lunes, 2 de febrero de 2015

Nightcrawler (Dan Gilroy, 2014)

A la espera de ver la aclamada Birdman , de González Iñárritu, Nightcrawler es, con diferencia, lo mejor que he visto en estos últimos doce meses. Como ocurre siempre, cuando se estrena una gran película, enseguida se le buscan similitudes con los grandes clásicos, en este caso, principalmente con, Taxi Driver (Martin Scorsese, 1976) y Network (Sidney Lamet, 1976). 
    Es cierto que comparte con la segunda el ser una crítica feroz a lo peor de la televisión: el sensacionalismo, el morbo, la manipulación de la información y el alimentar las bajas pasiones del respetable, saltándose por encima todos los códigos morales, e incluso legales. Sin embargo, poco le veo de la primera, salvo su carácter nocturno y el transcurrir gran parte en un automóvil, lo que considero una "inspiracion" vaga y lejana.
    Hablando de parecidos, viendo la película, la obra que más me venía a la mente es la magistral Drive (Nicolas Winding Refn, 2011), lo que no es de extrañar pues comparten productores. Aunque muy distintas en su argumento, se nota una cierta sensibilidad común, lo que me lleva a reivindicar el papel artístico de los productores, a los que normalmente sólo asociamos con el dinero que ponen o dejan de poner a las películas, sus cálculos económicos y sus trabas a la genialidad de los "creadores", principalmente los directores.
    Este blog también es cómplice de esta mentalidad injusta, ya que siempre acompaño el título de la película con el nombre de su director, y, sólo en algunos casos hago referencias a los guionistas o actores. Aunque no quiero excusarme en ello, es muy difícil evitar la mentalidad dominante.
    Humildemente, creo que los puntos en común entre Nightcrawler y Drive me han ayudado a vislumbrar la importancia de las artísticamente menospreciadas productoras. En alguna que otra ocasión he dicho que el cine es un trabajo de equipo, al contrario que la literatura, y que por eso rechazo por completo el concepto de "cine de autor", tan querido en la mentalidad europea. 
   Nightcrawler es una película emocionante, que te mantiene pegado a la pantalla de el principio a fin, tensa e impredecible. Al igual que en Drive, es difícil hacerse una idea de su duración porque, sencillamente, se pasa en un suspiro, lo que, probablemente, sea lo mejor que puede decirse de una película. Es tremendamente original, no tanto en el tema como en la forma de abordarlo. Empaquetar una feroz crítica a la telebasura y a la cultura del éxito rápido y a cualquier precio, en forma de trepidante película de suspense, en la que las neuronas y la adrenalina colaboran y compiten a partes iguales, es un logro al alcance de muy pocos, y que connota una visión del cine única, en la que el arte está al servicio del entretenimiento, o viceversa, y en la que se busca agradar y respetar al público a partes iguales. Por último hay una capacidad única para retratar el paisaje urbano de un Los Ángeles nocturno, hasta el punto en que la ciudad es un protagonista más de la historia, con una poder hipnótico que recuerda al mejor Michael Mann.
    Este parece ser el sello de Sierra Films y de Bold, las productoras. Lo lograron en Drive y, cuatro años después, lo han vuelto hacer en Nightcrawler
   No os la podéis perder.