jueves, 31 de enero de 2013

La Jetée (Chris Marker, 1962)

La Jetée es una de esas obras que siempre es un placer descubrir para un amante del cine... Una de esas películas (si es que ése es el término adecuado) que apenas se conocen, y que al verla no se duda en poner entre las mejores y más hermosas que hemos podido ver, al mismo tiempo que la reconocemos como fuente de inspiración de otras mucho más conocidas.
          Incluso el propio concepto de película se aplica con dificultad a esta obra. De menos de 30 minutos de duración, técnicamente no es un largometraje, y sólo consta de una breve secuencia en la que las imágenes se muevan (que es el rasgo definitorio del cine). Esta obra, a grandes rasgos, consiste en una serie de fotografías que ilustran una narración... o, podría decirse mejor, en una serie de imágenes narradas y explicadas . El propio autor la define como fotonovela, pues en sentido estricto eso es lo que es: un cuento "imaginado" o unas imágenes "contadas".
       Es el cine en su máxima simplicidad. Haciendo bueno el dicho de que "menos es más", La Jetée logra alcanzar una belleza y una fuerza dramática que dejan atrás a la mayoría de películas convencionales. Cada imagen es, en sí misma, una obra de arte, de una expresividad y hermosura pictóricas, y de una capacidad sugestiva raramente alcanzada.
       La Jetée es un precioso y triste cuento sobre un mundo postnuclear (en el que la humanidad se ha convertido en algo residual, cuantitativa y cualitativamente) y sobre viajes en el tiempo, con la consiguiente paradoja que estos bucles generan. Sí... sé que este argumento os suena: es la base de conocidas películas como Terminator, 12 Monos y la reciente y estupenda Looper (a mi juicio su mejor discípula). Pero esta pequeña fotonovela supera con creces a todas sus seguidoras. Éstas son buenas (incluso muy buenas) películas... La Jetée es algo más: una extraña e hipnótica obra de arte. Un raro ejemplo de verdadera poesía en imágenes. 
      Decíamos que menos es más, y precisamente las limitaciones narrativas de La Jetée son su mejor baza. Al no poder permitirse narrar lo exterior, se centra en lo interior... Precisamente en ese peculiar existencialismo, los viajes en el tiempo alcanzan una profundidad y unas implicaciones filosóficas y psicológicas que en ninguna otra película se han logrado, a excepción de Solaris de Andrei Tarkovsky, probablemente la única película de ciencia ficción que se le pueda comparar.
         No os perdáis esta joya... y, desde luego, no os dejéis engañar por su diminuto y humilde envoltorio. Como se dice las mejores esencias vienen en frascos pequeños. No es una película fácil y es probable que en un principio os choque, pero a mi juicio supone una experiencia cinematográfica y narrativa única. Es auténtica poesía... verdadera metafísica. ¿Se puede decir algo mejor?
       

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