martes, 17 de julio de 2012

Elefante blanco (Pablo Trapero, 2012)

Elefante blanco es el nombre con el que se conoce un gigantesco hospital a medio construir en Buenos Aires: estaba destinado a ser el más grande de Latinoamérica, pero debido a la dejadez de las autoridades se ha quedado a medio hacer. El projecto ha sido retomado por los sucesivos gobiernos, pero ninguno se ha interesado realmente por terminar el edificio. Así, ese edificio puede servir perfectamente como metáfora de los proyectos inacabados. Alrededor de semejante mastodonte ha crecido una "villa", o barrio marginal, donde vive gente humilde, azotada por la delincuencia, la droga (especialmente el crack), y sobre todo, la dejadez de las autoridades civiles y religiosas.
     El film está inspirado en la labor de una serie de sacerdotes, que junto con los vecinos de la "villa", están luchando por dignificarla, proporcionarle los servicios básicos y librarla de las garras de la delincuencia y de las drogas.
    La película esta contada con fuerza y convicción, y todo en ella huele a realismo. Se centra especialmente en la psique de los sacerdotes que trabajan en la villa; en sus esfuerzos, desvelos y escasas recompensas; en sus demonios internos y dudas de fe. El ambiente en el que trabajan está narrado sin concesiones. La marginalidad se representa en toda su crudeza, y muchos de sus personajes son desgraciados que no han cometido otra falta que nacer en el lugar equivocado, siendo condenados a no tener horizonte ni derecho a aspirar a una vida mejor. 
   Dirigida con brío, el retrato del laberinto donde se desenvuelve la vida de sus habitantes es realmente dantesco. Y la sensación que más se experimenta viendo la película es la de frustración: frustración al comprobar como las autoridades no hacen nada por arreglar la situación y dar a esas personas unas condiciones de vida mínimamente dignas, y que el trabajo de los que intentan salvar el barrio se estrella una y otra vez en el muro del oportunismo, la desidia y la hipocresía.
    Es una buena película, convincente y bien narrada, que refleja una realidad que no conocíamos la mayoría (al menos yo no tenía la menor idea). Sin embargo, se me ocurre una reflexión. Unos de los dichos más conocidos, y probablemente más certeros es "la realidad supera la ficción". Leyendo en el periódico una entrevista a dos de los sacerdotes que trabajan junto a la comunidad de la villa, creí ver que la percepción que ellos tienen bastante distinta de la que trasmite la película. 
    Para empezar, en ellos se descubre una paz que en los personajes de ficción no se encuentran.  A pesar de su perfecta lucidez sobre el tema, se muestran optimistas y esperanzados. Supongo que tendrán sus crisis y frustraciones, pero no parece que sean lo determinante en sus vidas. Tampoco se perciben a sí mismos como héroes solitarios que luchan contra los poderes establecidos, sino que se sienten parte de la comunidad a la que sirven, y afirman que son meros colaboradores de sus vecinos, que son los verdaderos promotores del cambio. Hubo una afirmación que se me quedó grabada "Buenos Aires le debe mucho a la villa, pero también es cierto que la villa tiene mucho que ofrecerle a Buenos Aires. Aquí hay una solidaridad entre los vecinos que no se da en ninguna otra parte".
    Estás cosas me hicieron pensar. ¿Por qué nos resulta más fácil ver el lado malo de las cosas que su lado es bueno? ¿Por qué para denunciar una situación injusta adoptamos una posición casi nihilista? Probablemente resulte contraproducente, porque si nada podemos esperar, ¿para que luchar? ¿Es que no podemos reflejar la humanidad de los sacerdotes sin dudar de su vocación? Son hombres, sí, eso nadie lo duda, pero tienen algo distinto que les permite ver luz, cuando los demás sólo vemos oscuridad: la confianza en que el bien y la verdad tienen la última palabra. Sería mejor para todos que aceptáramos esto. Así, nosotros, pobres criaturas, asustadas y egoístas, puede que nos hiciéramos a su imagen y semejanza; en lugar de lo que habitualmente hacen los guionistas, que es reducirlos a la nuestra. 
     Tal vez es porque en el fondo no saben de lo que están hablando: una cosa es penetrar en los vericuetos socio-económicos, y otra penetrar en el corazón de Dios y en el de la gente que se ha dejado tocar por Él.

2 comentarios:

  1. Me ha encantado tu crítica Chejofan. La película me gustó mucho, es bonita a la vez que sufrida. Agobía ver como viven estas personas, lo injusta que puede llegar a ser la vida con las personas que no eligen nacer en ese lugar y lo injusta que es con las personas que deciden ir a ayudar a esas personas. Lo poco agradecido que puede ser en algunos casos el ser solidario. Pero como dices, siempre hay gente desinteresada, que no actua por el agradecimiento, y que ve como algo positivo el menor cambio. Esas son las personas que realmente merece la pena tomar como referente. Por que alfinal una persona que necesita a otra, necesita a alguién con positividad y ganas de hechar una mano, sin necesidad ni de dar las gracias. Quizás esas personas sean los sacerdotes como tú dices, no lo sé, no conozco muchos, pero de corazón espero que sean la mayoría de los misioneros sean sacerdotes o no. Me ha encantado tu crítica al igual que la película. Es muy digna de tu blog. Un abrazo Chejofan.

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    1. Estoy de acuerdo en que la película es muy buena. El pero que le hago es que peca de pesimista. O tal vez sea yo el que peca de optimista.
      Me llamó mucho la atención el tono de los sacerdotes reales, comparado con el de los ficticios, mucho más atormentados estos últimos. Lo que quería decir es que creo que realmente no llegamos a entrar en el alma de esta gente tan excepcional, no por si misma, sino porque su fe les hace mover montañas. Las montañas del desánimo, del desaliento, de la frustración, de la impaciencia... Creo que son pocas las películas que han penetrado de veras en las personas que realmente están imbuidas por Dios. La última que recuerdo es "De dioses y hombres". Y lo curioso es que a más fe tenían los protagonistas, más humanos resultaban.
      Aparte de esto, "Elefante blanco" es una muy buena película.

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