jueves, 10 de enero de 2013

Chopper (Andrew Dominik, 2000)

Una de las mayores y mejores revelaciones del cine del último decenio es, sin duda, el cine australiano. Además de una gran cantera de grandes intérpretes, sobre todo masculinos, este país se ha mostrado especialmente fértil en talentosos directores, como Bill Hillcoat, Andrew Dominik y, no nos olvidemos, Mel Gilbson. 
       Los cineastas australianos parecen especialmente dotados para el cine negro, o directamente violento. Alejados de los tópicos de Hollywood (en franca decadencia salvo notables decepciones) y del barroquismo del cine oriental, los autores de este país han optado por un cine duro, directo, en ocasiones incluso feísta y nada embellecedor de la violencia. Son películas no aptas para todos los estómagos y muy directas, de una gran violencia física que esconde una amarga reflexión sobre la naturaleza humana.
        Chopper es un magnífico ejemplo. Basada en una historia real, lo que la hace, si cabe, más increíble y surrealista, es una dura y violenta narración sobre la vida de un conocido criminal australiano convertido en estrella mediática y, más sorprendentemente aún, en escritor de éxito.
       Dominik opta por un estilo desnudo, directo, casi documental, bastante alejado de la estilización de sus obras posteriores, El Asesinato de Jesse James por el Cobarde Robert Ford (2007) Mátalos Suavamente (2012), aunque no exento de cierto lirismo. La decisión es irreprochable... La historia es tan surrealista y cautivadora que todo énfasis o adorno hubiera sido superfluo, ya que los hechos hablan por sí mismo. La única licencia que se permite el autor es cierto humor negro, pues es la única manera de que podamos digerir lo que se nos cuenta... o tal vez sea porque la naturaleza humana muchas veces en su degradación resulta absurda y ridícula.
        Una mención especial a ese grandísimo actor (en mi opinión subestimado que es Eric Bana). Compone, total desparpajo y naturalidad, un personaje tan amenazante como ridículo, demonio y bufón al mismo tiempo... tan implacable y fuerte como frágil
         Y una molesta reflexión... cuando nos reímos de él...¿no es él el que se ríe de nosotros?
           Una estupenda película  bien empaquetada en hora y media. ¿Alguien da más?     
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario