domingo, 29 de abril de 2012

Los Vengadores (Joss Whedon, 2012)

Existe un hecho innegable. Desde hace unos años las superproducciones de hollywood son visualmente portentosas, y el tópico de que ya no hay cosa que no se pueda lograr con los efectos especiales, no por más repetido resulta menos cierto. Pero es que además cada vez son más realistas y permiten lo que un director de películas de fantasía de los años 70 u 80 no se hubiera atrevido ni a soñar.
       Otra hecho incontestable es que el cine de superhéroes vive su época dorada, al menos en cantidad, y que su desarrollo ha venido de la mano de la del desarrollo técnico, pues fue a partir de 2000 cuando los efectos visuales permitieron hacer creíbles los movimientos, luchas y poderes de estos personajes. Es más, podemos decir que el subgénero de los superhéroes se ha convertido en la principal corriente del cine de acción.
      Y la última evidencia es que con el paso del tiempo las películas de acción se han hecho cada vez más hipertróficas, en su duración (cada vez son más largas) y en su planteamiento (número de personales y magnitud y complejidad de las secuencias de acción). Fue una tendencia que se inició con la excelente Matrix (Andy y Larry Wachowsky, 1999). Supongo que es cuestión de gustos, pero yo sigo prefiriendo las pelis de acción de los 80, que solían durar una hora y media y eran sencillas, sin más propósito que entretener. Ahora en las películas de acción nunca se busca la supervivencia del grupo, sino que siempre culmina en una megabatalla entre las fuerzas del bien y las fuerzas del mal en la que siempre está en juego la propia continuidad del mundo, como si siempre hubiera que repetir el modelo El Señor de los Anillos, que por cierto me aburre mucho. Yo ante tanta grandilocuencia me pierdo, y mis sentidos supongo que no tienen demasiado alto el umbral de tolerancia, pues a los diez mil monstruos, mil edificios destruidos y las cien peleas simultáneas ya me siento saturado. 
     ¿Que opino de Los vengadores? Creo que es típica hija de su época, visualmente portentosa, sobre todo en 3D, técnicamente sublime...pero también comparte los defectos: grandilocuencia, excesiva duración y saturación por sobrestimulación del personal. Sin embargo, es bastante mejor que la media del género y curiosamente sus mejores momentos son los más sencillos. Robert Downey está fantástico como "Iron Man", y su faceta sarcástica y crápula logra más de una carcajada en el público. Y me encantó el miedo desconfianza hacia sí mismo que Mark Ruffalo expresa en su "Doctor Banner/Hulk".
      La película me divirtió y entretuvo, y esto ya es mucho, aunque por momentos me saturara... pero sigo echando de menos las sencillas y cortitas "pelis" de acción de los 80.

El ángel azul (Josef von Stemberg, 1930)

Desde mi punto de vista el cine mudo y el primer cine sonoro tiene un encanto que ya se ha perdido. Ese toque especial tiene que ver con la concisión y la puesta en escena. Acostumbrados a no tener el apoyo de los diálogos, los cineastas adquirieron la capacidad de retratar un personaje o una situación con apenas un par de pinceladas.
         Es lo que ocurre en El ángel azul, auténtica joya del cine europeo, concretamente alemán, de principios de los 30. Viendo esta película no puedo evitar pensar que hubiera sido del cine europeo de no haber sido por el nefasto Tercer Reich. Probablemente le hubiera discutido durante mucho tiempo la primacía en el séptimo arte a los Estados Unidos. 
       El ángel azul es un cuento sobre lo delicada que es la virtud y la dignidad, cuánto cuesta mantenerla y qué rápido se pierde. También sobre sueños que se convierten en pesadillas,... (no quiero decir más para que vosotros juzguéis por vosotros mismos). Pero esto es secundario, pues la verdadera virtud de este pequeño relato son los pequeños detalles. Un desayuno que es auténtico placer, pero con una ligera variante es una tortura; el reloj que marca nuestro orden exterior e interior, al principio aliado y posteriormente acusador. También es una delicia cómo puede expresarse la soledad y la pérdida mediante un sencillo desplazamiento de la cámara; y como con una cama vacía podemos decirlo casi todo sobre la situación del protagonista... y, sobre todo,el mudo payaso triste, tragicómico testigo de la tragicómica naturaleza humana.
       No me olvido de Marlene Dietricht, bellísima y magnética, en un papel que justifica su leyenda.
       Una maravillosa alegoría sobre el ser humano, sus subidas y caídas, tan divertida como triste. Y todo ello en apenas una hora y media. ¡Que talento el de los viejos maestros! Ojalá nunca nos olvidemos de disfrutar de ellos.

viernes, 27 de abril de 2012

Dance to restore an eclipsed moon (Red temple spirits, 1988)

Una de los grupos más originales y, lamentablemente, desconocidos de los años 80 fue el cuarteto angelino Red Temple Spirits. Mientras que la mayoría de las bandas de su época hacían una música extrovertida, que manifestaba alegría o furia, ellos optaron por una introversión, de un carácter claramente místico, mitad pagano, mitad cristiano. Realmente no fueron únicos en esto, y ahí tenemos el ejemplo de la gran banda Swams, pero mientras que en estos el misticismo era de corte barroco, los Red temple lograron lo mismo mediante la sencillez y el minimalismo: sólo hay guitarra, bajo, percusión y, por supuesto, voz. 
        Su primer trabajo Dance to restore an eclipse moon es realmente único en su tiempo, de un carácter intimista que no encontramos fácilmente hasta bien entrados los 90 y de con un componente metafísico más directo y honrado, al tiempo que mucho menos pretencioso, que el de grupos mucho más populares, como The cure o Depeche mode.
        El magnífico Dance to restore an eclipsed moon contiene las siguientes pistas. Exorcism/waiting for the sun introduce y prefigura el resto del álbum, a modo de oración pagana, con una percusión tribal y contundente. Liquid temple es una plegaria íntima con guitarra onírica, que progresivamente se enriquece en energía e instrumentación. Dark spirits es una poderosa petición de ayuda a Jesucristo. Bear cave es una oscura y melancólica confesión acompañada del lamento de una guitarra. Dreamings ending es una danza guerrera de cierto aire samurai que destaca por su soberbia percusión. Electric flowers es una delicada balada en la que un espíritu triste y cansado testimonia su anhelo de luz. Moonlight es una pesadilla sonora que se acerca y cierra hasta no dejarnos escapatoria. Where Merlin played es una canción delicada, triste, hermosa y evocadora, de una belleza casi oriental, cuyo contrapunto es Nile song, prácticamente una muestra de "heavy metal". Lost in dreaming es una furiosa lamentación, con el desencanto y la desorientación como fondo. El disco termina con Light of Christ/this hollow ground, la gran obra del álbum, de casi un cuarto de hora de duración. La primera parte es un grito desgarrador que va subiendo en tempo e intensidad de manera impecable hasta llegar a un auténtico paroxismo, y que tiene claras reminiscencias doorianas, para aterrizar de manera serena y terminar casi fúnebre en la segunda parte.
        Un disco estupendo, pero, por desgracia, también muy difícil de encontrar.

Tyrannosaur (Paddy Considine, 2010)

El ser humano es un ser narrativo. Lo fue desde el comienzo. Necesitamos historias que expliquen el mundo y, sobre todo, que nos expliquen a nosotros mismos. En gran medida, la propia vida es, en gran parte, la narración que de ella nos hacemos.  Y, probablemente, si algo buscamos al narrarnos son respuestas y lógica. Necesitamos justificarnos ante los demás y ante nuestra propia conciencia. Sin embargo, no es fácil encasillar a la realidad y a la vida dentro de las estrechas coordenadas de la razón, y si somos honestos, tendremos que reconocer que cada respuesta que encontramos es muy cuestionable, y que la mayoría de las veces ni siquiera podemos permitirnos el lujo de tener una explicación coherente o lógica de lo que somos o de lo que nos pasa.
           Hay historias, en este caso una película, que preguntan mucho más de lo que responden y que al terminar de verlas dejan grabado un gran interrogante en nuestro cerebro. Simplemente este hecho, a mi modo de ver, da un valor especial, de sabiduría y amor por el ser humano, a esa obra en cuestión, independientemente de su valor artístico. A veces, en muy contadas ocasiones, esta honradez socrática viene de la mano un auténtico talento al contarla. Nos encontramos entonces, con una película extraordinaria. Y eso es lo que pasa con Tyrannosaur, su calidad está a la altura de la humanidad de su propuesta.
            No voy a detenerme a dar muchos detalles de la historia, pues creo que con unas pinceladas bastarán. En Tyrannosaur los personajes son capaces de lo mejor y de lo peor, odian lo que aman y aman lo que odian, buscan la soledad a la vez que huyen de ella . No son dueños de sus actos ni de sus decisiones, sino que éstas les vienen impuestas como una especie de fuerza del destino; aman a Dios al mismo tiempo que blasfeman, son violentos y cariñosos, fuertes a la vez que débiles... 
          Sólo hay unas cuantas certezas. La primera que si hay algo que nos hace humanos es la compasión, que ser salvado y salvar no son actos complementarios, sino los dos caras de una misma moneda, y que todos ocultamos un Tiranosaurio, que es la representación de nuestra parte más primitiva y violenta.
        Si queréis saber más tendréis que verla. Es muy difícil encontrar una película que se le parezca, porque la crudeza de la historia está contada con auténtico sentido poético, por lo que es realista y simbolista a la vez. Las interpretaciones son de auténtico lujo, y contiene una de las historias de amor más atípica y conmovedora que recuerdo.
       Otra joya más del cine británico reciente, y ya van unas cuantas.

miércoles, 25 de abril de 2012

White light/white heat (The velvet underground, 1968)

