viernes, 6 de abril de 2012

La red social (David Fincher, 2010)



"¿De qué le sirve a un hombre ganar el mundo si arruina su vida?" Muchas películas comienzan con una frase de cabecera que sirve, a la vez, de enigma, resumen y moraleja. No es muy disparatado decir que la cita evangélica con la que he empezado mi artículo podría ilustrar lo contado en "La red social".
         De antemano la vida de Mark Zuckerberg, el creador de "Facebook" y el multimillonario más joven del mundo, no parece la más adecuada para hacer una película. Si algo distingue la vida de Zuckerberg es la discreción, y hasta el estreno de la película pocos conocía su nombre. Sin embargo, bajo la exquisita dirección de David Fincher y bajo los contundentes, ágiles y agudos diálogos de Aaron Sorkin, se ha obrado el milagro. "La red social" es una película apasionante, una especie de "Ciudadano Kane" para la generación 2.0.
         Es imposible determinar qué de narrado en la película pertenece a al realidad, y qué a la ficción. Voy a suponer que se trata de una obra enteramente ficticia y que el Zuckerberg del film sólo comparte con el real el nombre. "La red social" cuenta la creación de una de las herramientas que más ha cambiado la forma en que nos relacionamos y por extensión que más ha influido sobre nuestras vidas y nuestro mundo. Lo curioso es que ese invento que aumenta hasta casi lo ilimitado la capacidad para relacionarnos entre nosotros, proviene de la frustración de una persona incapaz de relacionarse con los demás. El Zuckerberg de la película no es ni bueno ni malo, ni héroe ni villano...es una persona terriblemente inmadura e incapaz emocionalmente... imposibilitado para la amistad, pero que de alguna manera, gracias a su inmenso talento informático, se venga de todos los rechazos sociales y sentimentales que ha sufrido (de los que él no es inocente). Entiédase bien, la película no es ningún tipo de melodrama, ni cae en el sentimentalismo. La apuesta de Sorkin es arriesgada, pero le sale bien: cualquier otro hubiera hecho un guión sobre el origen técnico y ecónomico de "Facebook", Sorkin intenta relatarnos su origen psiciológico, lo que es muchas más difícil y sinuoso. El personaje de Zuckerberg nos despierta antipatías (mayoritariamente) y simpatías (las menos veces). En mí caso el sentimiento que prevaleció fue el de admiración por su obra y el de pena, porque no deja de ser un pobre hombre encerrado en sí mismo. A diferencia del ambicioso Kane, Zuckerberg es más inocente y no piensa tanto en dominar el mundo como en hacer de él un lugar un poco mejor, a pesar de que a sus seres más queridos los daña profundamente. Ese niño que en Kane aparecía escondido entre tantas capas en Zuckerberg está más a flor de piel, por lo que despierta más facilmente compasión. Eso sí, en la inquientante escena final sabremos que esel "rosebud" particular de nuestro protagonista.
         En cuanto a la dirección de Fincher, ¿Qué decir que no se sepa ya?. Se trata de uno de los mejores directores americanos de las últimas décadas. Maneja los tiempos como nadie, y resuelve tan bién secuencias caóticas y trepidantes, como otras de ritmo lento. Visualmente es portentoso y hace un uso muy personal de la música, que marca el tempo de muchas de sus secuencias (colabora con Trent Reznor, "nine inch nails" para los aficionados al rock). Me gusta llamar a su estilo clasicismo posmoderno, pues combina a partes iguales la perefección formal, con una inventiva ilimitada de la que saca incesantemente recursos que desafían la narrativa convencional. Es uno de los poco directores en los que cada fotograma es una obra de arte. En cierta manera, me recuerda al primer Scorsese. En esta película vuelve a demostrar su camaleonismo y su capacidad para dotar de una atmósfera única historias muy diferentes.
     "La red social" forma parte de sus grandes obras, junto con "se7en"(mi preferida), "el club de la lucha" y "Zodiac". Elijan la que elijan, les alabo el gusto. Por eso le perdonamos patinazos como el de "Millenium".

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