jueves, 14 de febrero de 2013

Hitchcock (Sacha Gervasi, 2012)

Hitchcock ha sido para mí una de las agradables sorpresas de esta temporada. Sin apenas ruido y de una manera discretísima nos ha llegado esta película de Sacha Gervasi, lejos de la pompa que ha acompañado a otros filmes, y que me han resultado auténticos fiascos.
         Hitchcock tal vez no sea una obra maestra ni una gran película, ni falta que le hace... Es una película deliciosa, muy bien dirigida, escrita e interpretada, que me interesó de principio a fin y que en ningún momento me aburrió, lo que, visto como está el patio es más que suficiente. 
        La película se centra en el la concepción y rodaje de Psicosis. A primera vista, no resulta un argumento muy atractivo para el público en general, sino para cinéfilos impenitentes, e, incluso para éstos, con ciertas reservas. Pero Hitchcock no es, principalmente, una película sobre otra película, ni siquiera sobre un director. Es el retrato humanísimo de un individuo complejo y genial... una preciosa historia de amor sobre dos personas profundamente diferentes y que estan hechas la una para la otra, pese a los continuos conflictos y contradicciones.
        Para todo el que conozca y admire la obra de Alfred Hitchcock es evidente que tras ese talento cinematográfico único, se encontraba un ser humano atormentado y problemático, acomplejado por su físico y con evidentes conflictos de tipo sexual. La película nos acerca magistralmente a esta complicada personalidad. No conozco la vida del gran director británico, ni siquiera sabía que estuviera casado. Sin embargo todo lo que veo en la pantalla me parece creíble. Hitchcock logra lo que la inflada Lincoln continuamente pretende y no consigue: acercar y humanizar a una gran figura histórica, hasta tal punto que realmente se le coge cariño. Lo hace porque, al contrario que la película de Spielberg, no tiene reparo en mostras las debilidades y puntos oscuros del retratado. Muchas veces pienso que a la gente no se la ama a pesar de sus defectos, sino que se la ama en sus defectos, y es precisamente ese Hitchcock frágil, dependiente, infantil, acomplejado, comedor compulsivo y frustrado sexual... también el que se hace querer. A su lado siempre su grandísima mujer, fuerte, comprensiva, siempre apoyándolo en la  sombra...  el contrapunto necesario su desastroso y genial marido.
        Habría que ser una especialista en la biografía de Hitchcock para saber qué de lo que se cuenta es cierto y qué no. Pero, al ver la película no es necesario: todo huele la verdad, y, si bien no tenemos la certeza de que las cosas fueron exactamente así, si la tenemos de que no pudieron ser muy distintas.
        Es cierto que Hitchcock también es una película sobre el cine y sobre el arte. Sobre un director de renombre que arriesgó todo su presitigio en una película en la que nadie creía... un artista ya mayor y que en la cima de su carrera, cuando cualquier otro ya se hubiera acomodado,  se propuso hacer algo completamente distinto e inaudito, costase lo que costase. Ciertamente, esta película es un canto a la libertad de expresión y a la necesidad de ser uno mismo aunque se vaya contra el mundo. También es un homenaje a una gran película, que dignificó un género, y que es un clásico y un referente continuo... Sin embargo, Hitchcock es, al menos para mí, un maravilloso retrato de dos seres humanos que se querían de verdad pese a todas sus imperfecciones.
        Sería una pena que esta pequeña joya pasara desapercibida, o que sólo interesara a los cinéfilos: tiene mucho que decirnos a todos.  

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