viernes, 4 de mayo de 2012

Gilda (Charles Vidor, 1946)

El cine de lo que se ha dado en llamar la época dorada de Hollywood tiene unas ciertas características que lo hacen reconocible. Por un lado, la historia no son su punto fuerte, aunque sí los diálogos, que son rápidos, ingeniosos, contundentes e irónicos. Con matices, los personajes son estereotipos, el tipo duro de corazón roto, la mujer fatal frágil, y de corazón roto también, el malvado manipulador, el policía pesado y los camareros filósofos. También es reconocible un cierto descrédito hacia la vida y los valores que normalmente la sacralizan: la honradez, el sacrificio, la generosidad, la fidelidad, el amor... es como si fuera una versión glamurosa, pija y edulcorada de la picaresca española. No obstante, la destrucción de los valores no es total, lo que hubiera sido insoportable para la audiencia de la época. Se necesitaron 30 años más para que el cine pudiera ser realmente nihilista.
         En definitiva, viendo la mayoría de estos clásicos uno tiene la sensación de estar viendo películas de alguna forma producidas en serie y con una receta fija. Evidentemente, esto se sigue haciendo hoy en día y con mucha peor calidad artística. Y es que si ahora la base son los efectos especiales y el ruido, antes lo eran los diálogos y los actores (o mejor dicho las estrellas), los que constituyen una base mucho más sólida. Se podría discutir mucho sobre la relación y la diferencia entre actor y estrella. Brevemente diremos que una estrella no tiene que ser un actor excepcional, pero si tiene que ser alguien con el suficiente magnetismo para llenar por completo la pantalla y hacer que te olvides del resto. Y evidentemente Ryta Hayworth era una estrella, como Glenn Ford era un excelente actor.
          Todo lo dicho es aplicable a Gilda. Es una película notable, pero no por ello deja de ser un divertimento, aunque evidentemente de calidad. Supongo que muchos mitómanos no estarán para nada de acuerdo conmigo, y no les niego la razón. Si les sirve de consuelo les diré que en ningún momento pude apartar la vista de Gilda (quiero decir, Rita Hayworth).

1 comentario:

  1. Después de ver esta película, tube una sensación parecida a la tuya. La historia es muy sencilla, y no me cuadraba mucho esa mania del cine de los 40 de decir que se odiaban cuando se veia claramente que era lo contrario. Pero como muy bien has dicho, lo que hacia grandes a estas películas más que la historia en sí, eran los grandes actores y estrellas que iluminaban la gran pantalla. ;)

    ResponderEliminar