sábado, 23 de junio de 2012

Pure electric honey (Ant-Bee, 1990)

Ant-Bee, en realidad el percusionista de Carolina del Norte Billy James, compuso en 1990 uno de los discos más extraños y surrealistas de la historia del Rock. Un híbrido imposible entre los Beach Boys, Frank Zappa y Stockhausen, con las melodías y armonías vocales de los primeros, el "collage" del segundo y el carácter experimentador y distorsivo del tercero. Un álbum único y que no dejará a nadie indiferente: o lo amas o lo odias. A mi, personalmente, me encanta. Para hacernos una idea de la extraña criatura con la que estamos tratando, basta con leer una breve reseña de cada una de sus quince pistas.
          Intro, apenas diez segundos en los que se oyen pasos y una puerta, nos pone sobreaviso: no vamos a oir un disco convencional. Eating chocolate cake (in the bath) empieza con un maravilloso coro polifónico que va subiendo en intensidad. Después le sigue una preciosa, sugerente y lenta canción, heredera de las preciosas armonías vocales de los Byrds, salvo que de un carácter mucho más experimental; es el motivo principal del disco y veremos a como a lo largo de su desarrollo vuelve una y otra vez bajo diferentes puntos de vista. My cat es una pista que rompe con todas las reglas que, en teoría, estructuran una canción. El resultado tan fascinante como desconcertante. Empieza con una melodía de gaita y una voz casi cósmica recitando, le sigue una parte primitiva y pagana, continua con un chelo casi de vanguardia, que deja a paso a una parte casi de "Hard Rock" clásico que culmina en auténtica vorágine de sonido... por último vuelven las gaitas y el hombre del espacio, para acabar de nuevo con el primitivo ritual pagano... todo ello en menos de cinco minutos. Black & white cat, black & white cake empieza con voces aceleradas y que declaman a la inversa, uno de los distintivos del disco, continua con unos sonidos misteriosos, entre lo paranormal y la ciencia ficción, tímidamente aparece la melodía de la segunda pista y otras de corte surfero, continúa con percusiones tribales, el latido de un corazón, el ladrido de un perro y el sonido del agua correr. Silly fat singers, en comparación, es una canción convencional, inspirada en el estilo de los Beach Boys y de los Byrds, aunque los elementos experimentales no estén ausentes (bucles y cortes abruptos). The wrong at once (has gone) es una bellísima canción, también de espíritu Beach Boys, en la que destaca su percusión casi mágica. Say ahhh! (como su nombre indica) son cincuenta segundos de armonías vocales bryanwilsonianas. The green gin es casi una pieza de música concreta, que incluye pasos, lluvias, truenos, campanas orientales, cantos budistas e instrumentos de viento orientales, continúa con ritmos africanos y la entrada de una guitarra eléctrica, que súbitamente eleva la fuerza de la pieza y le da un carácter muy distinto. Evolution #7 (de casi doce minutos) es el centro del disco. Empieza con el recuerdo de la segunda canción, salvo que distorsionada. A continuación entra con toda su fuerza un genial raga a lo Beach Boys. Al tercer minuto se adueñan de la composición las distorsiones y las guitarras salvajes, que se callan para dejar paso a la genial percusión marca de la casa. Hay un interludio en el que todo se detiene y escuchamos el viento y un sutil sintetizador, que deja paso a una melancólica guitarra eléctrica que introduce, de nuevo, una melodía y unos coros wilsonianos que a los siete minutos y medio se interrumpen bruscamente para dejar paso a otra melodía de la misma familia... y, por último, el raga, esta vez con todo su poder eléctrico. Part I, II, III y IV puede entenderse como un tetramorfo en el que domina la experimentación, como si de pronto el espíritu preponderante fuera el de Stockhausen. La primera nos devuelve a la primera canción, la segunda son sonidos selváticos con percusión tribal, con un final muy distorsionado; la tercera consta de las armonías vocales de "Eating chocolate",y un piano que las acompaña. La tercera es una pieza de experimentación pura con sonidos indescriptibles y gente hablando en diferente idiomas, con voces que van y vienen, en un sentido y en otro. La cuarta es muy similar a la tercera... de nuevo experimentación sonora pura y dura. Outro son 30 segundos del himno de los Estados Unidos, cantado de manera muy peculiar.
      Como veis, no es el típico disco de rock, y estoy seguro de que no gustará a todos. Pero, si le dais la oportunidad, tal vez os muestre un mundo musical nuevo, y esto tiene un valor incalculable.

2 comentarios:

  1. Que pedazo de crítica! No sé si el disco me gustará pero la crítica me ha encantado. Es un disco muy peculiar, pero si esta en este blog, no pongo en duda que seguro sera muy bueno. Me resulta muy curioso como recién acabados los 80 se graba un disco tan experimental como este. Es un giro de 180 grados a lo que estaban acostumbrados en esta época, quizás por eso no terminara de cuajar, y lo mas curioso es que hoy día seguro que sigue sorprendiendo estos sonidos y dejandote con la boca abierta. Estoy deseando escucharlo, seguro que no pasa desapercibido. Una vez más te has vuelto a coronar. Enhorabuena! ;)

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  2. Evidentemente no me atrevo a asegurar a nadie que este disco vaya a gustarle. El oído es el sentido más difícil de educar, y por eso tiene éxito las canciones sencillas, que en seguida se nos pegan. Pero son discos como éste los que abren nuevos caminos y hacen avanzar el rock, al mismo tiempo que lo dignifican. No puede ser que todo sean canciones pegadizas de tres minutos, pues eso sería negar el rock como arte, ya que oída una oídas todas. De todas formas, y obviando este criterio que podríamos llamar musicológico, el disco me parece maravilloso, aunque requiera un cierto esfuerzo familiarizarte con él... pero bien pensado todas las cosas que valen suponen cierto esfuerzo, ¿no?

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