Los Velvet underground fueron una de las más grandes bandas de rock de todos los tiempos, y probablemente los más influyentes. Cambiaron para siempre la música rock. Esta banda neoyorquina, formada por intelectuales detuvieron la deriva juvenil, superficial y facilona que estaba tomando la música y le dieron un giro copernicano, complejo, oscuro y cultamente contracultural, como desde el otro extremo del país estaban haciendo los Doors. La gran diferencia entre ellos es que el camino de californianos era único, y su estilo, genial, no tiene antecedentes ni sucedentes, como una aislada luz en la oscuridad; probablemente debido a la fuerte idiosincracia del grupo y, sobre todo, de su estrella Jim Morrison. En cambio, la descendencia de los Velvet fue numerosa e ilustre, de manera que, incluso en las bandas más brillantes e innovadoras; es frecuente encontrar ideas, que a menudo están tal cual, de los neoyorquinos. Entre sus "hijos" podemos citar por decir alguno a los famosos Sonic youth.
           Básicamente lo que hicieron los Velvet fue darle una orientación nueva al rock: si la mayoría de sus contemporáneos intentaba dar sustancia y cuerpo al género con elementos tomados del jazz, los velvet abrieron el rock a las vanguardias musicales europeas. El tiempo les ha dado la razón si atendemos a la cantidad y calidad de sus descendientes.
        White light/white heat fue su segundo album de estudio y el primero que grabaron sin el mecenazgo de Andy Warhol. Al verse libres de toda atadura, los velvet exploraron su lado mas innovador y psicodélico, sin ninguna concesión a la moda. Comercialmente, el disco fue un fracaso absoluto. Brian Eno decía que lo habían comprado cuatro personas, pero que éstas o bien se habían hecho músicos o críticos de rock. Creo que no se puede resumir mejor en una frase la calidad y la trascendencia del álbum, así como su fracaso frente al público. Dicho fracaso abrió una guerra en la banda, ya que mientras que Lou Reed optaba por hacer una música más melódica y vendible, John Cale no renunciaba a la radicalidad de la propuesta. Al final, Cale se salió del grupo y continuó en solitario, mientras que Lou Reed se "quedó" con la banda, pero estos nuevos velvet nunca fueron LOS velvet.
        El disco es una pequeña joya que prácticamente no llega a los cuarenta minutos y que sólo tiene seis pistas. La primera pista White light-white heat es la más clásica y tiene cierto aire surfero, pero el ruidoso y caótico final no engañan...no estamos ante una banda más.The gift es un absurdo y tétrico cuento de reminiscencias poeianas hipnóticamente musicado. Lady Godivas´s operation es melodiosa e irónica... al final unos elementos discordantes la hacen saltar por los aires. Here she comes now es una hermosa canción, donde más se nota la mano de Reed. I heard her called my name es exactamente lo opuesto a la anterior: puro caos sin rastro de melodía alguna y con una guitarra enloquecida por protagonista. Y tras ella, la obra cumbre. Sister Ray es una monumental pieza de casi veinte minutos, o, lo que es lo mismo, que prácticamente ocupa la mitad del disco. Aunque el resto fueran canciones de Giorgi Dann, simplemente por ésta el album sería una maravilla. A juicio de algunos (entre los que me incluyo) es la mejor composición de la historia del rock. De comienzo bluesero y pegadizo, abandona pronto toda idea de desarrollo lógico y se convierte en una orgía de ruido con un Lou Reed tartamudo y la omnipresente viola eléctrica de Cale. Logra el milagro de no sonar nunca dos veces igual y de sorprenderte en cada nueva audición: cien canciones en una.
         Una última cosa os digo. Si escucháis el álbum (y ojalá lo hagáis), no olvidéis que esta música casi medio siglo. 

La propuesta (John Hillcoat, 2005)

De todos los "neowesterns" discípulos de la gran Sin perdón (Clint Eastwood, 1992), mi favorita no es, paradójicamente, un western sino un "southern", ya que está ambientada en Australia.
         Con historia y guión del gran músico australiano Nick Cave, La propuesta narra una historia dura, violenta y despiadada. Muestra un mundo salvaje, sucio y que se rige por la ley del más fuerte. Un ambiente en el que los civilizados son de todo menos civilizados,en el que la sociedad es tan cruel como los bandidos que la combaten, los héroes  están solos y no son comprendidos, donde el amor es una flor delicada amenazada continuamente por la brutalidad, y donde la justicia y la compasión son poco menos que sueños de ingenuos. El villano (aunque en esta historia casi todos los son de alguna manera u otra),más que un hombre llega a ser una sobrehumana y destructora fuerza de la naturaleza; su antítesis es la frágil y angelical Marta, encarnada por la maravillosa Enma Watson.
          Pero la gran estrella del film es John Hillcoat, del que ya hablamos a propósito de La Carretera. La película es visualmente portentosa, de una belleza sobrecogedora, a pesar de lo violento de la historia. Hillcoat tiene talento como pocos a la hora de crear una atmósfera subyugadora que te envuelve por completo, de darle a sus historias un tono mítico e incluso sobrenatural, de convertir lo vulgar en excelso, de otorgar a sus películas un poder de atracción y de evocación tal que es imposible apartar los ojos de ella, transportando al espectador al universo que crea. A ello ayuda no poco la banda sonora, obra del propio Cave, minimalista, sugerente, primitiva e hipnótica, el complemento sonoro perfecto para el prodigio visual que es la película.
        Una película bellísima en su brutalidad, y que los que tengáis suficiente estómago no os podéis perder. Una digna discípula de Sin perdón, de un lirismo y de un poder sugestivo que no he visto en ningún otro western y, en general, en muy pocas películas.

martes, 24 de abril de 2012

La pianista (Michael Haneke, 2001)

El austro-germano Michael Haneke es uno de los directores europeos más destacados de los últimos años. Perturbador e interesado en las regiones más oscuras del ser humano, especialmente en la violencia y su origen, en su filmografía destacan, además de la presente película, Funny games (1997) y La cinta blanca (2009)
         La pianista supuso el primer gran éxito de crítica de su autor y lo convirtió en uno de los más prestigiosos de nuestro continente. Ganadora de Gran Premio del Jurado y de los premios a la mejor actriz (Isabelle Huppert) y al mejor actor (Benoit Magimel), en Cannes, narra la historia de Erika, una prestigiosa intérprete y profesora de piano, cuya personalidad está profundamente desviada, sobre todo en sus aspectos sexuales, y su relación con Walter, un joven y talentoso pianista aficionado que se enamora de ella.
        La película muestra a los personajes habitando un mundo culto, elitista y formalmente rígido, bajo el cual se ocultan las más primitivas y aberrantes pulsiones. La protagonista, una mujer fría, rígida y autoritaria, hasta llegar al auténtico sadismo psicológico con sus alumnos, a los que literalmente machaca, esconde una conducta sexual muy desviada, pues su máximo anhelo es ser maltratada.  Cuando Walter se enamora de Erika, ella ve la posibilidad de hacer sus "sueños" realidad, pero pronto aprenderá que lo real difícilmente se ajusta a nuestros deseos.
      Una interesante reflexión sobre la represión sexual, la hipocresía y los bajos instintos que se camuflan en las formas exquisitas. Todo ello muy en la tradición de Freud, que hubiera aprobado fervientemente la película, como no podía ser menos de un autor medio austríaco. Es una de las películas que narra de manera más ortodoxa el conflicto entre el super-yo y el ello.
       El momento más estremecedor viene de la mano de Isabelle Huppert, cuando desnuda a su personaje. Su interpretación, maravillosa en su contención, nos muestra la fragilidad de su aberrante criatura. Y, cuando debería despertar rechazo, e incluso asco, despierta una gran piedad en el espectador. Al menos a mí me ocurrió eso.
        Una película buena e interesante, pero en mi opinión sobrevalorada, como también creo que paso con La cinta blanca. Está claro que las historias y los personajes turbadores seducen a los críticos, que suelen valorar mucho más las películas cuando muestran nuestra parte oscura que aquellas que enseñan el lado más luminoso del ser humano. 
         Aunque, no me gusta hacer comparaciones, prefiero Shame (Steve McQuenn, 2011), que trata un tema similar, pero lo hace de manera más honesta y heterodoxa, menos cerebral y más visceral, en el que el personaje no parece sacado de un tratado de psicoanálisis, sino de la vida misma.

lunes, 23 de abril de 2012

The downward spiral (Nine inch nails, 1994)

Si hay una banda que representa como pocas el espíritu de los 90 esa es Nine inch nails, y si hay un disco que resume y expresa el sonido de esa década es sin duda The downward spiral, su mejor obra.
         Nine inch niles es en realidad Trent Reznor, uno de esos genios salvajes que son tan necesarios como perturbadores, esencial para entender la evolución del rock a finales del siglo XX. Más que músico Reznor es una versión salvaje de Poe, que en utiliza el sintetizador en lugar de la pluma para componer sus obras, que son auténticos y demenciales paisajes y poesías electrónicas, reflejando un mundo y una mente absolutamente nihilistas, siempre al borde de la locura, y movida casi exclusivamente por los instintos más primitivos: el sexo y la agresividad. Representa una postura en la que no se espera nada, ni de uno ni de los demás, y en la que única afirmación es la negación de todo lo que no hay de animal o insano en nosotros. El mundo, en fin, como absurdo para el cual la locura es la única alternativa.
       The downward spiral continúa y perfecciona el estilo inaugurado por Reznor en Pretty hate machine (1989). Su capacidad de evocar estados mentales y ambientes mediante el uso de los ritmos y de los sonidos electrónicos y eléctricos, llega a un verdadero virtuosismo, convirtiendo la audición de The downward spiral en un auténtico "Tour de force" en el que nos vemos empujados de un delirio a otro, y en el que prácticamente no hay respiro. Dicho viaje lo realizamos en catorce etapas. Mr. Self Destruct está cargada de sacudidas eléctricas, que como en un electroshock van subiendo en intensidad. Piggy comienza siendo irónica para terminar en el desconcierto absoluto. El tono popero y facilón de Heresy acaba interrumpido por sonidos y gritos infernales. March of the pigs es una demencial marcha militar, que continúa en Closer, un desesperado grito sexual de soberbios arabescos rítmicos. Ruin es hip-hop alternado con cantos paganos y con un interludio jimmy hendrixiano. The becoming es un amenazante acercamiento de sonidos del más allá, un momento folk con respiración diabólica de fondo. I do not want this se caracteriza por su piano discordante, sus explosiones de furia y sus invasiones electrónicas. Big man with a gun es una breve muestra de trepidante post-punk. Y de pronto llegamos a A warm place, una hermosa pieza, lenta sencilla y sugerente, el único claro de descanso en esta selva de locura, que se continúa en Eraser, una brutal y tribal danza guerrera posmoderna. Reptile tiene un carácter industrial y metálico, al mismo tiempo que sugiere una fiera que se nos acerca amenazadora. La pista que da nombre al disco, The downwarad spiral es una marcha fúnebre que concluye con Hurt, una tímida y dubitativa escalada hacia la luz que se frustra y termina en el limbo.
        ¿Por qué hay que escuchar este álbum? En primer lugar por que musicalmente es soberbio, y casi 20 años después de su publicación sigue resultando igual de vanguardista, retador e incomodante. En segundo lugar porque como experiencia catártica no tiene precio.

