jueves, 23 de agosto de 2012

Tsubaki Sanjuro (Akira Kurosawa, 1962)

Probablemente Tsubaki Sanjuro (algo así como "camelia de treinta años") no sea una de las películas más populares de Akira Kurosawa. Es posible que ni siquiera se encuentre entre las grandes obras del gran maestro japonés. No importa. Incluso las películas menores de Kurosawa encierran mucho más cine que cualquier película media que podamos ver, por muy exitosa o prestigiosa que sea.
        La película se concibió originariamente como una fiel adaptación de la historia corta de Shugoro Yamamoto Días pacíficos. Sin embargo, debido al gran éxito de Yojimbo, Kurosawa decidió rehacer la historia adaptada al excéntrico y carismático protagonista de esta, inolvidablemente interpretado por el gran Toshiro Mifune, por lo que el resultado final fue completamente diferente al inicialmente pensado.
        Y en efecto, la gran baza de la película es su incomparable personaje principal... ese samurai sin nombre, desaliñado, caótico, borrachín y esquivo, que desafía todas las convenciones sociales, pero que oculta un corazón de oro y una inteligencia preclara, que pone orden y concierto en ambientes donde sólo reina el caos y la violencia.
     Tsubaki Sanjuro es una película profundamente moral, como lo es todo el cine de Kurosawa. Cada día estoy más convencido de que Kurosawa es, por sus intereses, el Shakespeare del cine. Ningún otro cineasta ha profundizado tanto en aspectos de la naturaleza humana tales como el honor, la codicia, el poder, la venganza, la traición, el valor o la violencia. Esa es una de las razones de que su cine sea tan popular. Al contrario que el cine de otras grandes maestros (Bergman, Tarkovsky, Dreyer...), de personajes más reflexivos, los del maestro japonés son personajes de acción, pero no es una acción ciega y que sólo busque el entretenimiento del espectador... en los actos de los personajes de Kurosawa se manifiestan profundas reflexiones sobre el hombre.
    Sin duda, las dos grandes enseñanzas de la película son la primacía de la inteligencia sobre la fuerza bruta, y la inutilidad de la violencia. Y Kurosawa trasmite estas enseñanzas con la misma facilidad y naturalidad que respirara.
   Puede que una obra "menor" de Kurosawa, pero sin duda una gran película. Basta una secuencia para ver la diferencia entre un buen director y un gran cineasta. Los duelos de Leone son artificiosos, barrocos... el estilo distrae del contenido. Los duelos en Kurosawa son directos, casi irreales... un visto y no visto. No hay un ejercicio de embellecimiento. Con ellos te das cuenta de la fragilidad de la vida humana y de la irreparable pérdida que supone la muerte de un hombre. El estilo queda absorbido por el contenido. Es la diferencia que va del hablar al decir. En Kurosawa cualquier detalle encierra un profundo significado.
    Una película inolvidable.

1 comentario:

  1. No conocia a Kurosawa hasta que comencé a leer este blog. Pero solo por la forma de la que hablas de él, me parece muy interesante y sé que merece la pena. Sigo pensando que tus críticas parecen más poemas que críticas, y que ese es tu toque especial. Tu forma de hablar de los directores y actores y describir las películas es sublime. Gracias por seguir ahí. Un abrazo Chejofan. ;)

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