martes, 10 de abril de 2012

Sin perdón (Clint Eastwood, 1992)

Hay películas tan buenas que al verlas tienes la sensación de que estás ante un clásico, ante una película ya consagrada. Para estas películas incluso el grandilocuente nombre de "obra maestra" se queda corto. Cuando vi "Sin perdón" en 1994 sentí que estaba ante una película destinada a ocupar un lugar de honor en la historia del cine, una película de esas que se ven muy de cuando en cuando. Hoy, 20 años después de su estreno puedo decir rotundamente que "Sin perdón" es un clásico, una obra maestra, el "western" definitivo, no superado ni antes ni después.
         En los 90 y principios de 2000, Clint Eastwood se reveló como un cineasta excepcional, capaz de encadenar de manera asombrosa auténticas maravillas: "Sin Perdón", "Un mundo perfecto", "Los puentes de Madison", "Mistic River", "Million dollar baby"... un currículo tan impresionante lo dejaba en el panteón de los cineastas. En mi opinión "Sin perdón" siempre ha sido la mejor película de Eastwood, como actor y como director. No soy especialmente aficionado al "western", salvo un par de películas de Sergio Leone y alguna más, y sin embargo desde el momento de verla "Sin perdón" se convirtió en una de mis películas favoritas, predilección que no ha cambiado.
         Técnicamente "Sin perdón" es una película única. Evidentemente no se hizo en el vacío y podemos rastrear influencias: el "western" clásico y épico en su fotografía, el "antiwestern" violento y desesperanzador en sus personajes y su historia. Pero no se trata de un término medio entre ambos extremos. Trasciende ambos modelos, supera su antítesis y logra la película del oeste definitiva. Mi afirmación puede parecer exagerada, pero pensad que la reacción natural era que esta película pusiera de nuevo de moda el cine del oeste, cosa que no ocurrió, ya que era tal el respeto que causaba que casi nadie se atrevió a hacer un nuevo "western", pues las comparaciones hubieran sido odiosas. Así, este film queda como una "rara avis" lo mejor de un género que tuvo su época dorada en los 50 y 60, que se deconstruyó y rehizo en los 70, olvidado en los 80 y que alcanzó la perfección en 1992, y del que de vez en cuando nos llega algún eco interesante.
          Esta obra maestra tiene tres pilares fundamentales: el guión de David Webb Peoples, la dirección de Eastwood y su magnífico elenco de actores.
        Empezemos por el guión. Recoge todos los tópicos del oeste y los deconstruye, mostrándonos algo así como el reverso tenebroso. No hay pistoleros honorables: son personas sin escrúpulos, borrachos, sucios, violentos y pendencieros que se mueven por los más bajos instintos: sexo o dinero; el sheriff, que representa la ley, es brutal, en ocasiones peor que los propios delincuentes a los que se enfrenta; las damas han sido sustituidas por prostitutas, el mejor pistolero no es el más rápido, sino el más frío, para el que los seres humanos son poco más que insectos. Al contrario que otros "antiwesterns", como los de Leone o Peckinpah, que sustituían al héroe por el "antihéroe" (en el fondo un héroe con debilidades, y que por ello resultaba más humano y simpático), Webb Peoples no plantea ninguna alternativa: no hay héroes, ni antihéroes, sólo villanos. Pero lo más demoledor del guión son sus afirmaciones implícitas sobre la naturaleza humana: rencorosa, violenta, primaria, determinada por su propia maldad, y para la que no existe la virtud, sino como una delgada capa de hipocresía. En definitiva la historia, se va cerrando en torno al público, ahógandolo y no dejando ningún colchón de salvación.
         La dirección de Eastwood es el contrapunto perfecto del guión. Frente al barroquismo de Leone o al estilo "sucio" y precipitado de Peckinpah, Eastwood opta por un clasicismo "fordiano". Los planos son amplios, los paisajes y la música de una gran belleza, el montaje pausado. A todo el horror de la historia se opone la belleza en el estilo, ya que de otra manera la historia hubiera sido insoportable.
        Los actores y sus interpretaciones son de auténtico lujo. Morgan Freeman está estupendo, al igual que el siempre espléndido Richard Harris, como dije, Clint Eastwood hace el papel de su carrera. Pero incluso dentro de la excelencia se puede destacar, si alguien se adueña de la función es el enorme Gene Hackman, que crea uno de esos personajes que se marcan a fuego en tu cerebro, capaz con solo sus palabras y gestos de magnetizar al público y mantener por sí solo la película.
       ¿Qué más puedo decir de esta película? Estoy seguro de que casi todos la habéis visto. Pero si alguno no la conoce, que sepa que es muy afortunado, porque tiene la oportunidad de disfrutar de una obra única. Y que no diga que no le gustan las películas de vaqueros: "Sin perdón" no es una película del Oeste es LA película del Oeste.
          

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho esta crítica, super crítica, porque tela que larga es, pero la película lo merece, y estoy deacuerdo en que Eastwood eligío perfectamente a los actores, inculuyendose el, jejeje. Aveces cambiar el cliché de una película te puede salir mal, pero en este caso a Eastwood le salío cojonudo, y añadir que Gene Hackman daba miedo ejerciendo como autoridad, hizo un papelón.

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