viernes, 3 de agosto de 2012

El pueblo de los malditos (Wolf Rilla, 1960)

Cometeríamos un gran error si nos dispusiéramos a ver esta película las mismas expectativas que tenemos al ver una película de terror al uso. El cine de terror ha sufrido tal degradación en las últimas décadas que ya prácticamente nada nos provoca miedo, si no se trata de toneladas de vísceras y litros de hemoglobina (¿pero esto es miedo o asco?... tengo mis dudas). Y, sin embargo, el terror no es eso. Tiene más que ver con la incertidumbre, el miedo a lo desconocido o la impotencia para hacer frente a una amenaza, más terrible mientras más sutil es.
      Si olvidamos todos lo malos hábitos que el cine de terror nos has inculcado en los últimos años (gritos, ganas de vomitar, pesadillas, etc.), creo que estaremos en disposición de, realmente, disfrutar de las antiguas películas de terror, que se dirigían mucho más al cerebro que a los intestinos.
     El pueblo de los malditos tiene uno de los arranques más memorables de la historia del cine. En un pequeño y tranquilo pueblecito inglés, de repente, todo el mundo se queda misteriosa y profundamente dormido. Al cabo de unas horas despiertan y aparentemente no ha pasado nada grave, pese a lo inexplicable del hecho. Inmediatamente después, se observa que todas las mujeres fértiles del pueblo se han quedado embarazadas. Sus hijos se desarrollan de manera increíblemente rápida. Todos tienen unos rasgos similares, destacando su pelo blanco y sus extraños ojos. Poseen una inteligencia asombrosa, que parecen compartir, como si fueran un único organismo. Y, sobre todo, son totalmente amorales y tienen la capacidad de controlar los pensamientos y los actos de los demás.
      Con un argumento tan interesante, lo único necesario era un director que le diera vida a la historia de manera adecuada. Y Rilla lo hace extraordinariamente bien. Con un ritmo pausado e implacable muestra como la amenaza va aumentando conforme pasa el tiempo. Su magnífica puesta en escena hace que las palabras a menudo sobren, y que nos veamos completamente envueltos por la historia. En este sentido, la secuencia inicial, la de "el pueblo dormido", es ejemplar. No se puede narrar mejor la situación.
      Típica hija de su época, El pueblo de los malditos refleja mucho de los miedos del mundo de la "Guerra Fría": la amenaza de la aniquilación total, el enfrentarse a un enemigo aparentemente invencible, y la complicidad de la ciencia en la destrucción humana con la escusa de la búsqueda del conocimiento y del control de lo incontrolable.
    El pueblo de los malditos es una maravillosa película de terror, muy diferente, e infinitamente superior, a lo que se estila hoy. Un terror que, sobre todo, hace pensar, y que se dirige a la inteligencia y a la conciencia del espectador... que nos enseña, cómo, con sutileza e ingenio, se pueden lograr escenas estremecedoras sin que se vea una sola víscera o gota de sangre.
     Desde luego recomiendo ver esta pequeña joya, de poco más de una hora, a todos. Sería muy interesante compararla con la revisión que John Carpenter hizo de ella en 1995, y que no recibió buenas críticas, lo cual no me extraña pues el norteamericano siempre ha sido un director incomprendido.
    Muy recomendable.

1 comentario:

  1. Bueno, no podría estar más de acuerdo contigo. He empezado leyendo tu crítica y pensando que lo que estaba leyendo es justo lo que yo he dicho muchas veces a mis amigos. Siempre me ha parecido lo mismo que a tí el cine de terror... (yo diría más el de los 80,90) era sobretodo sangre y vísceras. Yo creo que ahora, si se ha puesto de moda más el terror a lo desconocido y espíritus. Si hay películas que son de sangre y vísceras actualmente, suelen ser más tipo gore. Pero tienes razón, las películas de terror de antés, son mucho más buenas que las de ahora. Me ha encantado tu crítica Chejofan, siempre he querido ver el pueblo de los malditos, y después de leer este blog, estoy segura de que la veré más pronto que tarde. Un abrazo. ;)

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