domingo, 22 de abril de 2012

Tenemos que hablar de Kevin (Lynne Ramsay, 2010)

Adaptación de la novela de Lionel Shriver, "Tenemos que hablar de Kevin" es una de las películas más perturbadoras de los últimos años. Un film que rompe de forma valiente y arriesgada tabús y que nos hace pensar y plantearnos muchas cuestiones
     Brillantemente dirigida, cuenta diacrónicamente la historia de una mujer marcada, en lo personal  y en lo social. De manera que no hay pasado, ni presente ni futuro, sino sólo un acto horrible, al que la película irremisiblemente nos arrastra, así  como sus antecedentes y consecuencias, no menos perturbadores. Ramsay maneja de manera magistral los cambios temporales y el simbolismo para prefigurar los hechos, dentro del cual ocupa un lugar destacado el color rojo. A pesar de lo terrible de su contenido, su estilo  no está exento de una belleza a menudo inquietante  y onírica, aunque sea en forma de pesadilla. La banda sonora, magistralmente escogida, actúa como contrapunto idílico que refuerza aún más el carácter horrible de la realidad, y que sirve a la directora para exponernos desnudamente a los hechos, frente a los tópicos que continuamente nos inventamos y creemos para negárnoslos.
          La historia es una terrorífica fábula sobre como la maternidad puede vivirse como maldición, y de cómo negar la realidad y evadirse de ella puede ser el atajo que nos conduzca de manera más rápida a sufrirla en su forma más desviada y monstruosa; de cómo la incomunicación y la falta de atención y cariño pueden ser el origen del odio; de las consecuencias irreparables de nuestros actos como adultos sobre la frágil e imborrable mente infantil; de como el desamor puede incubar un peligroso y terrible virus cuyas consecuencias muchas veces no podemos ni siquiera imaginar; de que, frecuentemente, cuando aprendemos a querer ya es demasiado tarde; y de cómo el infierno es a la vez íntimo y social, pues la sociedad es superficial, despiadada e incapaz de perdonar, castigando a los hijos en los padres. 
        En la película destacan las interpretaciones de Tilda Swinton, soberbia como madre víctima y verdugo a la vez y de Ezra Miller, su impenetrable e inquietante hijo, reflejo amplificado y deformado de todos sus errores.
       Una película soberbia. Verla es duro e incómodo, pero también imprescindible.

viernes, 20 de abril de 2012

El espejo (Andrei Tarkovsky, 1980)

Andrei Tarjovsky fue uno de los directores más importantes y talentosos del Siglo XX. Poseedor de un estilo único, fácilmente reconocible, no resulta fácil encontrarle ni antecedente ni sucesores. En otras palabras fue un autor único. Consideraba que hacer cine era esculpir en el tiempo. Es decir seleccionar de la realidad lo que resulta relevante y mostrarlo al público en una danza lenta y sutil, sin apenas montaje, en la que presencia y ausencia son lo mismo. Capaz de crear un momento mágico y de suspender literalmente el tiempo simplemente con la aparición de una ligera brisa o de la luz del sol, es sin duda uno de los cineastas más dotados poéticamente, si no el que más. Además, estudiante de filosofía, sus obras están cargadas de referencias al sentido de la vida y a Dios, bien directamente a través de sus diálogos o bien simbólicamente.
           No realizo muchas películas. Creo que no llegan a la decena. En parte por las circunstancias represivas en la que vivió bajo el régimen de la URSS, con el que tuvo repetidos enfrentamientos, hasta acabar exiliado en Suecia, donde continuó trabajando.
           Aunque en sus primeras películas ("La infancia de Iván" y Andrei Rublev", en mi opinión su mejor película) todavía existe lo que puede  llamarse una trama convencional, el cine de Tarkovsky pronto acabo derivando en lo puramente evocativo y simbólico. Normalmente el dominio de los recursos líricos y metafísicos del cineasta es suficiente para mantener la atención del público y hacer una película que si bien se excede en lo cerebral llega al público ("Stalker", "Solaris"...). Pero si uno hace funambulismo mucho tiempo es probable que antes o después se acabe cayendo.
       "El espejo" es una película repleta de secuencias de una belleza inenarrable. Árboles que al mecerse por el viento suspenden literalmente la sensación temporal, personajes que entran y salen de la pantalla de una manera casi mágica, una mujer que al lavarse la cabeza resulta hipnótica.... Secuencia por secuencia, la película es un prodigio, pura poesía visual. El problema es que a toda esta belleza le falta un hilo conductor. Es difícil saber de que trata el film. Se intuyen algunas claves: una cierta crítica a la URSS y a la china comunista, la imposibilidad de la convivencia entre dos personas, el peculiar carácter del pueblo ruso... Pero todas estas aparecen un poco deslavazadas y sin una línea argumental clara.
         Ciertamente Tarkovsky ha hecho una película preciosa y muchas de cuyas imágenes se quedarán en nuestra retina, pero es un error poner tan dificil las cosas al público y hacer una película tan complicada de ver, en la que nos sentimos más perdidos que encontrados. Claro que a al gran director ruso nunca le importó demasiado ser comprendido.

La pasión de Juana de Arco (Carl Theodor Dreyer, 1928)

Si  hay un cineasta que merece el título de artista, con mayúsculas, ese es el danés Carl Dreyer. Debido a su perfeccionismo, no hizo muchas películas, pero cada una de ellas es una maravilla. Al menos dos de ellas suelen aparecer en todas las listas de mejores películas de la historia: "Ordet" y la que hoy nos ocupa. El resto simplemente son soberbias.
           A veces pienso que Dreyer es el equivalente cinematográfico de Beethoven. En dos sentidos: fue un revolucionario, que hizo saltar los códigos formales de su arte en su época, y un hombre profundamente enamorado del ser humano, para el que por mucho que se dominaran los recursos estilísticos, lo importante era lo que se decía. Sus obras dicen tanto al cerebro como al corazón. Y es que, al contrario que otros grandes directores, Dreyer nunca despreció al gran público, sino que lo consideró el destinatario principal de su obra. En otras palabras, arte y artista total.
         "La pasión de Juana de Arco" es una película incomparable. Maltratada y censurada en su tiempo, se dio por perdida durante casi medio siglo. Se encontró un negativo bastante completo en una institución mental de Dinamarca. Fue restaurada por especialistas franceses en 1985. Como carecía de banda sonora, se le compuso una. Hice un esfuerzo y vi la película sin banda sonora, con serias dudas de que fuera una buena idea. Por tanto, de lo que disfruté fue de una película autenticámente muda, sin diálogos, lo que es normal y sin música, lo que no lo es. Es decir, la película se sostenía únicamente por sus imágenes.
          En estas circunstancias, cualquier otra película se hubiera derrumbado, pero cuando terminé de verla tuve la sensación de haber disfrutado de la mejor película de la historia, de asistir a una obra de arte única.
         "La pasión de Juana de Arco" narra el juicio y condena de la Santa francesa. No se dice nada de lo que sucedió antes ni de lo que sucedió después. En otras palabras, no se dice porque se ha llegado a esa situación. ¿Qué ha hecho Juana para verse juzgada? A esta pregunta no se responde, porque para Dreyer no importa. Se trata de hacer de un caso particular un modelo universal. Juana representa la humanidad en su desnudez y lo mejor de sí: la sinceridad, la convicción, la dulzura, el amor, la indefensión y la fe. Sobre ella se ceban todas las fuerzas oscuras que nos caracterizan: la mentira, el poder, los intereses políticos, las trampas legales, la crueldad, etc. La película traza muchos paralelismos entre el juicio a Juana y el juicio a Jesucristo, que sería su modelo. Asistimos a la tortura impía física y mental de una muchacha inocente y que ha nadie a hecho mal. Es el mejor estudio que jamás se ha hecho sobre la santidad (esa realidad tan alejada de  nuestros parámetros culturales) que se ha hecho en el cine y no sólo en el cine. Es imposible que esta película no nos remueva y nos cuestione como seres humanos. Juana representa lo que el ser humano está llamado a ser y casi nunca es: la misma bondad personificada.
             En el plano formal la película es prodigiosa. Trasciende todas las normas y limitaciones del cine de su época. Y es que de no ser  por el silencio y el blanco y negro podría pasar por una película de vanguardia. A menudo se dice que "Ciudadano Kane" fue la película más revolucionaria y rompedora. Tras haber visto el film de Dreyer, tengo mis serias dudas. No se parece  ninguna otra película muda. Dreyer trasciende el naturalismo, el impresionismo, el expresionismo y todas las demás escuelas de su época para crear una obra realmente atemporal.
         El centro de gravedad de la película es el rostro de Juana, que casi siempre aparece en primer plano, y que es, al mismo tiempo, el hilo conductor de la historia y el eje sobre el que giran los demás elementos. Puede que esta película sea el mejor estudio que se ha hecho nunca sobre el rostro humano y su expresividad. De ahí la importancia que tiene la interpretación de Renée Jeanne Falconetti, que lo dice casi todo con sus grandes ojos, y cuya interpretación, inaudítamente natural y actual, está a años luz del histrionismo típico de los actores de su época.
        ¿La mejor película de la historia? Antes lo afirmé, y me mantengo, a pesar de que supone mojarse mucho. Desde luego sólo es una opinión. De lo que estoy seguro es que pocas pueden hacerle sombra. Sé que es una película muy alejada técnicamente de lo que hoy en día estamos acostumbrados, pero por fortuna también lo está artísticamente, y para bien, por eso os ruego que la veáis. Cuando terminé de verla, en los informativos me enteré de que estrenaba la nueva secuela de "American pie". Sin comentarios.

