martes, 29 de mayo de 2012

Los olvidados (Luis Buñuel, 1951)

No decimos nada nuevo al afirmar que Luis Buñuel es uno de los grandes maestros de la historia del cine. Y, sin embargo, siempre tengo la sensación de quedarme corto. Cineasta prodigioso y gran intelectual, su obra es tan extensa y de tanta calidad que pocos directores se le pueden comparar. Desgraciadamente, para el gran público es un gran desconocido, incluso en España, su país natal. Casi todos han oído hablar de él y saben que es "muy bueno", pero pocos, fuera del ámbito muy cinéfilo, han visto sus películas. Y es una pena porque es un cine realmente universal, atractivo para todos, y que plantea profundas reflexiones sobre el hombre.
         Los olvidados es una película que pertenece a la llamada "etapa mejicana" del autor. En general, los críticos suelen valorar más las películas posteriores, las de la "etapa francesa", más experimentales e intelectuales. Yo, en cambio, siento debilidad por las películas que rodó en Méjico, por su carácter directo, rotundo y por la lucidez con las que plantea los problemas sociales.
       Hablando propiamente de este film, diremos que Los olvidados es una película demoledora, un auténtico puñetazo al estómago del espectador, un crudo retrato de la miseria en todas sus dimensiones, social, material y moral. Una especie de cuadro goyesco en movimiento en el que los personajes y el espectador quedan atrapados en una espiral de ira, avaricia y lujuria; en el que domina la fatalidad que, como una especie de tela de araña, envuelve y atrapa a los protagonistas, frustrando sus intentos de alcanzar algo de luz.
       Como en otras obras del mismo autor la variedad de personajes representa el arco de posibilidades del ser humano: la inocencia, el conocimiento, el esfuerzo, el odio... No obstante, en este retrato sombrío la oscuridad vence a la luz: hasta los personajes más bondadosos tienen impulsos homicidas, el amor maternal se cuestiona y los mejores seres humanos son los ilustrados movidos por buenas intenciones; lo que en el fondo viene a significar que de los hombres esto es lo máximo que podemos esperar... creer en el amor sería de ilusos.
       Pero la película no retrata sólo la miseria, sino que indaga en sus causas. Es entonces cuando el autor se pone de parte de los olvidados, y acusa a toda la sociedad al afirmar que es la marginación social y la pobreza la que engendra la violencia. Pues, si un niño se cría como un animal, ¿qué podemos esperar de él? Y no somos quién para condenarlo, ya que todos somos corresponsables de la injusticias. Los olvidados es el mayor alegato (y probablemente el primero) a favor de la protección de la infancia y de la educación que ha planteado el cine, por lo que no es casual que la UNESCO considerara a esta película de primer interés.
       Es lo que tienen los grandes artistas, que son inagotables y con ellos puedes discurrir sobre profundidades filosóficas que nos implican a todos... casi te permiten hacer una tesis doctoral.
      Y, ¿qué decir de Buñuel como director? Es tan bueno, que cualquier cosa se quedaría corta. No sé si una imagen puede valer más que una palabra... pero, ¿hay representación más concisa, directa y patética de la indefensión y de la miseria de un niño que un plano (ni siquiera secuencia) en la que mama de una burra?
      Nadie debe dejar de verla. Imprescindible desde cualquier ángulo.

2 comentarios:

  1. Me he quedado con la boca abierta. Gustarme es poco, no me quede corta al decir que tus críticas te hacen meterte de lleno en la película solo leyendolas. Me ha gustado esta crítica especialmente porque hay dos críticas, la de la película y la social. Y es que no puedo estar más de acuerdo contigo y con Buñuel, pués lo que forman a las personas es la educación, y en el mundo falta mucha. Tenemos la tendencia a culpar a los que no tienen culpa, los que no han podido tener la educación que deberían o se la han inculcado erroneamente. Si se dieran clases a muchos padres de como educar a un niño, se evitarían muchas cosas de las que pasan en este mundo. Y por último decir, que la educación debería de ser gratis, y al alcance todos los niños del mundo, aquí, en Guatemala y en Guatepeor. Un abrazo. Espero la siguiente. ;)

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    1. Muchas gracias de nuevo por tu comentario. Estoy de acuerdo contigo. La educación y la cultura son los mejores antídotos contra la marginación. Es la razón y el conocimiento lo que nos distingue de los animales y lo que permite que no nos dominen nuestros instintos. Hay muchos que prefieren pensar que el delincuente nace, como si fuera malo por naturaleza, así se libra de toda responsabilidad y se tranquiliza la conciencia. Pero esto no se sostiene, La relación entre marginalidad y delincuencia es evidente. No niego la responsabilidad individual, pues el ser humano es un ser moral, pero un niño no se cría en el vacío y lo que ellos vivan influirá poderosamente en su personalidad. Y hoy puede que tengamos menos perdón que en ninguna otra época de la historia, ya que no se cansan de decirnos que vivimos en la sociedad de la información. Pero si en un país se invierte en rescatar un banco mal gestionado más del doble de lo que se quita para hospitales y ecuelas, está claro que en nuestro mundo las prioridades no son las personas. A propósito ¿qué país era?

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