viernes, 29 de noviembre de 2013

Collateral (Michael Mann, 2004)

Aunque algo irregular, Michael Mann es un muy buen director, especialmente de películas de acción o suspense. Su película que más me gusta es la grandiosa y épica Heat, de alguna manera El Padrino de los 90. De elegir una segunda película, no albergo ninguna duda, pues dejando a un lado la mediocre Corrupción en Miami, y las estimables aunque algo fallidas Enemigos Públicos y El Dilema, este honor le corresponde claramente a Collateral.
    No es casualidad que las dos mejores películas de Mann estén ambientadas en Los Angeles. El director tiene una capacidad única para retratar la ciudad, convirtiéndola, más que en el marco de la acción, en otro personaje de la historia, con carácter propio y total protagonismo. Uno tiene la sensación de que, literalmente, Mann lo lleva a la ciudad, y, lo que es más difícil, que ha captado por completo su pulso y carácter y lo trasmite con toda fidelidad.
    En Mann, la enorme ciudad californiana representa la concreción en su máximo exponente de la cultura capitalista occidental: desmesurada, hipnotizante, solitaria, anuladora del individuo y rival de la naturaleza, sobre todo de noche, cuando su iluminación artificial sustituye a la natural ... como si fuera entonces cuando muestra su verdadera cara, sin un sol que las matice. Lo nocturno no sólo es una cuestión de tiempo o de estética, sino también moral. El ambiente de las fuerzas invisibles y oscuras que realmente nos rigen: el poder, el dinero, el crimen,...
    Como Heat, Collateral no es sólo una película de cine negro (y de las mejores que se han hecho), sino un retrato exagerado, pero no por eso menos veraz, de nuestra sociedad. Si la obra maestra de Mann es una monumental película coral, como una gran tragedia griega contemporánea, en Collateral, se opta por el minimalismo: la "sencilla" historia de un taxista secuestrado por un sicario, obligado a llevarlo de un sitio a otro para que lleve a cabo despiadada misión. 
    Pero no es la acción lo mejor de la película, y eso teniendo en cuenta que probablemente Mann sea el mejor director de secuencias de este tipo, con el permiso de nuestro querido Winding Refn, sino la relación y la tensión que se establece entre los dos protagonistas, un estupendo Tom Cruise,  como el villano, y un, más estupendo aún, Jamie Foxx como el sufrido taxista.
    Collateral es una de las películas emblemáticas del primer decenio de nuestro siglo. Dura, seca, hermosa y, a ratos, hasta mística (el coyote que cruza la calle es una imagen que equivale a todo un ensayo sobre nuestra relación con nosotros mismos y con la naturaleza), es de obligada visión.

martes, 26 de noviembre de 2013

La Mejor Oferta (Giuseppe Tornatore, 2013)

