miércoles, 11 de julio de 2012

Dead magick, part I (Dead skeletons, 2011)

Si me permitís decirlo Dios bendiga a los Dead skeletons. Estos maravillosos islandeses locos han debutado con un doble álbum magnífico. Tal vez no sea el mejor disco de 2011, pero tampoco es necesario. Mientras que la nueva música se caracteriza por unos desarrollos complejos y laberínticos con trabajados arreglos y abundantes distorsiones y giros, que hacen imposible predecir cómo se va a desplegar la pista, Dead skeletons supone regresar a años más sencillos y felices. Sin dejar de ser complejas y vanguardistas, sus pistas suponen una vuelta a los orígenes del rock: ritmos más sencillos y pegadizos, mayor importancia del impacto y del colorido sonoro, y no tanto de la complejidad estructural: son composiciones que te conquistan a la primera.  Y que nadie piense que son un ejercicio retro. Estos chicos miran tanto al futuro como al pasado. Creo que si oyéramos el disco sin ninguna referencia temporal, nos resultaría muy difícil situarlo en época alguna.
    A pesar de su nombre, y de que son nórdicos, su estilo no tiene que ver con ninguno de los numerosos subgéneros del metal. La verdad es que aparte del budismo, que parece su fuente de inspiración, es complicado buscarle padrinos. Cuando los oía la palabra y la banda que más me venían a la mente era "psicodelia" y Los Doors, respectivamente. Desde luego, no son mala fuente de inspiración. Y denotan una fuerte personalidad y ausencia de miedo a ir contracorriente. Y nos os dejéis engañar, ni por el nombre del grupo, ni por el del álbum: es una música cargada de optimismo, buen humor y energía.
    Dead skeletons es un trío, formado por Henrik Björsonn, Jon Samundur Audarson y Ryan Carlson van Kriedt. Su filosofía puede resumirse en una frase que viene a decir algo así como: "quien teme la muerte no está preparado para disfrutar de la vida". La primera parte del doble álbum, la que vamos a comentar en este artículo, es, sobre todo, cosa de los dos primeros. De su segunda parte hablaremos próximamente. 
    Dead mantra es la gran composición del álbum (al menos, de su primera parte) y la que mejor retrata el carácter de la banda: un sonido hipnótico, una estructura relativamente sencilla, pero terriblemente sugerente e hipnótica, en la que destaca la percusión... Es una explosión de optimismo y buenas vibraciones. Como su nombre indica, la letra consiste en la repetición de una fórmula mágica para alejar los malos espíritus. Portentosa desde el punto sonoro, es imposible no verse arrastrado por este torbellino de ritmo y energía, con Henrik Björsonn ejerciendo de chamán, al estilo de Jim Morrison, en esta maravillosa e irresistible ceremonia pagana. 
    Om mani peme hung también concede su espacio al viento tibetano. Es una composición más misteriosa en su comienzo. En el color sonoro es diferente a la primera,y por momentos recuerda a Enigma, aunque con el poderío rock de U2. La letra consiste en la repetición del título, que es el mantra más famoso del budismo: seis silabas sánscritas, que muchas veces se traducen como "la joya en el loto".
    Kingdom of God por momentos recuerda a la música de las bandas más poderosas de los ochenta. El riff continuo, la percusión, enérgica y marcial; que se enriquece con el sintetizador.  Y, por último, la letra, en la que se repite una y otra vez una sentencia referida al Reino de Dios.
    Psychodead es una composición más electrónica e irónica. Henrik Björsonn domina por completo la composición, con su voz sugerente, profunda y misteriosa. Hace su aparición un órgano muy del estilo Doors. Es una pista que nos traslada directamente a la época de la psicodelia, donde una y otra vez se repite "ven a mi mundo de muertos".  Aunque ya sabemos que para estos tipos la muerte y los muertos tienen un significado muy peculiar.
    Get on the train comienza de manera absolutamente ochentera, con la estructura típica de declamación contestada por instrumentos, en este caso de sonidos muy metálicos. Pero los matices vocales y sonoros no engañan: estamos en el siglo XXI. La canción abandona poco a poco esta estructura y adquiere una más caótica y distorsionada, con varias capas de sonido simultáneas y en apariencia inconexas.
    Dead magick I comienza con unos profundos cantos tibetanos. El sintetizador que los continua toca una melodía casi de película de terror, mientras que el recitador parece sumergirnos en un ritual de magia negra. Es lo más parecido musicalmente a una sesión de espiritismo. El humor no está ausente, como muestran esas ráfagas de sonido, como de pistola láser. Al final de este alucinado viaje volvemos al Tíbet.

2 comentarios:

  1. Sublime, es decir poco de esta crítica. Maravillosa desde principio a fín, esto si es literatura de calidad. Que decir de este grupo... Me encantó, reconozco que cuando leí tu crítica de primeras no fuí capaz de imaginarme como sonaría por la mezcla de estilos que tiene, pero una véz que escuche el disco el resultado fué que me encantó, suenan cojonudos, si que tienen muchos matices de grandes grupos, pero sobretodo los suyos propios son los que hacen de este disco un disco inimitable. Otra véz has vuelto a recomendar música de calidad y de una forma elegante. Me enamoran tus críticas musicales. No dejes de ponerlas, junto con las de cine hacen de este blog, algo culto y entretenido al mismo tiempo. ;)

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Temo sonar repetitivo, pero agradecimiento y alegría es lo que siento al leer tus comentarios. Me alegro mucho de que te gustara el disco. La verdad es que, al contrario que otros que he comentado, es una música muy pegadiza y que gusta de primeras... no exige un esfuerzo de audición. Y no te preocupes, que no dejaré de comentar discos. De nuevo, muchas gracias. Eres un gran apoyo en esta pequeña aventura mía.

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