lunes, 11 de junio de 2012

La cosa (John Carpenter, 1982)


Podríamos decir que hay un sub-género cinematográfico denominado “grupo de pobres humanos encerrados con alienígena de malos sentimientos”. Este género tuvo su eclosión con el estreno de Alien (Ridley Scout, 1979), y fueron cientos las películas que se subieron al carro de esta moda, la mayoría de malísima calidad y soberanamente aburridas. Sin embargo, Alien tuvo un claro precedente en El enigma de otro mundo (1951, Christian Nyby), una película sobre una expedición en la Antártida que desenterraba un extraterrestre, que posteriormente sembraba el caos en la base científica.
            Hablo de esta película de los años 50 porque La cosa es una revisión de dicho clásico. No puedo comparar una y otra películas, ya que la antigua no la he visto. A mi modo de ver la triada del sub-genero que hemos mencionado al princio estaría compuesta por Alien, La cosa y Depredador (John McTiernam, 1987). La primera tuvo un gran éxito de crítica y público, la tercera de público (es difícil que los señores críticos valoren cualquier cosa en la que salga Schwarzie, por muy buena que sea), mientras que la segunda no gozó de la bendición ni de uno ni de otro, lo cual es a todas luces injusto, ya que probablemente sea la mejor de las tres.
            La cosa es una película difícil, que requiere paciencia y estómago para ser vista.  No hay secuencias trepidantes ni reveladoras, sino que la atmósfera que propone se va cargando progresivamente de desconfianza, fatalidad y pesimismo. Muestra que el enemigo puede estar tanto dentro como fuera, y al contrario que en las otras películas del género no se propone ningún grupo de héroes para hacer frente a la amenaza, ya que nadie confía en nadie. Es una película sobre un extraterrestre, pero también sobre la incomunicación humana. Eso impide uno de los fenómenos más característicos de la narrativa, la identificación con un personaje que te sirva de guía. Aunque puestos a elegir el de Kurt Russel sea, tal vez, un poco menos antipático que el resto
            No hay espectaculares decorados que deleiten nuestros sentidos y nos permitan evadirnos un momento, sino que todo está dominado por el ambiente más inhóspito imaginable, en el que la sensación de claustrofobia es abrumadora, mostrando que la Tierra puede llegar a ser más hostil que el espacio exterior.
            En cuanto a la criatura, es la más terrorífica que, según mi punto de vista, a dado lugar el cine, y probablemente la más despiadada. No quiero hablar mucho más del tema, para no ahorraros sorpresas. Protagoniza secuencias que se te graban a fuego en a la memoria.
           Uno de los mayores méritos de la película es la labor de Rob Bottin, especialista en maquillaje y animatrones, y que aquí realizó el trabajo de su vida, haciendo posible momentos que parecen directamente surgidos de nuestras pesadillas.
            La cosa es una película de obligada visión para los amantes del género de terror, pero absténganse de ella los que busquen efectismos y tramas trepidantes. Es horror puro y duro, sin la anestesia del diseño (Alien) o de la acción (Predator). Además es un clásico que merece ser reivindicado, ya que fue muy maltratada en su época. No en vano, John Carpenter  prácticamente se apartó de la industria del cine tras su rodaje.

1 comentario:

  1. Para ser una crítica de una película de terror, me ha parecido muy divertida, jajaja, escrita con muchos puntos de sarcasmo. Si es cierto que al verla ahora te ríes más de los efectos que ahora quedan anticuados, pero que en su momento tubieron que ser alucinantes. El fuerte de la película como comentas es la desconfianza y la claustofobia, sobre todo el no saber que es que y la certeza de que no tienes a donde huir. Es una buena película, aunque yo siempre he preferido la acción. Yo también la recomiendo. Un abrazo y hasta pronto.

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