La Mejor Oferta es una película que empieza magistralmente, se desarrolla con creciente torpeza y acaba resultando realmente enojosa. Sin ser una mala, no deja de ser del montón, algo perdonable en otras, pero no en un film con tantas pretensiones artísticas. 
    A veces me cuesta entender el criterio de la mayoría de los expertos. Aclamada en el festival de Berlin y festejada por el cada vez más incomprensible crítico Carlos Boyero (a partir de ahora veré lo contrario de lo que recomienda) como lo mejor del cine de estos años y (¡con espíritu profético!) de los venideros, me resulta un clarísimo ejemplo de como tener talento visual no es suficiente para ser un buen director.
    Y, ¡sí! estoy enfadado con Giuseppe Tornatore por hacer maravillosamente lo más difícil y meter la pata hasta el fondo en lo más fácil. Tornatore es un esteta puro (y lo digo en el buen sentido de la palabra), y alguien con una destreza innata  para comunicar con imágenes. Le bastan quince minutos sin apenas diálogos para crear un personaje, una atmósfera y una historia tan inquietantes como apasionantes. En este tiempo tenemos la sensación de que vamos a asistir a una obra maestra, algo parecido a lo que sintieron los primeros espectadores de Vértigo o Psicosis (la referencia a Hitchcock no es gratuita, pues me sorprendí pensando que Tornatore se aunaban el maestro inglés y Visconti). Sin embargo, ¡ay!, mi emoción se fue disipando conforme pasaban los minutos.
    Al director italiano le faltan inteligencia o valor para narrar. No pudo evitar andar por senderos ya muy trillados, pues prometiendo  ser distinta, la película acaba siendo igual a una de tantas... Podría haber alcanzado fácilmente la excelencia si hubiera evitado que todo fuera tan predecible (falta de inteligencia narrativa), o bien siendo más honesto y descarnado al describir los sentimientos de los personajes (falta de valor)... mejor aún, haciendo las dos cosas.
    Creo que a Tornatore le pasa como a Spielberg. Ambos son buenos directores, pero parecen tener un miedo enfermizo a desagradar al respetable y una insoportable tendencia a lo empalagoso y políticamente correcto: cuando son valientes y toman decisiones arriesgadas, reculan, y, queriendo contentar a todo el mundo, no contentan a nadie. Desde luego, esto es un decir, porque habida cuenta de lo bien que se recibió en Berlín y de la puntuación tan alta y las críticas tan buenas que he encontrado en IMDb, no puedo sostener lo último.
    A mí desde luego, no me ha gustado. 
    Curiosamente, la mejor expresión que se me ocurre para describir esta película que trata sobre el arte, sus falsificaciones, etc, es la de bisutería de lujo.
    Destacar la maravillosa interpretación de Geoffrey Rush, durante toda la película, y la de Sylvia Hoeks, mientras sólo nos muestra a su personaje telefónicamente. Si la hubiera visto doblada ni siquiera me quedaría este consuelo.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Repeater (Fugazi, 1990)

Es evidente que si se os nombra grupos como los Nirvana, Soundgarden o Rage Against the Machine, casi todos, por no decir todos, no tardáis en situarlos y caer en la cuenta de quiénes son. Sin embargo, estas famosas bandas le deben mucho a una bastante menos conocida: los Fugazi, un cuarteto formado a finales de los 80 en Washington D. C. 
    Aunque en un principio enclavados en el género punk, su creatividad y fuerza pronto los llevó a romper las convenciones musicales y crear un estilo propio que sentaría las bases de gran parte de la música de los noventa. En ellos destaca un tratamiento de la sección rítmica nunca visto, donde la batería y, especialmente, el bajo adquieren un protagonismo sin precedentes. 
    Repeater, su primer LP, marcó un antes y un después en la música Rock. Se que esto se dice con demasiada frecuencia, pero en el caso de este disco creo que es la única manera de hacerle verdadera justicia. Desde mi punto de vista supuso un salto creativo de unos 10 años, y marca uno de los puntos de inflexión claves entre la música de los 80 y el de los 90. Su influencia es evidente en grupos como Nirvana, Slint o System of a Down y, de una manera especial, en Rage Against the Machine... toda la energía, potencia y rabia de la banda angelina ya aparece en este álbum. Al igual que los RAGM, los Fugazi, también utiliza la música como medio de protesta, pero si la música de los californianos es visceral, la de los Fugazi supone un equilibro perfecto entre rabia e inteligencia.
    A continuación hablamos un poco de cada una de las pistas de este magnífico disco.
    Se abre con Turnover, que en un gran disco brilla de una manera especial. Impecable en su planteamiento y en su ejecución, con momentos serenos y otros explosivos, sienta las bases de lo que será el resto del disco.
    Repeater la sigue sin solución de continuidad. En ella es más evidente aún el papel nuevo que va jugar la sección rítmica. El salto adelante de una dedada respecto a la música anterior es evidente, sobre todo en sus "interludios".
    Brendan #1 es un intermedio puramente musical, donde destacan la batería y, especialmente, un soberbio bajo.
   Merchandize es, de alguna manera, la canción más convencional, en la que con más facilidad se ven sus precedentes punk.
    La crítica contra el consumismo Blueprint, un poco más baja de revoluciones, muestra que la banda puede mantener diferentes grados de intensidad sin perder nunca su potencia intrínseca, y que su genialidad les permite prefigurar, como quien no quiere la cosa, a los futuros Nirvana.
    Sieve-Fisted Find tal vez sea uno de los mejores ejemplos de la inteligencia con la que plantean sus temas y la garra con la que los ejecutan. De nuevo dominada por los elementos rítmicos, oscila entre el muy rápido y el más rápido aún.
    La sencilla Greed más que una canción es un grito de rabia, justo la preparación ideal para... 
    ... Two Beats Off, sin duda una de las cimas creativas del álbum, en la que se con claridad los nuevos caminos descubiertos y explorados por la banda, sobre todo en el uso de la voz y del bajo. Los RAGM se profetizan claramente.
    Styrofoam sorprende por sus influencias del folklore de Europa del Este, adelantándose 15 años a los System of a Down.
    Reprovisional es una pista menos desafiante que las otras. De alguna manera sirve de moraleja o recapitulación de todo el disco. Todo eso porque...
    ... Shut the Door es la menos convencional de todas... Un tema que recoge el espíritu simbólico y nihilista de los Doors más psicodélicos para indicar el camino a los futuros Slint. El grupo rompe con todas las reglas y adelanta el post-rock. 

