sábado, 5 de octubre de 2013

The Act of Killing (Joshua Oppenheimer, 2012)

Hay ciertas obras que están más allá de los criterios convencionales. Los hombres que leyeran las primeras noticias sobre los campos de exterminio nazis, ¿se pararían a juzgar el estilo literario del periodista? Evidentemente no, y es que hay veces que el contenido es tan rotundo que el estilo es una cuestión prácticamente irrelevante.
       Viendo la película de Oppenheimer me he sentido tan impactado y abrumado con lo que he he visto que poco me he detenido en pensar sobre sus aspectos estilísticos. 
       ¿De que trata este documental? ¿Del régimen de impunidad y crueldad que se instauró en Indonesia y que condujo a la muerte de más de dos millones de personas acusadas de comunistas? En principio, sí. Yo he visto más bien, una aterradora y surrealista crónica sobre la degradación humana, testimonios en primera persona de crueles verdugos presumiendo de sus torturas y ejecuciones. 
    Nos gusta llamar a estas personas monstruos, animales o psicópatas. Yo creo que son eufemismos... los monstruos no existen, los animales sólo excepcionalmente atacan a sus congéneres y los psicópatas son personas que padecen una terrible enfermedad de la que ellos son las primeras víctimas. No... los autores de esos crímenes de guerra son personas, y eso es lo que más nos asusta. Por eso queremos exorcizar nuestro miedo utilizando palabras que nos separan de ellos... pero son hombres como todos los demás. Desgraciadamente la crueldad, el sadismo son tan humanos como la compasión y el amor.
       La película es un auténtico descenso a los infiernos de la miseria humana. No encontraremos conflictos, sino una vulgaridad y una impunidad insoportables. A los "malos" le gusta verse en el cine. Los villanos de películas por lo general son sofisticados, misteriosos e inteligentes. Visten bien, están acompañados de chicas guapas, mantienen brillantes conversaciones cínicas, son carismáticos, valientes y tienen un peculiar código de honor que los asemeja con alguna extraña hermandad de guerreros. Roberto Saviano se quejaba en su extraordinario libro "Gomorra" del mal que las pelis de gángsteres habían causado, dando a los mafiosos de verdad una imagen idílica con la que identificarse. En la película basada en su libro, hay una clara intención de desmitificar a la "cosa ostra" sus "capos" son vulgares, horneras, feos, incultos, pretencioso y de un mal gusto insoportable, más dignos de un "Sálvame" que de un "Documentos TV", mas emparentados con un "culebrón" que con el cine negro.
           Todo lo que en la estupenda película italiana se entreveía, en el documental de Oppenheimer se muestra con toda su crudeza. Esos terribles verdugos, con miles de muertes y torturas sobre sí, son unas personas vulgares, jactanciosas y estúpidas, más típicas de una taberna de mala muerte que de un campo de concentración... la terrible banalidad del mal.
            Esta película no deja mucho aire al espectador, que asistirá repugnado y desconcertado a como estas personas, por puro egolatrismo, representan sus atroces crímenes (algunos difícilmente imaginables), a veces como ejecutores y otras como víctimas, creyendo que están haciendo una magnífica película de cine negro para que el resto del mundo sepa de su "valentía" y su "idealismo". Desde luego, la impunidad y el descaro con el publican sus crímenes ante sus propias víctimas, dice mucho sobre la justicia humana. Sin embargo, hay cierta esperanza de una justicia más profunda, inapelable y terrible... la de los fantasmas de sus víctimas que se aparecen en sus pesadillas, ese intento inútil de autoconvencerse de que hicieron lo necesario, para evitar unos remordimientos que no desaparecen, las arcadas al visitar los lugares de los crímenes.
        Viendo esta película sólo me queda sitio para una esperanza... la de la Justicia Divina, y que nadie piense en infiernos medievales, hablo de las pesadillas, los remordimientos, la imposibilidad de escapar de la propia conciencia, cómo el propio cuerpo se revela contra las maquinaciones de la mente, como si, a nuestro pesar, el signo divino que Dios puso en nosotros reclamara su lugar contra nuestra voluntad, recordándonos dolorosamente que fuimos creados para el bien y no para el mal. Creo que ese es el verdadero infierno, no un lugar, sino el vivir apartado del resto de tus semejantes, por la certeza de los crímenes cometidos, uno intentará evadirse con dinero, lujos, sexo... pero, como, toda embriaguez, pasa y llega la resaca, llena de miedos, soledad y dedos acusadores. 
       Puede que esto sea lo que yo quiero ver, y, sinceramente, en algunos verdugos, lo percibo. Y que conste que no lo busco por venganza, sino porque es la única forma de reclamar la dignidad humana que se me ocurre. De no ser así, de este mundo podría decirse lo que del infierno de Dante: Quien entre abandone toda esperanza.

1 comentario:

  1. Muy buena e interesante crítica, te hace plantearte muchas cosas acerca de la naturaleza humana, hasta donde somos capaces de llegar?. Por lo que dices el documental es muy interesante a la vez que también parece duro. Aunque a primera vista, pienso que cuando lo vea me costará sacarmelo de la cabeza, por que hay cosas a las que no estamos 100% preparados para ver, por que nuestra sociedad nos protege bastante de esa visión de las personas, lo veré seguro. Ya te contaré lo que me ha parecido. Gracias por seguir recomendandonos buena televisión, que en los tiempos que corren, cada vez cuesta más encontrar algo de calidad. ;)

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