viernes, 27 de abril de 2012

Tyrannosaur (Paddy Considine, 2010)

El ser humano es un ser narrativo. Lo fue desde el comienzo. Necesitamos historias que expliquen el mundo y, sobre todo, que nos expliquen a nosotros mismos. En gran medida, la propia vida es, en gran parte, la narración que de ella nos hacemos.  Y, probablemente, si algo buscamos al narrarnos son respuestas y lógica. Necesitamos justificarnos ante los demás y ante nuestra propia conciencia. Sin embargo, no es fácil encasillar a la realidad y a la vida dentro de las estrechas coordenadas de la razón, y si somos honestos, tendremos que reconocer que cada respuesta que encontramos es muy cuestionable, y que la mayoría de las veces ni siquiera podemos permitirnos el lujo de tener una explicación coherente o lógica de lo que somos o de lo que nos pasa.
           Hay historias, en este caso una película, que preguntan mucho más de lo que responden y que al terminar de verlas dejan grabado un gran interrogante en nuestro cerebro. Simplemente este hecho, a mi modo de ver, da un valor especial, de sabiduría y amor por el ser humano, a esa obra en cuestión, independientemente de su valor artístico. A veces, en muy contadas ocasiones, esta honradez socrática viene de la mano un auténtico talento al contarla. Nos encontramos entonces, con una película extraordinaria. Y eso es lo que pasa con Tyrannosaur, su calidad está a la altura de la humanidad de su propuesta.
            No voy a detenerme a dar muchos detalles de la historia, pues creo que con unas pinceladas bastarán. En Tyrannosaur los personajes son capaces de lo mejor y de lo peor, odian lo que aman y aman lo que odian, buscan la soledad a la vez que huyen de ella . No son dueños de sus actos ni de sus decisiones, sino que éstas les vienen impuestas como una especie de fuerza del destino; aman a Dios al mismo tiempo que blasfeman, son violentos y cariñosos, fuertes a la vez que débiles... 
          Sólo hay unas cuantas certezas. La primera que si hay algo que nos hace humanos es la compasión, que ser salvado y salvar no son actos complementarios, sino los dos caras de una misma moneda, y que todos ocultamos un Tiranosaurio, que es la representación de nuestra parte más primitiva y violenta.
        Si queréis saber más tendréis que verla. Es muy difícil encontrar una película que se le parezca, porque la crudeza de la historia está contada con auténtico sentido poético, por lo que es realista y simbolista a la vez. Las interpretaciones son de auténtico lujo, y contiene una de las historias de amor más atípica y conmovedora que recuerdo.
       Otra joya más del cine británico reciente, y ya van unas cuantas.

1 comentario:

  1. Preciosa crítica, me da la sensación que no solo hablas de la película, sino que es un poco bibliografica. Me equivoco? Eres mi tyrannosaur favorito! ;)

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