martes, 28 de agosto de 2012

Yojimbo (Akira Kurosawa, 1961)

Yojimbo (guardaespladas) supuso, un viaje de ida y vuelta en la historia del cine. Del lejano oeste al lejano este, y de vuelta al oeste. Influido por el "western" americano, Akira Kurosawa decidió rodar su propia "eastern", protagonizado por un inolvidable Toshiro Mifune, en el papel de un "ronin" (samurai errante y sin señor) anónimo y muy peculiar.
        A diferencia de las películas del oeste, el protagonista parece incómodo en su papel de héroe y continuamente se esfuerza por no parecerlo. Desarraigado y descreído, hace como que nada le importa y se esconde tras una máscara de cinismo. Probablemente este "ronin" haya sido el primer gran antihéroe de la historia del cine.
      Otra gran diferencia con el cine norteamericano es la gran sobriedad de la puesta en escena de Kurosawa. No se deleita en los grandes paisajes ni en las bellas estampas, ni siquiera ofrece al espectador la posibilidad de disfrutar del color. Al modo zen, Kurosawa deja de lado todo lo que pueda distraer de la narración o embellecerla. Esta desnudez casi absoluta es una de las señas del cine del gran maestro japonés y esta película no es una excepción.
      En lugar de ello, Kurosawa dedica todo su talento a la construcción de la trama y de los personajes. Como dijimos a propósito de su continuadora, Sanjuro, Kurosawa hace una radiografía de las grandes pasiones humanas: la codicia, el poder, la cobardía, el valor, el honor, la amistad y el amor, y, de un modo especial, la violencia. Estos son los aspectos que interesan al gran director, y sobre los que diserta en profundidad.
     Viendo las batallas de Yojimbo parece que los personaje actúan más por miedo o cobardía que por convicción o valor. No recuerdo ningún otro director que haya ridiculizado tan inteligentemente la violencia.
     Pero que nadie se engañe, a pesar de su profundidad, Yojimbo es una de las mejores películas de aventuras y más entretenidas jamás filmadas, que además hace gala de un gran y profundo sentido del humor. El mayor centro de interés es su protagonista, un personaje único e irrepetible, que en algunos rasgos me recuerda a nuestro Quijote.
     Un par de apuntes. Al principio dije que esta película supuso un viaje de ida y vuelta en la historia del cine. Y es que todo lo que tomó Kurosawa volvió al oeste de la mano de Sergio Leone. El argumento de Por un puñado de dólares está calcado del de Yojimbo. Lo imperdonable es que el director italiano nunca lo reconoció. Kurosawa se inspiró en el western y como consecuencia cambió el género para siempre. El relato dominante pasaría de ser heróico a antiheróico. Sin embargo la gran diferencia entre la película de Leone (pese al plagio, una obra maestra), y de todas sus herederas, directas o indirectas, y de la Kurosawa, es que las primeras son convencidamente amorales y mucho más violentas y efectistas que la original. Estos serán rasgos definitorios del neo-western.
    Por otro lado, la semana pasada comenté la secuela de Yojimbo, Sanjuro. Lo lógico hubiera sido lo contrario, pero es así como han salido las cosas. Me es imposible decidirme por una. La primera tiene más aventuras, es más divertida, pasan más cosas,... pero Sanjuro profundiza mucho más en los personajes y en sus motivaciones, y perfila mucho mejor a su protagonista. Justo lo que hizo Cervantes en la segunda parte del Quijote. Lo que se pierde en novedad se gana en intensidad. Otra prueba más de la genialidad de Kurosawa.
    Una película imprescindible de ver por muchos motivos. Inolvidable.

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