jueves, 24 de mayo de 2012

Obake (Mismo título, 2012)

Uno de los fenómenos más curiosos del rock actual es la importancia que han cobrado las bandas de metal, especialmente las del llamado "doom metal", un subgénero que busca la contundencia en los ritmos lentos e implacables, similares a una colada de lava que avanza despacio e inexorable. Es como si con ello quisieran mostrar el aciago carácter del destino. Refuerzan está sensación con unas voces que no cantan sino gruñen y con una instrumentación en la que dominan los tonos bajos. 
           Un género tan peculiar evidentemente no es muy vendible, y su base es una audiencia fiel y a la que no la asustan los retos. Es posible que este colchón de seguridad haya favorecido la proliferación de grupos sin miedo a innovar y liberados de la esclavitud de los mercados, lo que ha permitido una auténtica eclosión de talento. No es exagerado decir que casi la mitad del rock de calidad de hoy en día pertenece al "doom metal". Claro que no todo dentro de este género es oro, y hay muchos que con la excusa de hacer este tipo de música se limitan a gritar y a hacer ruido sin sentido alguno. Pero no es el caso de Obake ("fantasma" en japonés). Si algo caracteriza a esta banda es la elegancia y el buen gusto. Hacen una música de auténtica calidad. Incluso considerarlos un grupo de "doom" sería una simplificación, pues como veremos sus intereses y capacidades van mucho más allá, lo que impide encasillarlos. Lo más sorprendente es que se trata de un álbum de debut y en él la banda muestra una personalidad, seguridad, dominio técnico y talento sorprendentes.
            Human genome project comienza con un riff demoledor, acompañado de una guitarra disonante, entra en una espiral descendente para luego subir... se detiene, prácticamente quedando en un susurro y retoma el tema principal, terminando en una verdadera apoteosis. Dog star ritual es una pieza casi religiosa, que parece entonada por un coro de monjes malditos con un gutural y pagano maestro de ceremonias, y que intercala en sus contundente estructura, momentos de una belleza mística. The end of it all comienza con un sentido lamento oriental, respondido por unos magníficos bajos y percusión que se desarrollan lentamente, hasta terminar en una cacofonía de furia y ruido. Szechenyi es una pieza puramente instrumental, conducida por una delicada guitarra que puede considerarse un ejemplo de "free jazz", aunque las ocasionales tormentas eléctricas y la percusión tribal nos recuerden que estamos oyendo un disco de Obake. La fantasmal y etérea Letters to ghosts ahonda en la vertiente jazzística de la banda, pero ahora se trata de un jazz suave y elegante: los salvajes cruzados del ruido se han transformado en una agradable orquesta. Como si tras dos excursiones estilísticas, los Obake quisieran reivindicarse no propone Ponerology, la composición más "doom" del album, con su cadencia lenta e implacable que suena a destino y maldición, las voces guturales vuelven con fiereza redoblada y el ruido vuelve a hacerse el dueño de la función. The omega point probablemente sea la pista más emblemática del album, y la que mejor da la medida del talento compositivo de la banad. De libérrima estructura esta pequeña joya tiene influencias de la psicodelia y del post-rock, y deja bien claro que estamos ante un grupo sin miedo a innovar. El poderío metálico vuelve con Destruccion of the tower, una obsesiva pista en la que destacan sus distorsiones y sus coros paganos. El tono vuelve a cambiar en Endocrine pineal gland, una hermosa, delicada y cristalina composición instrumental, de carácter mistico-religioso, que muy bien podrían haber firmado Hash jar tempo o Dirty three. Lo imprevisible vuelve con Grandmother spider, a ratos jazz casi improvisado, a ratos música étnica, siempre sobre un amenazante estrato eléctrico, que viene a mostrar de nuevo que los intereses y las capacidades de Obake van mucho más allá de las de la típica banda de "metal".
         Que no os asuste la etiqueta de "doom metal". Es música de primera que puede gustar a todos.

3 comentarios:

  1. Tan esperada como agradecida es esta crítica musical, que no baja el nivel del blog. Es una auténtica gozada leer tus críticas musicales. Se nota que estan muy trabajadas. El doom metal es un género que si he escuchado... ha sido de pasada y casualidad. Pero tras leer esto, tengo muchísima curiosidad por oir como suena. Porque ahora me pregunto, ¿como suena una canción entonada por un coro de monjes malditos con un gutural y maldito maestro de ceremonias?, y de verdad quiero saberlo.

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  2. Bueno tras escuchar el disco de Obake, ya puedo decir que se como suena una canción entonada por un coro de monjes malditos con un gutural y maldito maestro de ceremonias, y tengo que decir que me encantó, muchas de las canciones te hacen trasladarte a un ambiente que bién podría ser de cualquier película de terror o suspense. Es un disco de grandes cambios, nada tiene que ver con los discos a los que estoy acostumbrada, en los que la mayoría de canciones se parecen. En este caso nisiquiera el principio de la canción tiene nada que ver con como acaba, pasa por 20 estados, cambia constantemente, lo que hace que estes enganchado y no resulte repetitiba. Has dado en el clavo, con esta crítica, a ver si la próxima la clavas también. ;)

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    1. Me alegro muchísimo de que estes de acuerdo conmigo. Ya te he dicho que siempre que hago una crítica musical, lo hago con algo de miedo. Tu apoyo es muy importante. De veras que muchas gracias.

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