sábado, 2 de noviembre de 2013

Prisioneros (Denis Villeneuve, 2013)

Prisioneros ha sido la gran sorpresa del año, una película de la que no había oído hasta que prácticamente llegó a los cines. La primera noticia que tuve de ella, fue la de la estancia de su protagonista en el festival de San Sebastián, donde ganó el premio al mejor actor, cosa, por otro lado, no muy habitual para el protagonista de un film de intriga (intentaré evitar la palabra "thriller" en la medida de lo posible.
    No puedo decir prácticamente nada de su director, en mi caso un perfecto desconocido. Incluso repasando sus películas en IMDb, no encuentro ninguna que haya vista, o de la que al menos tenga noticias. No importa, Prisioneros es una magnífica y deslumbrante película de intriga, que yo situaría inmediatamente en El Olimpo del género, un cruce de caminos entre Mystic River, El Silencio de los Corderos y Zodiac, tan descarnada como la primera, aterradora como la segunda y exasperante como la tercera. 
    Lo primero que llama la atención de esta película es su duración, casi dos horas y media. Eso la hace tres cuartos de horas más larga de lo que lo suelen ser estas películas. Curiosamente la acerca a Zodiac, que es con la que guarda mayores similitudes narrativas. Estos 45 minutos extra fueron una apuesta muy arriesgada, ya que la relativamente sencilla trama podía resolverse en bastante menos tiempo... pero han acabado siendo la gran virtud del film, y lo que la diferencia del resto de pelis del género.
     Prisioneros se centra más en los aspectos internos que externos de la historia. Más que los acontecimientos, investigaciones, pistas, la película el eje de la historia es el padre, su angustia, impotencia, rabia, conflictos morales... Prisioneros es una película que plantea muchas preguntas y pocas responde, dejándole ese privilegio al espectador. 
     Un film de estas características sólo puede sostenerse gracias a grandes interpretaciones, y en Prisioneros todos sus actores están estupendos, especialmente sus protagonistas Jake Gyllenhaal y Hugh Jackman. Pero es el actor australiano el que se adueña de la función... Dueño y señor de cada fotograba en el que aparece, Jackman nos regala una interpretación portentosa, de una intensidad pocas veces vista. Es prácticamente imposible no hacer tuyos cada uno de los sentimientos de su personaje, y en un conjunto tan logrado su imponente presencia brilla de un modo especial.
     No quiero decir mucho más para no desvelar demasiadas cosas de la trama. Sólo decir que Prisioneros es una película de dos horas y media, que me parecieron la mitad. En ningún momento, me revolví del asiento o aparté la vista. Cada minuto me tuvo pegado a la pantalla... desde el primer fotograba al último todos están llenos de sentido.
    Por favor, no os la perdáis.