viernes, 1 de mayo de 2015

Nazarín (Luis Buñuel, 1958)

"Nazarín" está basada en una obra, del mismo título, del novelista español Benito Pérez Galdós. Desgraciadamente, ni conozco la novela, ni injustificablemente, ninguna otra obra del gran escritor. Por lo tanto, sólo puedo hablar de la película en sí misma. Espero que el lector me perdone.
    Dentro de la lista que Tarkovsky hizo con sus 10 películas favoritas,  la cuál confeccionó a raíz de una pregunta que le hizo un periodista en el año 1972, y que ha sido fundamental en mi humilde iniciación sobre la verdadera naturaleza del cine, "Nazarín" ocupa el tercer puesto. No creo que sea casualidad que las tres primeras películas de la lista (recordemos además de la presente "Diario de un Cura Rural", de Robert Bresson y "Los Comulgantes" de Ingmar Bergman) estén protagonizadas por sacerdotes o pastores cristianos, circunstancia que da una idea clara de que importante eran las inquietudes religiosas del director ruso, y, asimismo, de lo importante que lo fueron para aquellos que éste consideró como los grandes maestros del cine.
    Aunque emparentadas en el tema, las tres películas son muy diferentes en el enfoque. La película de Bresson narra las tribulaciones de un joven, solitario y enfermo cura de pueblo, con acento en los conflictos morales, crisis de fe y otros temas que incumben al hombre en su relación íntima con Dios. Una visión que yo tiendo a llamar "catolicismo burgués". La película de Bergman va mucho más allá en su onanismo espiritual. Fiel a la tradición protestante, en "Los Comulgantes" la relación entre Dios y el hombre, de haberla, pues el tema es el silencio de Dios, es estrictamente personal. Ni siquiera, al contario que en la película de Bresson, la comunidad es un ámbito en el que compartir las inquietudes personales, sino más bien un mal con el que hay que lidiar, y es que creo que Bergman, muy en línea con la tradición del individualismo nórdico, parece hacer suya la idea de Sartre de que el infierno son los otros.
     Y, si la película francesa parece inspirada en la vida de los Santos, y la sueca en las reflexiones del filósofo y teólogo danés Soren Kierkegaard. ¿Cuál es la inspiración en la de Buñuel? La respuesta es obvia: el propio Evangelio, con algunos toques de "El Quijote". 
    Me resulta muy difícil ser objetivo al hablar de esta película, pues sineto una especial debilidad por ella. Como he dicho antes, Tarkovsky la situó tercera en su lista. Yo, sin ninguna duda, la pondría por delante de las otras dos. Hay en "Nazarín" una humanidad y una sencillez que muy pocas veces se ha logrado en el arte. Al contrario que las otras, que más bien expresan las inquietudes existenciales de sus creadores, esta película mejicana de director español es una profunda crítica de toda la maldad, ignorancia, superstición, avaricia o lujuria que pueblan el mundo. Una denuncia de fuerza excepcional de la abismal diferencia entre cómo es el mundo y cómo debería ser, o, para ser más exactos, entre cómo somos y cómo deberíamos ser nosotros. Es imposible ver está película sin sentirse profundamente emocionado e interpelado.
    No me siento capacitado para juzgar las inquietudes religiosas de Buñuel. Tradicionalmente, se le ha considerado ateo. Desde luego, es evidente que alguien como él estaría en las antípodas del nacional-catolicismo franquista. Sin embargo, el verdadero cristianismo es mucho más que todas la lecturas torticeras que del se han hecho, y se sigue haciendo, y esto debía ser evidente para alguien tan inteligente como Buñuel. 
    No deja de ser paradójico que las mejores adaptaciones del Evangelio la hayan hecho directores presuntamente ateos: Pier Paolo Passolini, con "El Evangelio según San Mateo" (1964), y Luis Buñuel, con "Nazarín".

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