jueves, 4 de abril de 2013

Fargo (Joel y Ethan Coen, 1996)

Fargo se estrenó el mismo año que la terrorífica Se7en. En cierta manera, la primera siempre me ha asustado más que la segunda. Se7en es un thriller perfecto y demoledor, que arroja una sombra oscurísima sobre la naturaleza humana, y que no deja aire que respirar. Fargo es una crónica negrísima de un suceso real, que resulta incluso más terrible, precisamente por algo que caracteriza la realidad y que suele estar ausente en la obra de ficción: una crudedeza indescriptible.
     Los asesinos ficticios suelen ser inteligentes, retorcidos, crueles e implacables. Llámense Hannibal Lecter o John Doe. Me temo que en el mundo real, todo es mucho más absurdo y vulgar. No suele haber un complicado plan y un barroco modus operandi, sino un sinsentido y una estupidez absoluta, junto con un desprecio por la vida propia y ajena... Se mata como se consume telebasura, con una ausencia absoluta de moral y de inteligencia. Un especialista en la Segunda Guerra Mundial, al darse cuenta de que los grandes criminales nazis eran mediocres y grises seres humanos, llegó a horrorizarse de lo banal que podía llegar a ser el mal.
           Fargo es un magistral relato de esta banalidad. La mayoría de sus personajes son tan indignos como insectos. Idiotas, codiciosos y cobardes, son incapaces de un comportamiento minimamente constructivo y coherente. Son seres incapaces de afrontar sus verdaderos problemas y cuyo único recurso es el engaño y la violencia ejercida sobre el más débil. Con personajes así, sabemos que todo lo que pueda ir mal, irá mal. Y, en este sentido, la película no tiene consideración, pues no la tiene la realidad.
     Fargo también desmonta el sueño americano. La necesidad de triunfar y prosperar con frecuencia, si no siempre, lleva a sacar lo peor de nosotros mismos. En esta película apenas hay personas, sino consumidores y consumidos, y normalmente los dos tipos se dan en la misma persona: el pez grande se come al pequeño, pero grande y pequeño son conceptos relativos.
      En la notable carrera de los hermanos Coen, Fargo brilla de manera especial. Es su gran obra maestra, digna de pasar con letras mayúsculas a la historia del cine... Un argumento que en manos (mejor dicho, mentes) menos geniales hubiera dado para un telefilm de sobremesa, gracias a estos magos se convierte en un imprescindible tratado de Entomología Humana.
       Enmarcada en un ambiente casi polar que resalta la crudeza de la historia, la única calidez la aporta la improbable agente de la Ley, inteligente, sencilla y embarazada... Sólo ella porta vida en este reino de muerte.
        Fargo es de esas películas que todo el mundo debe ver. Vale por varios tratados de Antropología y Sociología. La gran desazón que queda tras verla proviene de la certeza de que una historia tan terrible sólo puede ser verdad.

2 comentarios:

  1. Se mata como se consume telebasura, la mejor de las frases, ole ahí este artículo, tenía ya apuntado en mi lista de asusntos pendiente ver esta peli y ahora más tercioro esta lúdica tarea. Soy Victoria ¡¡¡

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    1. Muchas gracias por tu comentario. Me alegro mucho de que te haya gustado mi crítica, y sobre todo que te anime a ver esta peli. De veras que es muy buena.

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