sábado, 5 de mayo de 2012

Por un puñado de dolares (Sergio Leone, 1964)

No es exagerado decir que el gran Clint Eastwood tuvo que emigrar para triunfar. Sin interpretar papeles de relevancia en su país, lo contrataron en una revisión muy particular del western de producción  italo-española, que despectivamente se llamo "spaghetti western". Aunque se trate de un género execrable, que dio lugar a películas malas de solemnidad, la trilogía fundacional: Por un puñado de dolares, La muerte tenía un precio y El bueno, el feo y el malo, son verdaderas obras maestras, y películas que han superado lo meramente cinematográfico para convertirse en verdaderos iconos de la cultura popular.
          La primera de ellas ya marca distancias con el western norteamericano clásico. El ambiente es mucho más sucio y violento, apenas hay rastro de heroísmo, sino que sus personajes se mueven por su propio interés, y los rasgos estilísticos que hacen del cine de Leone algo único e irrepetible ya están ahí, aunque probablemente en las siguientes películas dicho estilo se acentúe.
        No estoy en condiciones de comparar cabalmente Por un puñado de dolares con sus dos sucesoras. Sin embargo, siento por ella una debilidad especial. Es la más sencilla en su historia y en su estilo. Introduce al hombre sin pasado como héroe. Alguien del que no sabremos nada, salvo pequeñas pinceladas que más que informar desconciertan, y que se caracteriza por su amoralidad, aunque sea capaz de actos virtuosos, más por recuerdo de lo que una vez fue que por quién realmente es. Habla poco y dispara mucho y su manejo del revolver es casi sobrenatural.
       La trama está inspirada en una película del gran Kurosawa, en la que nuestro protagonista sirve simultáneamente a dos bandas rivales, sembrando la confusión y la cizaña entre ellas y beneficiándose de la situación. Una historia tan efectiva como sencilla.
       Pero si algo que defina a esta película es el peculiar estilo de Leone, que difiere completamente del western clásico. Gusta de los primeros planos y del montaje vertiginoso. A menudo percibimos lo narrado a través de las miradas de los protagonistas. Donde el estilo llega a su cénit es en los duelos, verdadera marca de la casa. Son coreografías de movimientos lentos, rostros y ojos que se cruzan y retan, y que por un momento se detienen ingrávidamente, para resolverse vertiginosamente, como un acto ya consumado. Nadie ha rodado jamás duelos semejantes sin caer en el ridículo o la parodia.
      Por la tanto, la historia, los personajes y sobre todo, el modo en que se cuentan, dotan a la obra de un cierto carácter irreal y casi mítico.
      Depreciada en su época, Por un puñado de dolares y sus sucesoras ocupan hoy el lugar que les corresponde: entre las obras maestras que marcaron época.
      No me olvido de la música de Ennio Morricone, ingrediente fundamental del cocktail, que sustituye la épica por la ironía y que con su inmenso talento ha creado una obra que trasciende lo cinematográfico para convertirse en patrimonio de la humanidad

1 comentario:

  1. Estas películas son las únicas del western que me gustan, aunque sean del spaguetti western... Las demás siempre me han parecido aburridas, y por algo tiene que ser que no me canso de verlas, y eso que en mi caso particular, en mi casa se ven las películas hasta que te sabes los dialogos de cabo a rabo! Creo que has captado muy bien la esencia de estas pelis. Y particularmente a mi también me encantan los primeros planos de los ojos en los duelos, la mayoria de ellos azules profundos, que te sumergen en el momento.

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