miércoles, 18 de abril de 2012

Spiderland (Slint, 1991)

El cuarteto norteamericano Slint firmó en el año 1991 el para mí es sin duda uno de los mejores discos de la historia del rock, incomprensiblemente desconocido. Spiderland representa en cierto modo la culminación de un género que empezó con Chuck Berry a mediados de los 50. No la culminación absoluta, pero si la de una manera determinada de hacer música, que tuvo un ilustre precedente en el grupo Jesus Lizard.
      Siguiendo la estela de Steve Albini los Slint, optaron por el camino de que en el Rock menos es más. Y reduciendo la estructura y el desarrollo de sus composiciones logran conseguir el máximo impacto musical. Las guitarras apenas punteadas, las letras susurradas y la batería sugerente logran una atmósfera musical única e incomparable, que parece provenir de otro mundo, uno gélido y oscuro, donde los pensamientos y emociones son como espectros de sí mismos. Una afirmación absoluta de la nada, si esto es posible. 
        Si los Nirvana logran el impacto emocional a través de una música explosiva, los Slint logran uno mucho mayor y más profundo a través de una música que es pura implosión. Algo similar a lo que para el miedo son las muñecas de porcelana, el mayor terror a través de la inmovilidad y frialdad.
        Puede resultar una música extraña y que resulte dificil de oir al principio, pero haced el esfuerzo de oirla. Probablemente no se parezca a nada que hayáis escuchado antes, y por su supuesto está en las antípodas de la música más popular, pero merece la pena conocerla. 
         Sin duda uno de los 10 discos de Rock (y, a veces pienso que de música en general) que me llevaría a una isla desierta. Puede que entonces os hagáis la misma pregunta que yo: ¿cómo es que esto no se conoce?; y: ¿es posible que esta música tenga más de veinte años, cuando la actual en comparación parece del paleolítico?

lunes, 16 de abril de 2012

El niño (Jean-Pierre y Luc Dardenne, 2005)

Ganadora en el año 2005 de la palma de oro en Cannes, "El niño" narra la historia de Bruno, un delicuente de poca monta inmaduro y vividor, que no acepta su paternidad y vende a su hijo recién nacido. El primer milagro de esta pequeña joya del cine belga es que este personaje no nos resulte odioso, pues el enfoque que le dan los hermanos Dardenne es más bien compasivo, sin que por ello en ningún momento se le justifique. Asistimos a sus idas y venidas a ninguna parte de un modo casi documental, pero no por ello frío y distante.
            Y es que si hay una cualidad que defina esta película es la del equilibrio. El estilo de los Dardenne es parte es heredero del cine de Ken Loach, pero los cineastas belgas son más cálidos y tratan con mayor cariño a sus personajes. Es verdad que Bruno ha hecho una cosa horrible (probablemente una de las más horribles que pueda hacer una persona), pero en ese acto tan vil hay más debilidad, inmadurez e inexperiencia que maldad. Por eso no llegamos a odiarlo y somos capaces de acompañarlo en su aventuras (más bien desventuras) urbanas. Otra diferencia con el cine de Loach es que, si bien se tienen en cuenta los condicionantes sociales, también juega un papel las decisiones personales. Por eso los personajes de esta película no son juguetes en manos del destino que caminan irremediablemente hacia la fatalidad, pueden elegir y pueden salvarse, y el hacerlo o no depende de ellos. Esto le confiere un carácter humano y humanista que lo distingue del cine gran maestro inglés.
           El estilo de los hermanos Dardenne también se diferencia sensiblemente del de Loach (cito tanto a este director inglés, sobradamente conocido, porque creo que es su influencia más directa, y porque contrastarlo ayuda a apreciar la originalidad y buen hacer de los Dardenne). Es cierto que el tono es casi documental: secuencias amplias y largas, ausencia total de banda sonora y de cualquier añadido artificial, etc. La única banda sonora que oímos son los ruidos urbanos, que llegan a convertirse en un personaje más. Pero no reniegan de la belleza. Y es que "El niño" es, entre otras cosas, una película bella; en su fotografía, en sus escenarios, aunque sean pobres y humildes... incluso en los sentimientos de sus protagonistas, por muy poco ejemplares que estos personajes sean. Otra vez ese humanismo que lo diferencia de Loach. Otra influencia que percibo es la del cine mudo, pues en los momentos más emotivos, los protagonistas se quedan sin palabras, pero con sus gestos y su expresión corporal esta todo más que dicho. Es un recurso dramático realmente logrado.
         Los Dardenne se han introducido en el cine social con un acento propio, uno que antepone las personas a sus circunstancias. Simplemente por ello hay que tenerlos muy en cuenta. Pero es que además hacen películas muy hermosas y humanas, al mismo tiempo que cuentan historias durísimas...y aquí encontramos el milagro de su equilibrio. 
         Otro de sus puntos fuertes son las interpretaciones de sus actores, pues es cine donde no hay pirotecnia alguna que los protejan, están completamente solos frente a la cámara y sobre ellos recae todo el peso de la función; pero en esta película los actores están simplemente espléndidos. Incluso el bebé que en su inmovilidad e indefensión, es el eje en torno al cual de una manera sutil y casi invisible gira todo. Así actúa La Vida: imperceptible e implacablemente.
         En el fondo la gran pregunta que plantea la película es: ¿una persona puede cambiar? 

La carretera (John Hillcoat, 2009)

Lo voy a intentar decir de la manera más clara y concisa posible "La carretera" es una película maravillosa, una auténtica obra de arte, un perfecto ejemplo de como se puede hacer poesía con imágenes, y de que en ocasiones un film puede igualar e incluso superar la novela en la que se basa, aunque esta sea muy buena.
           La novela de Cormack McCarthy, ganadora del Premio Pulitzer en 2007, en la que se basa narra la lucha por la supervivencia de un padre y su hijo en un mundo asolado, en el que no hay plantas ni animales, y en el que los pocos humanos que quedan vagan intentando sobrevivir, o se han convertido en bandas armadas de caníbales. En ningún momento se da explicación alguna del cataclismo, por lo que tiene un fuerte contenido simbólico, mostrándonos la humanidad al desnudo y a límite, y los dos caminos básicos que se pueden seguir en esa situación: el del bestialismo y la inmoralidad (representado por los caníbales) o el intento de salvar lo bueno y humano que hay en nosotros, por muy adversas que sean las circunstacias. Y es este el camino elegido por nuestros  protagonistas, en una relación paternofilial, que si ya en el libro era maravillosa, en la película deja sin palabras, en gran parte debido a las estupendas interpretaciones de ambos actores. 
           La historia del cine está llena de obras maestras cuyo eje es la paternidad. En este blog ya se han comentado dos "El árbol de la vida" y "Ladrones de bicicletas". Pues a esta, por ahora corta y privilegiada lista, añadamos "La carretera".  Dicha relación es el eje de la película y en ella está simbolizada lo mejor de la naturaleza humana: la voluntad y la bondad. Padre e hijo son como dos estrellas complementarias que brillan en un mundo oscuro. Es imposible no conmoverse al verlos, pero no en el sentido sentimentalista, sino en uno mucho más profundo y filosófico. Y es que esta película no hace pensar, sino algo más difícil e importante, hace sentir. E incluso creo que no exagero cuando digo que verla con el ánimo adecuado saca lo mejor de nosotros y nos hace también mejores.
          Diréis que esto ya estaba en la novela, por lo que el mérito de la película es relativo. En primer lugar, captar el tono de la novela: corazones calientes en un mundo frío es muy complicado. John Hillcoat lo ha hecho a la perfección, y me atrevo a decir que incluso lo ha mejorado. Lograr una película poéticamente tan alta, que cuenta una historia tan dura está al alcance de muy pocos, y Hillcoat resulta ser un director excepcional, corroborando lo que ya se intuía en "La proposición" (2005). Es una película en la que prácticamente no pasa nada, apenas hay rastro alguno del esquema básico planteamiento-nudo-desenlace, sino que al igual que los protagonistas vagamos y vagamos, pero en ningún momento puedes quitar los ojos de la pantalla y dejar de estremecerme. Hillcoat también es un maestro del impresionismo, ya que es capaz de contar una preciosa y profunda historia de amor en secuencias de pocos minutos e incluso de pocos segundos.
        Quiero destacar dos aspectos también esenciales en la película: sus actores, Viggo Mortensen (el padre) y Kodi Smit-McPhee (el hijo) y unos secundarios de lujo, entre los que destaca Robert Duvall. Nos regalan unas interpretaciones soberbias, especialmente Mortensen. 
         El otro gran artífice de la película es su director de fotografía, Javier Aguirresarobe, que capta de una manera perfecta la frialdad del mundo de McCarthy, con esa fotografía gris, metálica, plomiza, fría y apagada, sin la cual, la atmósfera de la película no sería lo mismo.
       Una película imprescindible.

sábado, 14 de abril de 2012

Los bajos fondos (Jean Renoir, 1936)

Jean Renoir es uno de los más prestigiosos directores de la historia del cine. Su película más famosa, "La regla del juego" (1939), aparece en muchas listas de críticos de cine como una de las diez mejores películas de la historia. Por tanto, estamos hablando de alguien estilísticamente portentoso. Pero desde mi punto de vista, el cine no es sólo estilo, sino también contenido y es aquí donde empieza mi herejía. A pesar de su prodigiosa manera de dirigir y de su dominio de la puesta en escena, "La regla del juego" no me dijo gran cosa.
         "Bajos fondos" es una de las obras menos conocidas de Renoir y probablemente una de sus obras menores. Se basa en una historia de Gorki que refleja la sociedad rusa a principios del Siglo XX, con una clara división de clases, en un contexto casi presoviético. No conozco la obra de Gorki, por lo que no puedo opinar de ella, pero tengo en muy alta estima la literatura rusa (incluso puedo decir que es mi favorita). La comparación con la novela hubiera hecho esta crítica más valida, pero es algo que no puedo hacer. Así que hablaré de la película en sí misma, lo que no carece de ventajas.
        El film es una obra coral, poblada de numerosos personajes e historias, esto es típico de la literatura rusa, pero también es típico de Renoir. No soy muy partidario de la coralidad en la narrativa, salvo que se disponga de mucho tiempo, y en los 80 minutos escasos que dura la película no se pueden desarrollar de manera adecuada tantos personajes y tantas historias. La mayoría son tan escuetos que parecen caricaturas, e incluso los protagonistas no dejan de ser simples arquetipos. La historia de amor está narrada con una enorme simplicidad, y los ingeniosos diálogos no logran salvarla.
       La diferencia entre clases está presente en la película, como no podía ser de otro modo. Todos los malos son ricos o quieren serlo y los buenos son pobres o quieren serlo. Supongo que este aspecto en la novela estaría tratado con gran dramatismo, pero Renoir le da una visión muy ligera. No niega este conflicto, pero lo relativiza con su particular sentido lúdico de la existencia, que viene a decir que dado que la vida es absurda, lo mas inteligente es disfrutarla y  sin pensar demasiado y tomársela como un juego, pues en el fondo no es otra cosa. Los diálogos son rápidos e ingeniosos, típicos de una comedia. Éste carácter ambivalente de la película llama mucho la atención, pues la convierte en la única película con contenido social que conozco que logra que para nada te tomes en serio lo que se cuenta. No creo que la literatura rusa sea la mejor inspiración para Renoir.
      Las grandes virtudes están en los aspectos estilísticos, y es aquí donde brilla Renoir. Al igual que los impresionistas, es capaz de describir una situación con cuatro pinceladas (en este caso una mera entrada en el plano o una secuencia de apenas diez segundos). Tanto en interiores como en exteriores se maneja de maravilla, aunque prefiero sus exteriores, realmente luminosos y bellos. La apuesta por el naturalismo es clara, y esto lo hace un vanguardista absoluto muy adelantado a su tiempo, en un precursor del realismo. Como dijimos al principio, maneja como nadie la puesta en escena de multitudes, y los personajes entran y salen de escena, con la frescura de un cuadro renacentista y la precisión de un reloj suizo. Otra cosa es la dirección de actores, pues ni ellos ni sus personajes dicen demasiado.
       En definitiva, ¿es una película buena o mala? Evidentemente no es mala, ya que una película con estas virtudes estilísticas no puede serlo. El problema es que aparte del estilo no hay mucho más. Es decir, es muy superficial. Creo que hubiera sido mucho mejor película si Renoir hubiera sido más humilde y hubiera puesto su talento a disposición de la obra de Gorki, y no a la inversa, como hizo. Opino que no es una película para el público en general, sino para críticos. Y que conste que esto no es un elogio, ni mucho menos.

Paranormal activity (Oren Peli, 2007)

No se puede hablar de "Paranormal activity" como de una película más, pues no lo es. En realidad, se trata de un vídeo casi doméstico, rodado con 15000 dolares y actores desconocidos, que causó furor durante un año en el círculo íntimo de su director, alguien sin ninguna experiencia cinematográfica, luego pasó a Youtube, donde arrasó y de aquí, ya públicamente consagrada, dio el salto a las salas de cine en 2009, donde se convirtió en un fenómeno social y cinematográfico. Es como si un equipo de fútbol de una liga amateur provincial, llegará a semifinales de la Champions.
          Digo esto, porque aunque no tiene que ver directamente con los méritos cinematográficos de la cinta, nos da indicios de que, contra toda lógica, esta película que se hizo con un presupuesto que un film normal no daría ni para bocadillos, logró enganchar al público, sin necesidad ni posibilidad de publicidad, sino por el boca oreja, el medio más honrado de todos. Y ya se sabe... cuando el río suena agua lleva
        Pasemos a hablar de la película. La principal columna sobre la que se sostiene es su guión. Un guión sencillo y en buena medida repetitivo, pero que funciona como un perfecto mecanismo de relojería, desplegando la historia poco a poco en una especie de espiral, con una gran inteligencia. Los diálogos son verdaderamente notables, tanto en su naturalidad, cuando se trata de los temas cotidianos, como su solidez y conocimiento "científico", cuando surgen los "acotidianos". Las interpretaciones son muy buenas, especialmente la de su protagonista femenina, y se caracterizan por su naturalidad. Está rodada con una sola cámara digital, que casi siempre es manejada por uno de los actores. Otra peculiaridad, es que debido a su bajo presupuesto prácticamente no existen cosas llamadas efectos especiales, por lo que siempre asistimos a los efectos de los fenómenos y nunca a los propios fenómenos. Estos tres elementos coinciden en resaltar el realismo de la situación, y por momentos parece verdaderamente un vídeo doméstico. Además contribuyen a aumentar el suspense, pues lo desconocido siempre asusta más que lo conocido.
        Es un ejemplo perfecto de en qué consiste hacer de la necesidad virtud, pues precisamente ese realismo es una de las mejores bazas de la película, pues es como si nos hiciera asistir en primera persona a lo que se está contando. 
      No me olvido de "El proyecto de la Bruja de Blair" (Daniel Myrick, 1999), de la que "Paranormal activity" es discípula en muchos aspectos. Y es que si bien la primera, también una buena película de terror rodada con un presupuesto de risa, tuvo el mérito de la originalidad; la segunda mejora el resultado, a base de apostar aún más por la naturalidad, la cotidianidad y el minimalismo. Además el guión está mejor trabajado como manifiestan, entre otras cosas, sus casi 40 minutos más de metraje.
       "Paranormal activity" no es una obra maestra, pero es una más que digna película de terror, muy superior a la media. Es exactamente el reverso luminoso a todas esas superproducciones grandilocuentes, exageradas y plagadas de millones y de efectos especiales de última generación que cinematográficamente son auténticas castañas. Y no digo nombres para no herir sensibilidades.

viernes, 13 de abril de 2012

Secuestrados (Míguel Ángel Rivas, 2010)

Hace poco hablábamos del nuevo cine español, a propósito de "Grupo 7". En resumen, decíamos que los cineastas españoles habían aprendido a demostrar su talento lejos del costumbrismo, tratando de una forma a la vez propia y universal el cine de género. 
        A principios de la pasada década se empezó a hablar del "nuevo terror español", que tuvo su pistoletazo de salida con la, en mi opinión, muy sobrevalorada "Los otros", de Alejandro Amenábar.  Las claves del género parecían ser un retorno a lo gótico, con ambientación de época, fantasmas, sesiones de espiritismo y final inesperado. El esquema básico se repitió en la también sobrevalorada "El orfanato".  Un planteamiento muy diferente seguía la famosa "Rec", que básicamente era una recreación de "28 días después", filmada cámara en mano. No digo esto como comentario negativo. Es meramente una descripción. No puedo hablar de la película porque no la he visto. Sé que ha tenido muy buenas críticas, y, en principio, no tengo porque dudar de ellas, si bien los críticos españoles suelen exagerar las bonanzas del producto nacional.
      Con esto quería decir que, en lo que llevamos de siglo, han sido numerosas las películas españolas de terror, a menudo muy buenas y con un planteamiento visual y argumental, por lo general, superior a su equivalentes norteamericanas. Una buena muestra de ella optaba por explorar el terror de una manera realista, probablemente lo que más miedo da. Excelentes ejemplos son "Buried" (Rodrígo Cortes, 2010) y "Mientras duermes" (Jaume Balagueró, 2011). 
      La película que nos ocupa pertenece a este grupo. Su historia aparentemente es tan sencilla como cotidiana: la familia de clase alta y que vive en un chalet y una urbanización de lujo que sufre un atraco por parte de unos brutales asaltantes del este de Europa. Sobre esta historia, que de vez en cuando aparece en nuestros periódicos, Miguel Ángel Rivas (director y coguionista) construye una película durísima y brutal, que no deja ningún respiro al espectador. Si se trata de dar miedo, esta película lo logra sobradamente. Los numerosos premios recibidos y el impacto que ha dejado en el público están totalmente justificados.
        No quiero desvelar nada de la trama, porque prefiero que la "sufráis" por vuestra cuenta. Sólo os aviso de que su visionado es lo más parecido a un puñetazo en la boca del estómago, cinematográficamente hablando. Los 82 minutos que duran te dejan  sin respiración, y un metraje más largo la hubiera hecho insoportable.
       Si se trata de pasar miedo pocas películas en los últimos años hay mejores (o peores, según se vea) que ésta. Ahora bien, no es apta para todos los públicos, y os aseguro que tener más de 18 no es suficiente. 
     Curiosamente, los jóvenes directores españoles parecen haber encontrado en Hitchcock su inspiración, sólo que esta generación 2.0 no es tan considerada con el respetable, pues esta película es totalmente bestial. Que conste que no me hago responsable de que la veáis (aunque opino que deberíais verla). Un saludo.

