lunes, 4 de marzo de 2013

Joy Division (Grant Gee, 2012)

Ocurre, con especial frecuencia en los últimos años, que los documentales superan ampliamente en calidad e interés a las obras de ficción. No es descabellado decir que mientras que las películas convencionales están experimentando una clara decadencia, documentales están en una auténtica edad de oro. Han abandonado el formato meramente televisivo, para situarse, con toda justicia, como verdadero producto cinematográfico.
         Joy Division narra la historia del cuarteto británico del mismo nombre. Sin duda, uno de los grupos punteros del rock de finales de los setenta y principio de los ochenta. De ascendencia "punk", en seguida encontraron un sonido propio y único en la historia de la música, que, incluso hoy, resulta sorprendentemente contemporáneo. Su música oscura, triste, nihilista, industrial e intimista resulto ser el reverso existencial del "punk", Al contrario que los "Sex Pistols" no adoptaron la actitud de llenar el vacío interior con la destrucción de lo exterior... se limitaron a expresar con una fuerza única ese vacío en sus letras y, sobre todo, en su grandioso sonido.
       Joy Division (el documental) opta por un planteamiento sencillo. Alterna entrevistas con los miembros del grupo (todos excepto el malogrado Ian Curtis, muerto en 1980), sus productores, amigos o colaboradores... con imágenes de archivo inéditas. Sin embargo, esta estructura tan básica se muestra muy poderosa y convincente.
       Podría pensarse que una obra como ésta solo interesará a los amantes del rock. A pesar de que me incluyo entre éstos, creo que tiene mucho que decir al público en general. Es la crónica de una época en la que las injusticias sociales se combatían artísticamente, la reivindicación de una manera de hacer y entender la música que hoy no podemos ver sin nostalgia. Entonces, como hoy, el rock estaba absorbido por el mercado. Sin embargo todavía era posible encontrar auténticos artistas, para los cuales expresarse a través de la música les era tan necesario como respirar... Hoy parece que el mercado lo ha absorbido todo, y tenemos que conformarnos con tomaduras de pelo del tipo "Operación Triunfo" o el "Gangang Style" (o cómo se diga), y lo peor es que nos lo quieren hacer pasar por música.
          Sin embargo lo que más me gustó del documental es su faceta humana... el retrato del genial, complejo y atormentado Ian Curtis. Él es el continuo ausente cuya presencia llena todo el film. Gee y el guionista John Savage retratan con una delicadeza exquisita al desgraciado músico... Una persona sensible, inteligente y profunda que no supo detener su proceso autodestructivo... "El médico le dijo que tenía que dejar de beber, dormir y descansar, huir de los focos del escenario... ¿Cómo haces eso cuando eres una estrella del rock?" "En sus letras avisaba de lo que iba a hacer, pero entonces creímos que sólo se trataba de arte". "Estoy enfadado con él porque le habríamos ayudado, también con nosotros por no haberle ayudado". Esta última frase, de un miembro del grupo, esconde un mensaje demoledor.... la de un joven profundamente solo e incomprendido salvo tener el mundo a sus pies, y la de sus amigos y compañeros, también muy jóvenes, que deslumbrados por éxito no se dan cuenta o no quieren darse cuenta del infierno que atraviesa su amigo.
            ¿Que queréis que os diga? En este documental hay más humanismo que el cualquier tragedia griega. Una vez más la realidad supera la ficción.

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