jueves, 6 de septiembre de 2012

El Idiota (Akira Kurosawa, 1951)

Lo primero que hay que decir es que esta película es una auténtica obra de arte. Adaptar a Dostoievski es terriblemente difícil. Muy pocos directores se han atrevido a hacerlo, y para los más grandes las novelas del genial escritor ruso siempre han supuesto un reto mayúsculo. Sus tramas profundas y concentradas, donde todo pasa en el interior de los personajes, y prácticamente no hay acción, resultan muy difíciles de plasmar en imágenes. Conozco dos adaptaciones espléndidas de novelas de Dostoievsky, una de Crimen y castigo, realizada por Bresson (The pickpocket, ya comentada en este blog) y la que nos ocupa ahora. Ambas son muy distintas en enfoque y estilo, pero tienen en común un elemento esencial: son adaptaciones muy libres, que no siguen la letra, sino el espíritu de la novela.
         Sin embargo hay una notable diferencia entre ambos. Bresson, fiel a su estilo, simplifica al máximo la puesta en escena y la trama. Kurosawa hace algo muy distinto. En su caso no simplifica. Su película es tan excesiva como la propia novela, o incluso más. Digamos si Bresson opta por el Zen, Kurosawa lo hace por el Barroco. Es curioso: el occidental se viste de el oriental, y viceversa.
         El gran milagro de Kurosawa es que, desde mi punto de vista, la película mejora la novela, lo que a muchos le pueda sonar a sacrilegio. El maestro nipón olvida toda la parte intelectual o filosófica del original , y se centra en las tormentas sentimentales de los personajes. Logra así una obra oscura de un fuerza y una contundencia dificilmente igualable, muy superior a la de su original, y mucho más clara e inteligible... una de las reflexiones más poderosas y terribles sobre el ser humano, el amor, el sacrificio y la ética, y logra lo  imposible, ganar a Dostoievski en su propio terreno. 
      Que nadie espere una película realista. La trama de El idiota al igual que sus personajes son extremos. Es una alegoría sobre la condición humana, en la que los personajes, más que individuos, representas estados del alma. 
          Una obra de arte mayúscula y única.

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