lunes, 23 de julio de 2012

The slaves (Spirits of the sun, 2012)

The slaves son un dúo de Oregon, que hacen una música envolvente y de carácter religioso en incluso litúrgico. Combinan la delicadeza y la belleza vocal con la densidad, la riqueza y la fuerza de su sintetizador y de su guitarra distorsionada. Spirits of the sun es su primer LP. Un trabajo maravilloso y que realmente merece la pena oir.
       111 comienza con un triste y nostálgica música que recuerda a un coro medieval, que acaricia delicadamente los oídos. De fondo, empieza a oírse un sonido amenazante y más oscuro, que progresivamente va desplazando el primer motivo. Entonces la canción original se repite, pero tocada de manera muy distorsionada. Termina en medio del ruido.
      River empieza con un elegíaco tarareo, que va ganando intensidad gracias a la entrada del sintetizador y de la guitarra eléctrica. Una voz angelical surge y entona una maravillosa melodía, que después se ve reforzada por unos cristalinos instrumentos. Su motivo se repite una y otra vez con sus subyugadora belleza. Se desvanece lenta y elegantemente hasta desaparecer.
      The field, es más oscura, al menos al empezar: el motivo melódico principal está compuesto por cuatro notas, sobre el que se desarrollan otras melodías más claras y optimistas, tocadas con un timbre más alto. El desarrollo de la pista depende en gran medida de las distorsiones de fondo, que se van intensificando, y de nuevos instrumentos que se suman a las variaciones melódicas. Consigue en el oyente un verdadero efecto hipnótico.
      Born into light empieza con unos preciosos coros de estilo medieval, que despiertan un sentimiento místico. Se van embelleciendo con las limpias y transparentes aportaciones del sintetizador. Cuándo éste se hace más fuerte, la pieza gana en fuerza, convicción y altura espiritual. Nos sentimos entonces como Ícaro, volando cada vez más cerca del Sol. Y es que las canción tiene un desarrollo espiral, con la repetición del mismo motivo, cada vez de forma más convencida y rica, como acercándose a su centro. Los coros han pasado a ocupar un lugar secundario y ahora los protagonistas son los sonidos cósmicos. Al final, todo se detiene, y se oye una una guitarra distorsionada, con la que todo termina.

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