miércoles, 11 de abril de 2012

Wise Blood (John Huston, 1979)

Incluso las obras menores de los grandes cineastas son interesantes. "Wise blood", literalmente "sangre sabia", aunque en castellano vendría a significar "naturaleza sabia", es una película muy original y divertida. Veo en ella muchos antecedentes del humor de los hermanos Coen, especialmente de "El Gran Lebowsky", no tanto en el contenido como en el estilo o el tono.
         Es inútil tratar de explicar el argumento de la película, pues es prácticamente inexistente... se trata de una sucesión de acontecimientos absurdos y a menudo hilarantes, en los que es prácticamente imposible encontrar un hilo conductor. Que conste que no digo esto como defecto, pues es una de las características que definen la película. Es posible en ella encontrar una cierta crítica social, sobre todo frente al fundamentalismo evangélico típico de los Estados Unidos, el racismo, o el culto al autómovil. A menudo esta critica es ácida y muy lúcida, pero el tono general de la película es tan distendido, que parece que para John Huston, que la hizo ya septuagenario, esta película ante todo fue un divertimento. En cualquier caso es impresionante la frescura, descaro y vanguardismo que este anciano director logró imprimir al film.
        En pocas palabras, se trata de una película extraña, incoherente, casi dadaísta, pero francamente divertida y entretenida. Ahora bien, no os dejéis engañar, bajo la patina de humor se esconde una filosofía de la vida absolutamente deseperanzadora y nihilista. Esta filosofía, ¿responde al verdadero pensamiento de su autor, o se trata sólo de criticar los excesos de su cultura mediante una lección de humor negrísimo? Me temo que no puedo responder a esta pregunta. En cualquier caso, lo que si os puedo decir que merece la pena verla. Está a la altura del mejor cine "cómico" de los Coen, con la ventaja de estar contada con una mayor naturalidad y de que se hizo antes. Muy recomendable.

martes, 10 de abril de 2012

Sin perdón (Clint Eastwood, 1992)

Hay películas tan buenas que al verlas tienes la sensación de que estás ante un clásico, ante una película ya consagrada. Para estas películas incluso el grandilocuente nombre de "obra maestra" se queda corto. Cuando vi "Sin perdón" en 1994 sentí que estaba ante una película destinada a ocupar un lugar de honor en la historia del cine, una película de esas que se ven muy de cuando en cuando. Hoy, 20 años después de su estreno puedo decir rotundamente que "Sin perdón" es un clásico, una obra maestra, el "western" definitivo, no superado ni antes ni después.
         En los 90 y principios de 2000, Clint Eastwood se reveló como un cineasta excepcional, capaz de encadenar de manera asombrosa auténticas maravillas: "Sin Perdón", "Un mundo perfecto", "Los puentes de Madison", "Mistic River", "Million dollar baby"... un currículo tan impresionante lo dejaba en el panteón de los cineastas. En mi opinión "Sin perdón" siempre ha sido la mejor película de Eastwood, como actor y como director. No soy especialmente aficionado al "western", salvo un par de películas de Sergio Leone y alguna más, y sin embargo desde el momento de verla "Sin perdón" se convirtió en una de mis películas favoritas, predilección que no ha cambiado.
         Técnicamente "Sin perdón" es una película única. Evidentemente no se hizo en el vacío y podemos rastrear influencias: el "western" clásico y épico en su fotografía, el "antiwestern" violento y desesperanzador en sus personajes y su historia. Pero no se trata de un término medio entre ambos extremos. Trasciende ambos modelos, supera su antítesis y logra la película del oeste definitiva. Mi afirmación puede parecer exagerada, pero pensad que la reacción natural era que esta película pusiera de nuevo de moda el cine del oeste, cosa que no ocurrió, ya que era tal el respeto que causaba que casi nadie se atrevió a hacer un nuevo "western", pues las comparaciones hubieran sido odiosas. Así, este film queda como una "rara avis" lo mejor de un género que tuvo su época dorada en los 50 y 60, que se deconstruyó y rehizo en los 70, olvidado en los 80 y que alcanzó la perfección en 1992, y del que de vez en cuando nos llega algún eco interesante.
          Esta obra maestra tiene tres pilares fundamentales: el guión de David Webb Peoples, la dirección de Eastwood y su magnífico elenco de actores.
        Empezemos por el guión. Recoge todos los tópicos del oeste y los deconstruye, mostrándonos algo así como el reverso tenebroso. No hay pistoleros honorables: son personas sin escrúpulos, borrachos, sucios, violentos y pendencieros que se mueven por los más bajos instintos: sexo o dinero; el sheriff, que representa la ley, es brutal, en ocasiones peor que los propios delincuentes a los que se enfrenta; las damas han sido sustituidas por prostitutas, el mejor pistolero no es el más rápido, sino el más frío, para el que los seres humanos son poco más que insectos. Al contrario que otros "antiwesterns", como los de Leone o Peckinpah, que sustituían al héroe por el "antihéroe" (en el fondo un héroe con debilidades, y que por ello resultaba más humano y simpático), Webb Peoples no plantea ninguna alternativa: no hay héroes, ni antihéroes, sólo villanos. Pero lo más demoledor del guión son sus afirmaciones implícitas sobre la naturaleza humana: rencorosa, violenta, primaria, determinada por su propia maldad, y para la que no existe la virtud, sino como una delgada capa de hipocresía. En definitiva la historia, se va cerrando en torno al público, ahógandolo y no dejando ningún colchón de salvación.
         La dirección de Eastwood es el contrapunto perfecto del guión. Frente al barroquismo de Leone o al estilo "sucio" y precipitado de Peckinpah, Eastwood opta por un clasicismo "fordiano". Los planos son amplios, los paisajes y la música de una gran belleza, el montaje pausado. A todo el horror de la historia se opone la belleza en el estilo, ya que de otra manera la historia hubiera sido insoportable.
        Los actores y sus interpretaciones son de auténtico lujo. Morgan Freeman está estupendo, al igual que el siempre espléndido Richard Harris, como dije, Clint Eastwood hace el papel de su carrera. Pero incluso dentro de la excelencia se puede destacar, si alguien se adueña de la función es el enorme Gene Hackman, que crea uno de esos personajes que se marcan a fuego en tu cerebro, capaz con solo sus palabras y gestos de magnetizar al público y mantener por sí solo la película.
       ¿Qué más puedo decir de esta película? Estoy seguro de que casi todos la habéis visto. Pero si alguno no la conoce, que sepa que es muy afortunado, porque tiene la oportunidad de disfrutar de una obra única. Y que no diga que no le gustan las películas de vaqueros: "Sin perdón" no es una película del Oeste es LA película del Oeste.
          

Christine (John Carpenter, 1983)

A veces ocurre que mientras más flojo  es un guión, más se nota el talento de un director, capaz de convertir el agua en vino. En mi opinión John Carpenter es uno de los directores norteamericanos más capaces de los tres últimos decenios, un cineasta con un estilo depurado, estilizado... perfeccionista; dominador como pocos del suspense y con la habilidad de mantenerte en vilo prácticamente sin necesidad de que nada ocurre, como la calma que precede a la tormenta. Sin embargo también ha sido uno de los mas infravalorados, y si descontamos los aficionados al género del terror, se trata prácticamente de un desconocido. En parte, él ha sido el causante de su propia suerte, ya que ha sido un artista que no ha hecho ninguna concesión a la industria, manteniéndose fiel a su estilo y a su carácter de cineasta de género. A mi entender "La cosa" es su mejor y más completa película, que vapuleada por la crítica en su tiempo, poco a poco ha ido ganando en estima entre los cinéfilos, hasta colocarla entre las mejores films de terror.
             Pero hoy toca hablar de "Christine", una película apenas conocida. Lo mejor que se puede decir de su historia es que es absurda, simplona y de su guión que es mediocre, con un sinfín de tópicos del cine de terror para adolescentes de los ochenta: el deportista, el empollón, la maciza, la familia controladora, los matones de instituto, etc. En manos de cualquier otro director hubiera sido sido una soporífera película, carne de televisión y sólo apta para las sobremesas del sábado. Pero en este entorno hostil es donde más se nota la mano del maestro Carpenter.  En un magnífico ejercicio de alquimia, el plomo se transforma en oro, Y "Christine" resulta ser una más que digna película de terror, capaz de impresionar casi 30 años después de sus estreno, y en la que el tiempo no la hecho mella. Resulta ser una pequeña joya casi olvidada, con uno de los villanos (o villana) más originales de la historia del cine, a la que la cámara y el montaje de Carpenter logra insuflar vida.
            No quiero decir de que tratala película, porque su inverosimilitud es parte de su encanto. Sólo os recomiendo que la veáis. Si os gustan las pelis de terror lo pasaréis bien... es todo un clásico olvidado; si no sois aficionados al terror merece la pena verla porque siempre es un placer para un cinéfilo disfrutar del buen hacer de Carpenter. Además, si os gusta la música veréis que hay un famoso videoclip de Radiohead que está claramente inspirado en una de sus secuencias más poderosas... no es una mala referencia, ¿verdad? 

domingo, 8 de abril de 2012

Grupo 7 (Alberto Rodríguez Librero, 2011)

