martes, 8 de mayo de 2012

El hombre con una cámara de cine (Dziga Vertov, 1929)

La película que comento ni siquiera tiene un título en español. El que encabeza el artículo es una traducción del título en inglés que le asigno el Instituto Británico de Cine. Es una de esas raras joyas que uno encuentra a base de sumergirte en las páginas de especialistas y sitios similares. En este caso lo de "joya rara" se queda corta, pues no es rara sino rarísima, lo que si es una joya.
        Empecemos por el principio. ¿Cual es el propósito de esta película tan atípica? Yo diria que doble, uno cinematográfico, el principal, y otro extra-cinematográfico, secundario, pero muy curioso.
       Esta película es básicamente un ejercicio formal. Su director explicitamente declara que quiere hacer un experimento, que consiste en dar al cine un lenguaje propio, alejado del teatro y de la literatura. Es decir, básicamente se trata de una película no narrativa. No va a recurrir ni a guión, ni a escenarios, ni a actores: se va a limitar a filmar la vida de la ciudad. Esto que, en teoría, debería dar un tostón infumable, origina una obra divertidísima, brillante, sorprendente y asombrosa. Liberado de la narrativa, el cine demuestra todo su potencial para trabajar con el tiempo: comprimirlo, expandirlo, duplicarlo,... y con el movimiento. En el fondo la película es una gran coreografía cuyos bailarines son los elementos de la sociedad industrial de comienzos del siglo pasado. También la cámara resulta ser un testigo privilegiado de la vida cotidiana: los rostros, los gestos, el trabajo, el deporte. Con todos estos elementos el autor juega a su antojo y utiliza todos los recursos de su época: la cámara rápida, lenta, animación... Pero lo de menos es lo que Vertov toma, lo importante es lo que aporta. Esta película contiene un montón de hallazgos que marcarán la historia del cine y lo convertirán en un arte autónomo, con personalidad propia. Basicamente, estos hallazgos tienen que ver con el uso de la perspectiva y del montaje. Diréis que estoy diciendo algo evidente, pues lo que define una película es precisamente esto, pero recordad que estamos hablando del año 29, y que si esto lo sabemos es, en gran parte a esta película. En definitiva, Vertov muestra que sobre todo trabajar en el cine, es trabajar con el tiempo. El gran Tarkovsky, también soviético, continuará la idea.
      La segunda intención es glorificar la sociedad industrial y sobre todo a la Unión Soviética y sus grandes logros: la industria, la modernidad, la liberación de la mujer, el estudio y el deporte universales.... No entro a analizar esto, simplemente me limito a constatar lo que creo que es la intención del autor.
      En resumen, una película alucinante, divertida y original, de un vanguardismo absoluta, a pesar de que casi tiene un siglo. Creo que no exagero mucho si digo que probablemente haya sido una de las películas más determinantes para hacer del cine lo que hoy es... y por eso su olvido me parece incomprensible. Dado que es una obra formal, evidentemente no es para el gran público, pero es que tampoco he leído sobre ella en los sesudos críticos... En cualquier caso, cada día me parece más cuestionable eso de que Ciudadano Kane ha sido la película más original e innovadora de la historia...¡Cuánto deslumbramiento por Hollywood!
       Sólo se me ocurre una pega...¿Dónde está la naturaleza? ¡Ah!, olvidaba que las máquinas también nos deslumbran.

1 comentario:

  1. Una máquina también puede ser bella... mira sino el último ferrari que hayan sacado! Por tu blog me estoy dando cuenta, de como amenudo las películas y directores que más han innovado en el cine son los más olvidados y menos conocidos. ¿por que pasará esto? Me parece muy curiosa la idea de que una película no tenga ningún protagonista, no se me ocurre ninguna igual, me hago a la idea de que debe ser como un documental pero sin narrador ¿me equivoco?. En fín abrá que verla.

    ResponderEliminar