martes, 22 de mayo de 2012

Annie Hall (Woody Allen, 1977)


Lo primero que se me ocurre decir de Annie Hall (y me parece el mayor de los elogios) es que es una película divertidísima. Uno de los mejores ejemplos de humor inteligente de los que he disfrutado nunca.
            Probablemente la gran obra maestra de Woody Allen, y eso es muy significativo, tratándose de un cineasta que ha hecho tantas y, por lo general, tan buenas, creo que es de obligada revisión en las academias de cine. Allen demuestra ser un cineasta superdotado en todos los aspectos, como director y como guionista.
          Como director sus recursos son prácticamente infinitos, con una capacidad extraordinaria para romper las reglas a su antojo. Capaz de dotar a su criatura de un ritmo endiablado que no da tregua al espectador, puede hacer unas piruetas espacio- temporales que son auténticos fogonazos para el cerebro. Retrata un contexto familiar y social con apenas un plano y unas líneas de diálogo; alguien que utiliza el humor para decir cosas muy serias. Vuela por los aires todas las convenciones cinematográficas al dirigirse directamente al público, rompiendo las reglas de la ficción ¿Donde acaba el personaje y empieza el verdadero Allen? (Aunque probablemente sean lo mismo)… o cuando expresa con subtítulos lo que los personajes están pensando, que para nada se parece a lo que dicen.
      Como guionista es aún más extraordinario. Soy de la opinión que el gran punto fuerte de las películas de Allen son sus diálogos. Los personajes hablan como auténticas ametralladoras, saltan de un tema a otro como resortes. Cada frase daría que pensar para unos cuántos minutos si el autor no tuviera preparada otra para los siguientes cinco segundos y así sucesivamente. Es como si asistiéramos a la actuación de una monologista extraordinariamente brillante, que tiene la capacidad de hacernos reír y, simultáneamente, de congelarnos la sonrisa porque sabemos que lo que dice nos incumbe, a menudo más de lo que quisiéramos.
      Y es que incluso en las facultades de antropología y psicología esta película tiene cabida. Allen retrata como nadie al típico urbanita neurótico, inseguro, con una inteligencia abstracta inversamente proporcional a su inteligencia emocional, culturalmente anticultural, plagado de complejos (sobre todo, sexuales) dependiente, pero con miedo al compromiso… y con psicoanalista por supuesto. Está claro que se trata del propio Allen, y esta sinceridad tan brutal y esta capacidad de introspección le dan un valor documental absoluto. Todos nos sentiremos identificados de una manera u otra, si no en la personalidad, si en alguna situación: esas tan surrealistas en las que te planteas: “y yo, ¿que hago aquí?”
      A esto hay que añadirle que Allen es un actor divertidísimo y excepcional, de una naturalidad desarmante, y que Diane Keaton, maravillosa actriz, hace aquí el papel de su vida y es imposible que no te enamores de una manera u otra de ella, aunque en el universo de Allen, ligero a pesar de su inteligencia, más que de amor habría que hablar de relaciones.
       Una maravilla que nadie debe perderse. Tan buena como divertida. Probablemente la mejor comedia romántica que se ha hecho nunca, y que no por más imitada, se ha igualado. Una obra maestra absoluta. 

1 comentario:

  1. Alfinal has encontrado las palabras para escribir acerca de esta película, y además las adecuadas. Me ha gustado mucho tu crítica, como no... Y me ha resultado una película muy interesante, creo que después de leer tu crítica, si que me parece de obligada visión. Me parece normal que te sientas identificado con algunos aspectos ;), yo creo que este director es lo que busca, decir lo que se piensa y nadie dice. Tengo ganas de ver una buena peli de humor, las que se hacen habitualmente son facilonas y acaban aburriendo. En cuanto acabe los examenes la veré. La pongo la primera de mi lista. ;)

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