Durante mucho tiempo los aficionados españoles al fútbol tuvimos que convivir con la "furia española". Es decir, con el tópico de que la selección española debía ganar los partidos en base a conceptos tan trasnochados como "orgullo" y "raza". Sobra decir que nunca llegamos a ninguna parte. Curiosamente en los últimos cuatro años el fútbol español ha conquistado el mundo, tanto en la selección como en los clubes, precisamente cuando se ha dejado de lado "la furia", y se ha optado precisamente por lo contrario la técnica y el manejo cuidadoso del balón.
          ¿Por qué comienzo una crítica de cine con una idea futbolística?  Porque el cine español también ha sido prisionero de sus propios prejuicios y fantasmas, y ha sido necesaria una nueva generación de directores sin complejos para liberarlo. 
          Sé que lo que voy a decir tal vez no sea del agrado de muchos. Durante demasiado tiempo las películas españolas han sido verdaderamente insufribles. Había una serie de tópicos que todas debían cumplir: una profunda ideologización, una sobredimensación de los aspectos grotescos y sexuales de la vida, y una serie de temas recurrentes (la guerra civil, una peculiar forma de hablar de la marginación social, las obsesiones sexuales, etc.) A mi modo de ver, todos los aspectos convergían en un cine muy pedante y pretencioso, si no en la forma, si en el fondo. De hecho según la "inteligetzia" la máxima muestra de incultura era que no te gustaran las pelis españolas, sobre todo las de Almodóvar. Y debo confesar una cosa: ni me gustaban las películas españolas en general, ni las de Almodóvar en particular.
         Digo todo esto, porque el cine español esta experimentando una esperanzadora regeneración, que nos alegra a los cinéfilos y probablemente lo reconcilie con el público nacional e incluso internacional. Y esa regeneración viene del gran olvidado: el cine de género. "Grupo 7" es un magnífico ejemplo de lo que digo. Es una muy buena película policiaca, llena de fuerza y energía. Las escenas de acción, que en otro tiempo hubieran sido ridículas, no desmerecen en nada a la de la magnífica saga de Bourne, por poner un ejemplo. Es un film convincente y que te mantiene en vilo hasta el final. Y no penséis que es un clon del estilo o del contenido norteamericano. Es genuínamente española (sobre todo, andaluza), en su trama y en sus diálogos, y esto que no hace mucho hubiera dado vergüenza ajena, ahora resulta un valor que la hace aun mejor película. 
          Grupo 7 no es estupenda película de acción española, simplemente es una estupenda película de acción. Para ilustrarlo con un ejemplo, me parece mejor que "Training Day" en casi todos los aspectos. Yo soy el primer sorprendido de escribir esto.

Una separación (Asghar Farhadi, 2011)

Entre los críticos, el cine iraní está muy bien considerado. No son pocas las películas de este país que arrasan en los festivales y que logran premios. Lo cual es un fenómeno bastante curioso, dado que le sistema teocrático de la República de Irán no parece el más adecuado para proporcionar la libertad de creación que siempre necesitan los buenos artístas. Pero como dicen los expertos, a pesar de su caracter teocrático, Irán cuenta con una sociedad civil fuerte y cultivada, lo que explicaría el "milagro" iraní, único en los países islámicos.
          "Una separación" es la primera película de este país que he visto, y si la producción media de películas llega a una calidad, siquiera remotamente similar, a la de ésta, todos los elogios que he leído se quedan cortos. Se trata de una película absolutamente sensacional, una de las mejores del año, y probablemente la más equilibrada y profunda del mismo. 
           El verdadero corazón de la película es su historia y sus personajes. Aunque a primera vista podría parecer una película sobre el divorcio, éste no es más que el símbolo de dos actitudes irreconciliables ante la vida, que acaba manifestándose en la ruptura. Lo auténticamente grandioso es que este carácter moral (en el auténtico sentido de la palabra) de la película, a pesar de referirse a una sociedad distinta a la nuestra, alcanza sentido universal. Y no exagero si digo que esto la equipara a las grandes obras occidentales de Dostoyesvki o Tolstoi.
           En la sociedad occidental hace tiempo que hemos dejado de un lado conceptos, considerados grandilocuentes, como verdad, mentira, coherencia, conciencia... Esta película los retoma y aplica con una seguridad, fuerza, honradez e intensidad, que como hemos dicho, la hace digna heredera de los mejores clásicos, con el mérito añadido de la concisión, y es que no se puede decir más sobre la el ser humano en dos horas.
           El trabajo del director, que también es el guionista, es de primoroso, optando por una naturalismo que nos presenta las situaciones tal cual son, sin que ningún ejercicio de estilo nos distraiga.
           Pocas películas dicen tanto sobre la naturaleza humana. Sus personajes te acompañan días después de verla, como paradigmas de las diferentes formas en que se puede vivir. Es imprescindible verla. 

viernes, 6 de abril de 2012

Los idus de marzo (George Clooney, 2011)


Decir que George Clooney es de lo mejor que le ha pasado al cine norteamericano en los últimos años no es ninguna novedad. El consenso sobre está cuestión es casi unánime. Si como actor definitivamente se ha consagrado con su soberbia interpretación en "Los descendientes" (2011), sus facetas como guionista, director y productor resultan, incluso, más interesantes. Es en SUS películas dondeClooney da lo mejor de sí.
       Ante todo nos encontramos ante un hombre muy inteligente y comprometido con la realidad del mundo, especialmente de sus país y de su tiempo. De todos es conocido que Clooney es un Demócrata declarado, como se vio en su clarísimo apoyo a Obama en las últimas elecciones. Podríamos pensar que esta película, que trata de la elección del candidato Demócrata para la generales, podrá haberse hecho a mayor gloria de dicho partido. Nada más lejos de la realidad. Los inteligentes no son fanáticos, y si algo demostrado Clooney a lo largo de estos años es su inteligencia y sensatez.
       "Los idus de Marzo" es un retrato implacable y demoledor de la clase política, en las antípodas de cualquier sectarismo. Lo que en esta película se cuenta del Partido Demócrata, podría decirse de cualquier partido de cualquier país. La historia es tan rotunda que bastante tiempo después de haber visto la película, uno aún se siente noqueado. Lo curioso es que el efecto no se logra con ningún escándalo mayúsculo de esos que abundan tanto en las películas. No hay un asesinato en la sombra, ni una violación, ni delito alguno. Se trata de algo mucho más cotidiano, abstracto y que pasa habitualmente desapercibido. No quiero decir más porque prefiero que lo descubráis por vosotros mismos. 
       Realmente me sorprende la capacidad de Clooney de tirar piedras sobre "su" tejado, lo que, a mi jucio, es un verdadero ejercicio democrático. Me resulta inimaginable que algún autor español hiciera algo semejante, pues somos maniqueos, sectarios y democráticamente inmaduros, como nuestro día a día demuestra.
        Por supuesto, el guión de la película es sencillamente prodigioso. Los acontecimientos se desarrollan a la vez de una manera trepidante y natural, y, a pesar de estar en las antípodas del cine efectista, nos deja sin aliento. Clooney se muestra como un director especialmente brillante en la dirección de actores, haciendo imposible que te puedas desentender de ellos.
      Una mención especial merece Ryan Gosling. Su interpretación es soberbia. Plasma de manera magistral ée cambio psicológico de su personaje. Su capacidad para mostrarse vulnerable o aterrador, según convenga, es impresionante. Realmente se está postulando como el mejor intérprete de su generación, entre otras cosas porque como todos los buenos actores, sabe escoger buenos papeles y , a la vez, arriesgarse. Le agradecemos a Clooney que ceda el protagonismo a este joven actor, en lo que es toda una demostración de generosidad y confianza en lo que uno hace, alejado de cualquier divismo.
       Cada vez veo más a Clooney como un nuevo Eastwood, pero mejorado (versión 2.0). ´
       Una película formidable y que no os debéis perder. Sobre todo porque hace pensar, y mucho.

Dos cabalgan juntos (John Ford, 1961)


Me temo que tengo un problema con el cine de John Ford. No he visto todas sus obras más importantes, ya que me faltan por ver "Un hombre tranquilo" y "La diligencia", sin embargo si he visto algunas de las más notables como la que ahora comento y, sobre todo, su obra más aclamada, "Centuros del desierto", que siempre aparece entre las mejores películas de la historia. Y en ambos casos debo reconocer que  esas películas me han dicho muy poco.
          Evidentemente soy consciente de la maestría de Ford. Pocos directores, si es que ha  habido alguno, han dominado los espacios abiertos como él. Representa el paradigama del clasicismo en el cine, de la búsqueda de la percepción formal, y hoy disfrutamos de la obra de uno de sus seguidores mas destacado: Clint Eastwood, y es que a poco que se observe  "Sin perdón" (1992) se ven trazos de "Centauros del desierto" continuamente. Ningún director a dominado como John Ford la sucesión de encuadres, el contraste entre la luz y las sombras, la salida y entrada de personajes dentro del plano... Si queréis haceros una idea de lo que hablo, sólo tenéis que ver la secuencia inicial de "Centauros", uno de los mejores ejemplos de que una imagen (o secuencia) pueden valer mil palabras.
          Entonces, si sus películas son formalmente perfectas, ¿cuál es el problema? ¿por qué no me llegan? No soy refractario a las pelis del Oeste. Me encantan "Por un puñado de dolares" y "La muerte tenía un precio".... "Sin perdón" es una de mis películas favoritas. Y disfrute como un niño viendo "El tren de las 3 y 10". Sin embargo, no logro entrar en el mundo del western clásico. Sus tramas maniqueas me resultan extrañas, con sus héroes y villanos de una pieza, su demonización del indio, que para más inri, sueleestá interpretado por un actor blanco y a menudo de ojos azules al que se le ha aplicado una buena capa de betún y el concepto de hombría que se prpone es testosterónico, mientras que la mujer siempre es el premio y descanso del héroe. 
       Sé que estoy simplificando mucho y que las obras que he comentado son más comlpejas. No soy ciego a la crítica de la hipocresía de nuestra sociedad que hay en "Dos cabalgan juntos", pero los "elementos prefabricados" a mi modo de ver son los que predominan. Y no todo me perece mal. Si tuviera que destacar un aspecto de la película es el de la amistad entre los dos protagonistas, una amistad viril, politicamente incorrecta y real como la vida misma, que hoy día sería imposible exhibir en un cine con la excusa del buenismo. Los personajes de esta película son mal hablados, borrachines, fumadores y superficiales.
        En definitiva, con esta película me ha pasado lo mismo que con "Centauros del desierto", si bien soy consciente de los mayores méritos cinematográficos de la segunda. Sé que es una muy buena película, pero hay una barrera hermenéutica que nos aleja mutuamente, y que me impide disfrutar de ella.
       ¿Es buena? Sí, probablemente, muy buena. ¿Me ha gustado? Más bien poco.... el ser humano es contradictorio.

