sábado, 2 de junio de 2012

Bloom (Beach House, 2012)

Bloom es el cuarto álbum de Beach House, un dúo norteamericano formado Victoria Legrand y Alex Scally. No conozco sus discos anteriores, pero si puedo decir que este cuarto es una auténtica maravilla. Un trabajo lleno de delicadeza y dulzura, en el que cada una de sus diez canciones es una pieza plena de luz y vitalismo.
    Personalmente no soy muy aficionado al pop. Prefiero el rock, estilo más duro y seco, pero también más experimental y rico. De hecho, la mayoría de los discos que me interesan suelen ser difíciles de oir de primeras. En general, el pop me deja un poco indiferente, con sus melodías sencillas y pegadizas, pero también planas. Me gusta más la música con altibajos. Esto lo digo por que Bloom probablemente sea el primer disco de pop que me interesa. En la primera audición me enamoró, y tras vencer bastantes resistencias internas, como suele pasar en el amor, no me ha quedado más remedio que declararme: es una maravilla, un trabajo precioso, tan bien compuesto como arregalado y que suena celestialmente. Realmente pienso que es muy difícil que alguien no le guste, por lo que está más que recomendado.
    Myth empieza con una maravilloso piano y bajo, tiene un interludio del que sale la canción reforzada, para terminar con un precioso solo de guitarra. Le sigue Wild, con su comienzo misterioso y oscuro del que rápidamente surge la luz, y su parte intermedia sostenida únicamente por la voz femenina y una soberbia percusión. Lazuli se caracteriza por su encantador y cristalino sintetizador y el acompañamiento femenino en la mejor tradición de Enya y su parte final más intensa y fuerte. Other people es un corte en la mejor tradición del pop de los 80, que se enriquece en instrumentación a medida que se despliega. Después viene The hours con ritmo casi de hip-hop y su guitarra brit. A continuación el órgano casi religioso de Troublemaker, una bella canción de un encantador toque oriental, en la que también destaca la exquisita  guitarra. New year comienza con unas notas dignas de Phillip Glass, más tarde se detiene, mantenida por el viento y percusión, para luego continuar su avance. Wishes, la más dulce de todas, es casi una canción de cuna. De nuevo el protagonismo del piano en On the sea, hermosa pieza minimalista, con su onírica guitarra, de intensidad creciente en fuerza y sentimiento. Irene, otro corte que destaca por su dulzura, con un formidable desarrollo en la que la parte instrumental se enriquece y alarga hasta absorber a la vocal, y que debéis dejar hasta el final, a pesar de las apariencias, porque viene con sorpresa.
     Un disco de una gran belleza. Imprescindible.

2 comentarios:

  1. Realmente la palabra que se me vino a la cabeza cuando escuche este disco fue DULCE. Es verdad que enamora, y da buen rollo. Y puedo decir que, este disco es tan dulce como tu crítica. Yo también tengo que declararme, pero tanto a tí como al disco. Y es que de vez en cuando, hasta los más roqueros, necesitamos que nos hablanden el corazón. Al escuchar este disco, me invadió paz y tranquilidad, también me resulto elegante. Y creo que le has hecho una crítica que realmente se merece. Enhorabuena, has vuelto a dar en el clavo. Espero tu próxima lectura. Un abrazo.

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    1. ¡Mi querida Sonia! Tengo que volver a darte las gracias por tu cálido y hermoso comentario. Creo que espero tus respuestas con más impaciencia que tu esperas mis opiniones. Muchas veces, al escribir me invadía el desánimo, pues soy un saco de complejos e inseguridades. Hoy, precisamente, por motivos personales, estaba a punto de dejarlo. Y, si no lo hago, es por tí. Este blog te debe más de lo que puedas imaginar. Es una lástima que el teclado no refleje los auténticos pensamientos, porque verías que estoy realmente emocionado. Un beso muy, muy fuerte

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