lunes, 13 de abril de 2015

Diario de un Cura Rural (Robert Bresson, 1951)

Es difícil para cualquier aficionado al cine contener las expectativas al ver esta obra maestra del genial director francés. Bresson es uno de los grandes genios del cine, un artista único que batalló como pocos para dotar a este arte de una personalidad y de un lenguaje propios, que lo diferenciaran del teatro y de la literatura. Si, además, somos conscientes de que ésta es la mejor película de la historia, según el también genial Andrei Tarkovsky, resulta imposible enfrentarse a Diario de un Cura Rural, sin las mejores ideas preconcebidas, lo que como todos sabemos puede ser un arma de doble filo.
    Al contrario que el gran director ruso, yo no me atrevo a afirmar que sea mi película favorita. Incluso algunas del mismo director, como Mouchette o Al Azar de Baltasar muy bien podrían disputarle el honor. Esto, sin embargo, no es obstáculo para que la considere una auténtica joya, una de las cimas indiscutibles del cinematógrafo y un ejemplo perfecto del arte único y sublime de Bresson, un cineasta capaz de fabricar con los materiales más sencillos la orfebrería más exquisita, en la que estilo y contenido se armonizan perfectamente para lograr una película tan virtuosa en su lenguaje como humana, profunda y asequible en su mensaje. ¡Qué lastima que todos los divos del arte y ensayo, especialmente algunos franceses no hayan seguido al gran maestro en este aspecto: una película que no dice nada no vale nada!
    Diario de un Cura Rural narra las tribulaciones, corporales, espirituales y sociales, de un joven y humilde sacerdote de pueblo, un hombre  místicamente unido al sufriente Cristo de Getsemaní, capaz de dar a los demás una paz que el de ninguna manera posee. 
    La película transcurre no tanto en el espacio y tiempo como lo conocemos, sino en el espacio y tiempo espiritual del protagonista. Todas las visicitudes externas del protagonista adoptan una posición alejada, por lo que de alguna manera son vividas como un sueño o una alucinación, frente a lo único real: lo anímico y lo espiritual de nuestro sacerdote. De esa forma, el gran milagro de la película es que la imagen, gracias a su uso exquisito, pausado, minimalista y despojado de todo artificio (rasgos comunes en el cine de este autor) es la puerta de entrada al alma del hombre, por definición invisible.
    Entiendo por qué esta era la película favorita del gran y malogrado Tarkovsky. Diario de un Cura Rural es una de las películas más hermosas y conmovedoras que las que podemos disfrutar. Ejemplo perfecto del arte del gran maestro Bresson, es, al tiempo que un hermoso poema sobre la condición humana, una profunda indagación en lo religioso: la odisea interna de un atormentado hombre cuyo único consuelo es poder llevar el amor de Dios a sus semejantes. 
    Quiero destacar que la película no apela al cerebro del espectador (incluso la palabra "espectador" se queda corta ante este tipo de cine, pues el cine de Bresson no se ve, sino que se siente), sino a sus vísceras (lo que según la tradición bíblica es lo más personal del hombre, su yo más profundo). No nos limitamos a ser testigos de sus venturas y desventuras, sino que somos invitados a entrar en comunión con él.
    Esta modesta (en lo económico y en lo técnico) obra es lo que muy pocas son: una puerta al Hombre. Bresson, no se si conscientemente, reta la visión hiper-intelectual de la tradición que heredamos de la Grecia Clásica y nos devuelve a una más verdadera: a aquella en que el mundo se aprehende, no mediante los conceptos, sino principalmente mediante el ojo, siempre y cuando éste sepa ver. Ya lo decía Jesucristo: "El ojo es la lámpara del cuerpo (hombre)".

2 comentarios:

  1. recomiendo la lectura del libro "robert bresson" de santos zunzunegui (catedra, 2001). contiene una muy buena introducción al "sistema bresson" y análisis de todas sus peliculas. y obviamente, antes hay que leer "notas sobre el cinematografo" del mismo robert bresson, ya que es ahí donde dibuja el marco en el que se mueve toda su obra filmica. por cierto, el libro mismo es una obra de arte en si.

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    1. Muchas gracias por tus recomendaciones. Espero sacar tiempo para encontrar y leer el libro de Zunzunegui. En cuanto a "Notas Sobre el Cinematógrafo" tienes toda la razón: es una auténtica joya.
      Muchas gracias de nuevo por tu comentario.
      Un fuerte abrazo.

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