Marathon man (John Schlesinger, 1976)


Lo que se ha dado en llamar el "nuevo holywood", nació a principios de los 70, de manos de autores de primera fila como Francis Ford Coppola y Martin Scorsese, y de otros menos conocidos. De alguna manera supone el nacimiento del cine contemporáneo, ya que el lenguaje y el estilo cinematográfico de las buenas películas apenas ha variado. Hablo, evidentemente, del cine norteamericano, ya que el europeo ha sido mucho más experimental, y han sido numerosos los autores que han explorado nuevas fronteras, muchas vecs con la consecuencia de que el público ha abandonado las salas.
     Por contraste el cine americano (mejor dicho, lo mejor de él) siempre ha buscado el equlibrio entre las inquietudes artísticas y el interés de la audiencia. Dentro de las características del cine "nuevo", que lo contraponen al clásico, está el naturalismo, el gusto por el antihéroe, y la explicitud tanto en la violencia como en la sexualidad. En mi humilde opinión, los 70 han sido el decenio más glorioso del cine, y una cualidad que comparten todas las buenas obras de esta época es su perfecta vigencia: no se percibe que hayan envejecido lo más mínimo y podemos decir que las sensaciones que provocaron a los que las vieron en cine son similares a las que provocan a los que ahora las vemos en DVD, blu-ray o televisión.
     Un lugar destacado en esta década lo ocupan el director John Schlesinger, el escritor y guionista William Goldman y el actor Dustin Hoffman. El primero es reconocido sobre todo por su película "Cowboy de medianoche", entre los guiones del segundo destacan el de "Todos los hombres del presidente" y "Dos hombre y un destino". El tercero es sobradamente conocido.
    "Marathon man" es una de las mejores peliculas de intriga o el cine negro, como quiera llamársele, de todos los tiempos. La historia de un hombre con una vida normal y tranquila, que da un giro completo e inesperado y se ve envuelta en una trama de espionaje, asesinatos y corruptelas políticas está narrada con fuerza, seguridad y sencillez. Los acontecimientos se suceden rápidamente, pero en ningún momento se tiene sensación de precipitación. La cámara de Schlesinger sigue a los personajes de manera natural, casi invisible, y en las secuencias físicas se adentra tanto que cuando corren parecemos nosotros los que nos cansamos. Entre otros méritos, esta película tiene el representar como ninguna la soledad del corredor de fondo y la sensación de cuando tu cuerpo, bien entrenado, es tu único aliado .
     El guión de Goldman es sólido, complejo y claro. A pesar de que lo contado no es precisamente sencillo, no se advierte ninguna trampa al espectador y toda la trama se sigue con facilidad; ahorrándote esa experiencia tan desagradable y común en las películas de espías de que tienes que hacer como que te enteras de todo, cuando no te estás enterando de nada.
    He reservado el final de mi opinión para alguien que no he nombrado hasta ahora, pero que tal vez sea lo más inolvidable de la funcion.  El perverso Dr. Szell interpretado por Lawrence Olivier. Los muchos que afirman que Sir Lawrence ha sido el mejor actor de la historia, tienen en esta película un motivo más. Pocos villanos en la historia del cine han sido tan malvados, frios y traicioneros, con el añadido de que Olivier le da un carácter vulnerable que lo hace doblemente aterrador. Pero lo más impresionante es cuando se despoja de su máscara y nos muestra su auténtica motivación: Entonces nos damos cuenta de que la maldad no se encuentra tanto en los actos, como en los oscuros sentimientos que los animan. El rostro de Olivier se vuelve transparente, y a através de sus ojos, de su boca y de cada uno de sus músculos podemos asomarnos al abismo del alma de su personaje, donde, a pesar de toda su aparente sofisticación, su vida se basa en la más absoluta mediocridad, cobardía y bajas pasiones.
    Una película imprescindible.

El experimento (Oliver Hirshbiegel, 2001)


En 1971, un grupo de científicos, bajo la dirección de Phillip Zimbardo, realizó un famoso experimento sobre papeles adquiridos, que se dio en llamar el "experimento de la cárcel de Stanford". El propósito la simulación era comprender el funcionamiento interno de una prisión, sobre todo con el objetivo de prevenir motines. Se eligió un grupo de 24 jovenes universitarios voluntarios, la mitad de los cuales desempeñarían el papel de guardias y la otra mitad el papel de presos. Aunque la duración prevista de la simulación era de dos semanas, debió suspenderse a los seis días, ya que se descontroló totalmente. Algunos de los "guardias" empezaron a a maltratar gravemente a sus compañeros presos, y uno de éstos tuvo una grave crisis nerviosa, de consecuencias incluso somáticas, al negársele la "libertad condicional", cuando como voluntario que era podía irse cuando quisiera.
           Mucho se ha discutido sobre esta simulación y hay opiniones para todos los gustos, pero lo que parece indiscutible es que un experimento, en principio diseñado para comprender el funcionamiento de una prisión, acabo revelando que el ser humano, o al menos ciertos individuos, tienen zonas bastante oscuras.
          Inspirado en el experimeto de Stanford, el escritor alemán Mario Giordano escribió una novela, que el mismo adaptó al cine y fue dirigida por el también alemán Oliver Hirshbiegel en 2001. No me extraña el interés alemán en esta historia. Su fantasmas acerca del Tercer Reich y de la seguna guerra mundial, le han llevado a preguntarse una y otra vez cómo aquello pudo ocurrir, y la respuesta más común es la del ambientalismo. Es decir, que el comportamiento de la persona no está tanto condicionado por sus circunstancias externas, como por sus circunstancias externas. En otras palabras... toda aquel que disponga de un uniforme y una porra, antes o después acabará usándolas. La pelicula "La ola", también alemana, va en una dirección parecida.
       Me he extendido tanto en el preámbulo, porque lo considero más interesante que la propia película. Al igual que la música de Linking Park que aparece "el experimento" tiene mucha más pompa que sustancia. Con un material tan bueno de partida, y no me refiero a la novela, sino al experimento de Zimbardo, se podría haber hecho una película realmente notable. Empieza bien, pero pronto acaba transitando unos derroteros equivocados. Contiene una histora de amor que no aporta nada. Los papeles de bueno, duro, héroe y cobarde se determinan en seguida, cuando lo primero que cuestiona la simulación real son dichos papeles. Adquiere casi desde el principio un carácter de drama carcelario, cuando, si acaso, debería haber sido el punto de llegada, nunca el de partida.El desarrollo psiquico de los personajes es inexistente.El director da muchos palos de ciego y utiliza numerosos recursos (flash-backs, sueños,...) sin orden ni concierto. Especialmente, se pierde al final, ya que acaba en un pseudogore hollywoodiense, en plan "todo explota".
      El gran (me temo que único) mérito de la película es traernos de nuevo a a la memoria el experimento de Stanford, pero este es un mérito extrínseco, no intríseco. No entiendo el entusiasmo de la crítica hacia esta película mediocre y fallida.

Los ladrones de bicicletas (Vittorio de Sica, 1948)


Al poco tiempo de estrenarse, en 1952, los críticos del BFI (british film institute) eligieron esta película como la mejoreque se había realizado jamás. Si observáis la última lista, veréis que aunque se mantiene entre las 100 primeras ha bajado muchos puestos. Sin embargo, si en lugar de ver la lista elaborada por los criticos, véis la de los directores (que a mi entender son los que mejor conocen el oficio) os daréis cuenta que sigue entre las 10 primeras (concretamente la sexta). Me amparo en tan insigne autoridad por si alguien tiene la tentación de considerarme exagerado. "Los ladrones de bicicletas" es una auténtica maravilla, una de las cumbres del cine y del arte del siglo XX.
       En los últimos años la cultura italiana ha sufrido un grave proceso de degeneración (que yo llamo "berlusconización) que hace que la asociemos a zafiedad, cutrerío y chabacanería. Pero puede que nunca haya habido un pueblo con tanta sensibilidad por la belleza, empezando por su propio idioma, como muestran "La divina comedia", los pintores y arquitectos del renacimiento italiano, las esculturas de Miguel Ángel, el "bel canto"... Digo esto porque, aunque no pueda afirmar que "Los ladrones de bicicletas" sea la mejor película, si puedo decir que es la más hermosa que he visto nunca.
      Su belleza no es impuesta. En ningún momento se aprecia esfuerzo por conseguirla, sino que se desarrolla tan naturalmente que apenas somos conscientes de ella. Es como la de los cuadros renacentistas: sencilla, serena, natural... como perteneciente al mismo orden de las cosas. Si la cumbre del arte es que éste no se aprecie, como el bailarín que ejecuta los movimientos más exigentes con una sonrisa y como si le fueran intrínsecos, entonces podemos considerar que esta es una obra cumbre.
    En su visionado no somos conscientes del trabajo de su director, de la interpretación de sus actores, de su guión; simplemente somos llevados de las manos de los protagonistas, unas veces el padre y otras veces el hijo, en su agónica busqueda de la bicicleta robada, compartiendo su impaciencia, su frustración, su dolor. Lo cotidiano está tratado con tal humanidad que adquiere la categoría de parábola evangélica. Y es que a través de una historia sencilla, se nos habla de toda la humanidad sufriente e injustamente tratada.
      No quiero terminar sin comentar algo sobre su influencia en el cine posterior. Esta obra está en las antípodas de lo "holywoodiense", que es grandilocuente, articioso, barroco. Es una película con el minimalismo del documental. Su influencia sobre el cine posterior (Bergman, Pasollini, Tarkovsky, nouvelle vague francesa,...) es evidente; y no sólo sobre el europeo: el nuevo cine americano que eclosionó en los 70 también es heredero suyo.