domingo, 20 de mayo de 2012

Profesor Lazhar (Phillippe Falardeau, 2011)

Una mañana como cualquier otra, en un colegio de Montreal las clases están a punto de comenzar. El alumno encargado de hacer algunos de los preparativos se acerca a su aula y ve algo que le llama la atención... se asoma y ve a su maestra ahorcada en la clase. Bashir Lazhar, el profesor que la sustituirá, intentará por todos los medios que acepten y superen el suicidio de su anterior maestra.
          Con este comienzo tan contundente, Profesor Lazhar nos está avisando de que va a apostar fuerte y de que va ser una película sobre el sistema educativo crítica y sin concesiones. Inteligente y sensible está película debería ser de obligada visión en los centros educativos, pero es precisamente hay donde nunca se verá.
         ¿Qué es lo que critica del sistema educativo? Lo primero que hay que tener en cuenta es que se trata de una película canadiense, y por lo visto en la pantalla su educación debe de estar entre las primeras del mundo. No obstante, tiene unos fallos comunes a todos los sistemas educativos de los países occidentales, independientemente de que sean buenos o malos. Podemos reunirlos bajo un "pecado" capital: la asepsia. Antes el profesor era un ser humano que educaba a niños. Como ser humano que era podía equivocarse, y se asumía como parte del juego. A los niños se les trataba como tal. Se les castigaba, tiraba de las orejas o se daba una colleja llegado el caso. Y se les daba un beso o abrazaba si era necesario. Es decir, la relación en el aula era humana.
       Pero en los últimos veinte años, se supone que con la excusa de proteger a los niños, el aula se ha convertido en una especie de quirófano. El profesor es un especialista en su materia que debe limitarse a enseñar, y cualquier contacto está prohibido. Si es un castigo se interpreta como violencia. Si es afectuoso puede interpretarse como acoso sexual. Ello genera mucha frustración en los docentes, pues se ven atados de pies y manos para expresarse y dejar clara su autoridad, pero sobre todo es nocivo para los niños que son tratados como material radiactivo (como un personaje de la película dice) precisamente por aquellos con los que muchas veces pasan más horas, en ocasiones más que con sus padres, y de los que necesitan apoyo, comprensión y cariño... palabra maldita en la robótica nueva pedagogía. También se les evita hablar de cualquier tema que pueda herir sensibilidades: religión, política, enfermedades, la muerte, la injusticia... precisamente los temas más importantes y que, en definitiva, nos definen como personas.
       Además de una crítica inteligente, contada con delicadeza y buen gusto, Profesor Lazhar es una película de una humanidad y sensibilidad extraordinarias. El verdadero protagonista es Bashir Lazhar, el personaje que da título al film. Y es imposible no sentir aprecio por este personaje íntegro, trabajador, crítico, sensible y preocupado por sus alumnos. La película está hecha con tanto talento que a veces basta con un plano para caracterizarlo. También es imposible no enamorarse de los niños, cuya interpretación es magnífica. En la hora y media que dura la película los conocemos, cada uno con su personalidad y llegamos la conclusión de que por mucha asepsia que se quiera imponer, una clase no deja de ser un gran familia.
       En definitiva, una película excelente y valiente que pone la llaga en muchos aspectos de la educación. Pero además una película muy humana y de una gran sensibilidad, con momentos en los que es imposible no emocionarse.
      Termino diciendo, que una película semejante en España sería prácticamente de terror. A los problemas que se cuentan en esta película habría que sumarle la falta de medios, la negación y el descrédito del profesor (ni siquiera aparecen en las listas de profesionales), la indisciplina en el aula, las clases masificadas, el fracaso escolar, la subestimación de la cultura... y todo esto parece que va a peor, porque son la educación y la sanidad, los dos pilares más importantes de un estado justo, precisamente los que más están pagando el pato de la maldita crisis. Y aunque la profesión de médico está muy bien considerada (con razón), no se puede decir lo mismo de los profesores (que casi no cuentan para nada)... y, si me apuráis su labor es casi más importante: los primeros curan enfermos, los segundos forman personas... si los dejan.
     Pero en este país parece ser que los únicos "interesados" por la educación son los descerebrados guionistas de nocivos engendros para los adolescentes como "Física o Química".

2 comentarios:

  1. Estoy totalmente deacuerdo contigo. En la película aunque los padres en concreto de una niña son tan prepotentes como su pequeña, por lo menos no insultan al profesor, pero aquí se han dado casos de insultos y si hasta alguna agresión hacia el profesor e incluso por parte de los niños. Y es que con esta educación que se les esta dando a los pequeños, lejos de subir el nivel de estudios, cada vez baja más. En mi caso, cuando iba al colegio al profesor se le respetaba, recuerdo a un profesor en concreto que era de la vieja escuela, y que por pillar copiando a dos compañeros les choco las dos cabezas como si fueran dos cocos, era muy estricto, pero eramos la clase que más nivel tenía de todo el colegio. No apoyo la violencia, pero una colleja de vez en cuando te despeja la cabeza. Ahora, tras un tiempo sin estudiar, estoy en la universidad y le saco 10 años a mis compañeros, la diferencia del trato de mis compañeros hacia el profesor y la mía es bestial. En definitiva, la película crítica y con mucha razón el sistema educativo, que yo pienso que debería ser, como muy bien dices más familiar, porque la educación de un niño siempre ha sido una combinación de los padres y el colegio, y no debe de perderse eso por el bien de los niños. La crítica y la película muy buenas.

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    1. Tienes toda la razón. La desautorización del profesor es nociva por dos motivos: el primero porque confunde los papeles sociales. Los niños deben aprender que no se habla igual a un conocido que a un desconocido, a un niño que a un adulto, a alguien que ocupa una determinada posición que a alguien que no... Pero la gran tragedia es que desautorizando al profesor, desautorizamos el propio conocimiento. Por ejemplo, en España es una virtud ser listo y espabilado, pero ser inteligente muchas veces se ve como algo de pringado. En los platós de televisión pululan los especialistas en nada, que lo mismo te hablan sobre la necesidad de introducir una constante positiva en nuestro modo de concebir el universo que hablan sobre la última novia o juerga de Paquirrín (evidentemente, esto les interesa mucho más). Y estos son los lamentables nuevos gurús de la tribu, cuyos efectos si sobre los adultos son perniciosos, sobre los niños son demoledores. Siempre he visto, aunque puede que me equivoque una relación entre la decadencia de la escuela y la decadencia de la televisión. Vivimos en un país donde la ignorancia campa a sus anchas y siempre es el que más grita y el más desvergonzado el que gana las discusiones, lo que no deja de ser una versión garrula de la ley del más fuerte. Malos tiempos para la lírica, querida Sonia.

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