En los países mediterráneos sentimos
una gran admiración e, incluso, una cierta envidia por los
desarrollados países del Norte como Alemania, Holanda, Austria,
Suecia, etc. Admiramos su estupendo nivel de vida, su magnífico
estado del bienestar, el mimo que sienten hacia la educación, la
ciencia y la cultura. Pero, como el dios romano Jano, me temo que todo
tiene una doble cara, y creo que la gran laca de estos estados es la
soledad y la incomunicación.
Silencio de Hielo es un maravilloso
título para una estupenda película, una más que muestra el
excelente estado de forma en que se se encuentra el cine alemán. Se
trata de un tristísima historia sobre un crimen, pero sería un
error calificarla como una película policiaca.
Silencio de hielo es una negra parábola sobre las funestas consecuencias de la soledad. Una
historia cuyos protagonistas son víctimas, de la culpa, la
incomunicación, la irreprabilidad de la peŕdida de un ser
querido.... personajes marcados, de una u otra manera, de por
vida. Una implacable radiografía de los demonios internos y su gran aliado: el
silencio, ya que sólo la comunicación, el sentirse querido y
comprendido logra excorcisarlos... pero ¡ay, la vergüenza nos
impide hacerlo!
Como toda buena película, Silencio de
Hielo bebe de buenas fuentes. De la obra maestra M toma la
continua amenaza que se cierne sobre los niños, la herida
profundísima y que nunca cicatriza que deja su falta, y la
imposibilidad de protegerlos. Como Fargo deconstruye el género
policiaco, mostrando agentes que por debilidad unos y por mediocridad
otros son incapaces de ir al fondo del caso. Y, al igual que Memories of
Murder, tiene ese ritmo lento, frustrante en el que la historia parece
no avanzar y girar una y otra vez sobre sobre el mismo eje. Y, como en
las tres citadas, su gran acierto es utilizar el crimen como un
motivo de reflexión sobre la condición humana, y no una mera excusa
para mantener en vilo al respetable.
Lo mismo que la fisiología debe
mucho a la patología, ya que muchas veces se ha comprendido el
funcionamiento del cuerpo sano por comparación con el enfermo...la
reflexión profunda y honesta sobre la mente crminal puede arrojar
luz sobre quienes somos, aunque puede que luz no sea la mejor
palabra. Evidentemente no somos lo que queremos... lo que deberíamos
ser, pero el reconocimiento de nuestra enfermedad es el primer paso
para curarnos. Si algo he aprendido de esta película es que debemos
aceptar nuestros demonios y también que debemos contárselo a los
otros. Aunque no nos entiendan, es mejor ser un incomprendido que un
solitario.
La película tiene muchas
más aristas, y perfectamente podría servir de base para un taller
de psicología. Todo ello sin dejar de ser una adictiva y angustiosa película
de intriga.
Una última reflexión como
decía anteriormente hay algo profundamente alemán en esta
historia. Una película redonda, buenísima y, además, accesible
para todo público. Decir que es recomendable es quedarse corto.
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