales y el ruido, antes lo eran los diálogos y los actores (o mejor dicho las estrellas), los que constituyen una base mucho más sólida. Se podría discutir mucho sobre la relación y la diferencia entre actor y estrella. Brevemente diremos que una estrella no tiene que ser un actor excepcional, pero si tiene que ser alguien con el suficiente magnetismo para llenar por completo la pantalla y hacer que te olvides del resto. Y evidentemente Ryta Hayworth era una estrella, como Glenn Ford era un excelente actor.
          Todo lo dicho es aplicable a Gilda. Es una película notable, pero no por ello deja de ser un divertimento, aunque evidentemente de calidad. Supongo que muchos mitómanos no estarán para nada de acuerdo conmigo, y no les niego la razón. Si les sirve de consuelo les diré que en ningún momento pude apartar la vista de Gilda (quiero decir, Rita Hayworth).

jueves, 3 de mayo de 2012

Voces distantes (Terence Davies, 1988)

Una de las mayores satisfacciones que puede experimentar el amante del cine, es descubrir una joya, pequeña, humilde y desconocida. Una de esas películas que nunca aparece en la lista de las más vistas o de las más prestigiosas. Son auténticos tesoros ocultos y descubrirlos te hacen sentir un privilegiado. Es lo que ocurre con Voces distantes. No me preguntéis por la filmografía de su director y guionista, porque me es absolutamente desconocida. Sería fácil recurrir a internet para hacerme el erudito, pero no quiero engañaros. Voy a hablar sólo de lo visto, sentido y oído en la película, que tal vez sea la manera más sincera de opinar de un film.
         Voces distantes tiene dos partes claramente diferenciadas. La primera está dominada por la autoritaria y cruel presencia del padre. La segunda narra la tranquila vida de la familia una vez muerto éste. 
          Sobre todo en su primera parte, la película desiste de todo intento de desarrollo lineal. Son continuos los saltos atrás y adelante en el tiempo, los cambios de lugares y de circunstancias. Cómo veis esto no es ningún hallazgo de Tarantino, y en Voces distantes logra dar a a la historia un carácter lejano y casi onírico, que amortigua la dura realidad, como si se nos hablara a través de los recuerdos de un niño. Otro recurso típico es el plano fijo de los protagonistas mirando a la cámara como brusca transición de una a otra situación, que refuerza la distancia con los sucesos y hacen que la historia parezca contada a través de  postales de sus protagonistas.
        La segunda parte es más lineal, pero no es por ello ni mucho menos convencional, pues incluso un accidente puede transformarse en una preciosista coreografía. El tema es la vida cotidiana, con sus sabores y sin sabores, y de un modo especial el agridulce amor, precioso y fresco cuando joven, seco y cansado cuando envejece. Y es que la actitud del autor hacia el matrimonio es muy ambivalente.
       Esta ambivalencia desaparece cuando se tocan dos puntos: la maternidad y la música. La madre sería el ejemplo de amor puro, incondicional, dulce, fiel y abnegado. Pero si hay algo que ocupe el centro de la narración es la música, y es que Voces distantes es el fondo un musical, no por atípico, menos musical. Es el auténtico hilo conductor de la historia. Lo que hacen con más frecuencia los protagonistas es cantar...así se unen, se divierten, se expresan y se curan. La película es la mayor apología del cantar que he visto...y no se trata de música culta o música industrial, sino de las canciones populares que aprendemos de niño, y que nos configuran como miembros de una sociedad y, sobre todo, como individuos, pues al cantar interiorizamos lo cantado. La música sería el mejor, por no decir el único aliado en este valle de lágrimas que es la vida.
         Alguna vez he oído que la calidad humana de una sociedad y su alegría pueden medirse por lo que sus miembros cantan...viendo la película me he tomado esta teoría muy en serio. En ese caso, nosotros, vamos bien fritos, porque aquí no cantan ni las ranas. Y ya lo dice el refrán "quien canta su mal espanta" y San agustín, que no era precisamente un esteta afirmaba que cantar era rezar dos veces.
         No perdáis la oportunidad de ver esta pequeña y sensible maravilla de apenas hora y cuarto de duración.