domingo, 12 de octubre de 2014

Líbranos del Mal (Scott Derrickson, 2014)

En mi humilde opinión, como aficionado al cine de terror, Scott Derrickson era el candidato a mejor director de género, tras la notable "El Exorcismo de Emily Rose" y la sobresaliente "Sinister". Definitivamente, lo demuestra como su última película.
   "Líbranos del Mal" es una original revisión del cine de posesiones, al mismo tiempo que una genial, mezcla de los géneros policial y de miedo; una especie de combinación entre "Se7en", "El Exorcista" y "Sinister". Como en sus anteriores películas, Derrickson demuestra una gran maestría a la hora de crear atmósferas insanas, donde el mal siempre está presente, sin llegar a manifestarse claramente, lo que lo hace aún más terrible, y donde es muy difícil separar lo natural de lo sobrenatural o preternatural, que conduce a una sensación de irrealidad, donde es difícil distinguir lo que está pasando de lo imaginado. Está difuminación  entre verdad y ficción, lo humano y lo sobrehumano, la realidad y la pesadilla, la cordura y la locura, es precisamente lo más terrador. Edgar Allan Poe dominó comprendió como nadie esto: nada da tanto miedo como la mente humana. Con matices, Derrickson parece ser el único dierctor contemporáneo que lo entendido y aplicado: el espectador debe padecer la misma incertidumbre que el protagonista. Lo logró con "Sinister" y lo ha vuelto a lograr con "Líbranos del Mal".
    Otra de las claves, como ya dije en la critica de su anterior película, es el cuidado de los personajes, que en la mayoría de las películas de miedo sólo son autómatas que corren, gritan y mueren. "En Líbranos del Mal", sus dudas, flaquezas, problemas son parte esencial, por no decir, la esencial de la historia. Es cierto, que el retrato del protagonista no alcanza la perfección que en "Sinister", en gran parte debido a que la complejidad de la trama no permite dibujarlo tan bien. 
   Por otro lado, en esta película, Derrickson parece haber ampliado su arsenal de rescursos visuales, y se muestra como un aventajado discípulo de David Fincher. El uso de la cámara lenta, de los primeros planos, de la difuminación, ... es inquietante e hipnótico, como lo es su uso de la música de la banda The Doors, uno de los hilos de la narración y a la que debemos momentos realmente intensos y memorables.
    ¿Qué decir? Que nos encontramos ante la mejor película de miedo desde "Sinister", muy por encima de la sobrevalorada "The Conjuring", y que ningún aficionado al género se puede perder, si bien me atrevo a recomendarsela al resto de espectadores.¡A pasarlo mal!, quiero decir ¡bien!

     

 
      

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